Cultura

Crónicas preteridas: Encuentro de Denominaciones de Origen Vitivinícolas en Logroño

Por Donacio Cejas Padrón (2001).

Los Vinos de El Hierro presentes en La Rioja.

Una Representación del Consejo Regulador de La Denominación de Origen de Los Vinos de El Hierro, encabezada por su Presidente, Cayo Armas Benítez, estuvo presente en El Encuentro de Denominaciones de Origen Vitivinícolas celebrado en Logroño durante los últimos días del mes de noviembre pasado. El citado evento contó con la participación de Los Presidentes y Miembros de casi todos Los Consejos Reguladores de Denominación de Origen Vitivinícola de España, además del Presidente de La Oficina Internacional del Vino, y de Autoridades y Funcionarios Españoles que en su trabajo se dedican a temas Vitivinícolas, algunos de ellos con despacho en Bruselas sede de La Comunidad Europea, donde se ventilan a nivel continental todos los asuntos del vino. No será, por lo tanto, de extrañar que en función del nivel técnico de los participantes en las deliberaciones y los temas que allí se debatieron, que los participantes en representación del Hiero hayamos regresado complacidos por la asistencia a estas jornadas, y honrados de concurrir allí desde tan lejos como dijo Cayo en su intervención representando a La Tierra más Occidental de España, como es nuestra Isla del Hierro. No osaré detallar en esta sencilla crónica Pretérita los temas tratados allí, pues fueron muchos, todos muy importantes para el futuro del vino, y no seré yo tampoco el indicado para ello entre otras razones por la ausencia de conocimientos técnicos que se precisan para dar tales detalles, me limito y es el objeto esta Crónica sencillamente dar cuenta de nuestra presencia allí, de lo importante que es para nuestra Isla contar como ya cuenta con Instituciones como El Consejo Regulador de La Denominación de Vinos de El Hierro que le permiten estar representada en tan importantes foros donde se debaten asuntos de muchísima importancia sobre el presente y futuro del sector del vino y de la vid. Además de las deliberaciones a las que hago referencia también hubo visitas a importantes bodegas de La Rioja y recorridos turísticos que El Consejo anfitrión organizó que resultaron de lo más agradables como la visita que se nos preparó a LaGuardia-Biasteri una Villa encantadora de la Rioja Alavesa. De más estará anotar, incluso como materia de aprendizaje la calidad y capacidad organizativa del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Calificada Rioja, su Presidente D. Angel de Jaime Baró y todo su equipo de colaboradores dieron muestra de una experimentada y bien estudiad planificación para atender a sus invitados con gran esmero y amable actitud, realmente fue admirable y digna de todos los elogios la manera como dirigieron las jornadas haciéndolas además de interesantes lo más amenas y entretenidas.

 

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Yo quisiera resaltar por sobre todo lo expuesto, la satisfacción que produce representar a Instituciones de nuestra Isla, y alentar para que tales Instituciones sean apreciadas, mimadas y valoradas por todos los herreños, no solamente El Consejo Regulador, sino también nuestras Cooperativas de Frontera y del Majano, pues del buen funcionamiento y cariño que los herreños le brinden a sus Organizaciones Agrarias depende en gran medida el éxito de nuestra Agricultura, que es como decir el éxito y mantenimiento de nuestra forma de vida que ha girado siempre en tono a nuestros campos. Me llenó también de satisfacción saber por medio de Econex, empresa para la cual trabajo y que estuvo presente recientemente en BIO FACH en Nuremberg (Alemania) con su Stand, que también allí en El Stand de Canarias se expusieron productos de El Hierro, y tuvieron a bien La Sra. Loli, Bióloga de la empresa fotografiarse con su niño junto a una cesta con productos de El Hierro. Saber que nuestros productos llegan tan lejos debe ser motivo de gran satisfacción para todos los herreños, y debemos felicitar a los Directores y equipos de nuestras Cooperativas, a veces tan injustamente tratados y considerados por nosotros mismos, que con su labor hacen que los productos de nuestra tierra lleguen a Ferias tan importantes a nivel mundial, desde esta modesta parcela de “Mi Crónica Pretérita”, felicito de todo corazón y con la mayor sinceridad y emoción a cuantas personas trabajan en nuestras Cooperativas, pues realmente lo están haciendo bien, y su labor está beneficiando a todos los agricultores del Hierro.

Crónicas preteridas: D. Valentín Hernández “El luchador”

Por Donacio Cejas Padrón (2001).

Personas que han hecho la historia de nuestro pueblo.

Con este sobrenombre de “El Luchador” se ha conocido durante muchas décadas de años a D. Valentín, también llamado “El de Los Mocanes”, y hoy, ya bastante mayor y delicado de salud por su avanzada edad, quiero rendirle un modesto tributo dedicándole mi Crónica de este mes.

Desde muy niño le conozco, siempre humorista, ocurrente y de buen carácter, pescando de La Playa del Pozo, en Los Aroyos, y en muchos parajes de nuestro pueblo, incluso ejerciendo de tonelero y de albañil. En el entorno de su familia he buscado algunas informaciones puntuales del mismo, en Los Mocanes conseguí de Dª. Margarita Padrón, un ejemplar del periódico La Voz del Hierro de 1992, donde el querido Leoncio le hace una amplia entrevista en la cual cuenta anécdotas y hechos sucedidos a lo largo de su vida como luchador y como árbitro. Relata el mismo que su primera luchada en una Plaza fue en La Fiesta de Los Remedios en San Andrés, la segunda en La Paz en El Pinar, y después en Sabinosa el día de Los Reyes, donde por

cierto D. José R Vallabriga le regalo ¡CIEN PESETAS! Cantidad esta que le resultó un sueño, pues relata que nunca había visto un duro, esto debió suceder por el año 1933. En 1935 ya fue a luchar a Las Palmas y a varios pueblos de Tenerife, incluso llegó a tumbar al mismo Camurria entonces de los mejores luchadores en Canarias.

Difícil será hacer un recuento de su dilatada trayectoria, por lo tanto, debo limitarme a citar algunos luchadores a los que tuvo que enfrentarse, Juan Cecilia de Sabinosa, Valentín Gutiérrez y Aniceto de La Villa, Bartolo del Pinar, Yiyo, Mauro León, Marcelino Padrón, José Armas etc. Y hay muchas anécdotas que el espacio no permite relatarlas, quedarán, por lo tanto, para un estudio más extenso sobre esta persona que sin duda algún día se hará.

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Interrumpió durante algunos años su actividad de luchador para ejercer de años árbitro en las luchadas de todos los pueblos, eso sería por los finales de los cincuenta y principio de los sesenta, pero pasado este lapso volvió a los terreros en puesto de luchador, ya mayor, pero con su veteranía y destreza aún se rentaba muchas veces con éxito a luchadores mucho más jóvenes que él, creo recordar que se retiró ya próximos los cincuenta años de edad, pero lo hizo para dedicarse a ejercer de entrenador, y también en esta labor merece el mejor de los reconocimientos, nuestro tan querido Pollito de La Frontera recibió de D. Valentín muchas y buenas lecciones que le han servido para consolidarse como lo que gracias a Dios ahora es, la figura imbatible de nuestra Lucha Canaria.

Naturalmente, me quedarán muchas cosas bonitas que contar de D. Valentín, es lógico, pero este pequeño trabajo sobre su persona no pretende otra cosa que traer sobre al recuerdo de tantos herreños que le vimos luchar una ráfaga de iluminación sobre lejanas tardes de lucha en todas las plazas de nuestra Isla del Hierro donde él fue gran protagonista. Siempre se dijo que era un luchador de arte, pues su estatura no era de gran envergadura, pero aun así se enfrentó a rivales de gran talla y a veces los vencía y otras no como es natural, en todos los casos sabía ofrecer buen espectáculo, y arrancaba del público prolongados aplausos.

Hoy con su salud mermada por su avanzada edad, merece D. Valentín que todos le recordemos nuestro afecto y cariño a su persona, y que pediremos al Altísimo por su recuperación, así será D. Valentín no lo dude, y espero volverle a ver sentado en La Plaza de Los Mocanes acompañando a su sobrino Juan, a Espinel, a Basilio, a Miguel a Facundo y a tantos vecinos que en divertida tertulia de verano hacen de aquel pequeño recinto Un Parlamento.

Su amigo Donacio.

Crónicas preteridas: Las Tiendas de Ultramarinos

Por Donacio Cejas Padrón.

Naturalmente que Las Tiendas de Ultramarinos forman parte de La Historia de nuestro pueblo, y aunque es un tema que para ser lo más completo posible se precisa de informaciones muy antiguas, y a veces no se encuentran ya personas que recuerden con cierta precisión los datos que les pregunto, no obstante ello, y aun a riesgo de reconocer que ciertas informaciones pueden no ser exactas, o que se puedan omitir algunas de ellas, me atrevo a hacer una relación más o menos detallada de Las Tiendas de Ultramarinos que había en nuestro pueblo en las primeras décadas del Siglo XX, reiterando de nuevo que bien pudieran faltar o sobrar datos, y que ello sería perdonable en función del tiempo transcurrido, pero como no conozco nada escrito sobre el tema considero necesario tener alguna referencia escrita para futuros investigadores.

Si comenzamos por Los Mocanes, siempre según las informaciones de que dispongo, hubo allí una tienda bastante bien equipada, muy cerca de La Placita, donde ahora se reúnen las personas mayores en tertulia, era propiedad de D. Valentín, un señor soltero natural de Los Mocanes y que había regresado de La Argentina, esa tienda muy bien equipada pasó después a D. Leonardo Armas, quien años más tarde la trasladó a Bergara Baja junto a la casa de sus padres. También en Los Mocanes tuvo tienda D. Esteban Espinel, que la mantuvo hasta la década de los cincuenta, en Las Lapas La Tienda de D. Rafael Armas y Dª. María, seguramente hoy la más antigua del pueblo, que además se completaba con Panadería, y que a su vez compraba y exportaba duraznos y queso a Tenerife y Las Palmas en gran cantidad. También hubo en Las Lapas tienda en casa de D. Valentín Padrón, esta se instaló a finales de la década de los cincuenta, pero alguien me ha dicho que esta tienda ya había existido muchos años antes. En Bergara Baja D. Leonardo primero en una casita de su propiedad que aún existe detrás de la que actualmente ocupa como vivienda, allí hubo además Molino de Gofio y Carpintería, dedicándose también a la exportación de duraznos y queso a Las Palmas. En Bergara Alta también hubo tienda en casa de Tio Dimas, como complemento a La Cantina del Casino, funcionó este Casino desde el 17 de julio del año 1917 hasta cerca de 1960, siendo la primera casa que se dedicó exclusivamente a Casino en nuestro Valle y creo que en toda La Isla a excepción de las que había en Valverde... En La Plaza de Candelaria siempre hubo dos tiendas, una en casa de D. Julio Ayala y la otra en La casa que es hoy de los herederos de D. Luis Barrera, concretamente de mis familiares Pancho y Nieves. En La Laguna puso tienda Pepe Díaz, después cartero, seguramente se abrió a mediados de la década de los cincuenta, y se mantuvo abierta hasta hace pocos años, también, por poco tiempo tuvo tienda mi primo Antonio González en su casa actual, este establecimiento tuvo pocos años de actividad, pues sus dueños se trasladaron a vivir a Tenerife donde pasaron muchos años. En Tigaday siempre hubo varias tiendas, la primera de Dª. Inocencia Casañas, que había sido de Los Villarreales, y en su frente tenía un letrero que decía “Padrón Villarreal y Compañía”, instalada entonces en una casa de teja que fue consumida por un voraz incendio allá por los primeros años de la década de los cincuenta. Posteriormente, Dª. Inocencia construyó su nueva casa y reinstaló allí la tienda, junto al Casino de su propiedad, pero pronto emigró a Venezuela, donde hace pocos años falleció. También se dedicó a exportar duraznos y queso en cantidades considerables. También Tuvo tienda en Tigaday, tío Tomás Rodríguez, junto a La Panadería que funcionaba en su misma casa, estos negocios creo que habían sido instalados por su padre D. Lorimón. En La Cruz Alta funcionaban las tiendas de D. Maximiliano Cejas y de D. Juan Castañeda; el primero emigró a Tenerife en los primeros años de la década de los cincuenta, y D. Juan la mantuvo bastantes años, además de Panadería, y ya bastante mayor ejerció de Taxista, La Panadería subsiste, en cambio, la tienda se cerró hace bastantes años, y un poquito más adelante Dª. Conda.

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También tuvo tienda mixta, que al paso de los años ha ido transformando en tienda de modas y Bazar y que ella misma la sigue atendiendo. En el camino hacia Las Toscas, D. Feliciano Fleitas por muchos años tuvo tienda, que después cedió a Dª. Icona, cuando él y su esposa Dª. Carmen emigraron a Tenerife, donde han continuado en la actividad comercial hasta hace muy pocos años. En La Ladera, las hijas de D. Dionisio Padrón han mantenido tienda por muchos años, y creo que aún la mantienen en actividad. En Los Llanillos, D. Juan Hernández tuvo tienda durante muchos años, además de Casino, dedicándose también a la exportación de duraznos y queso a Las Palmas, y en una oportunidad también exportaba Agua de Sabinosa.

Estas personas, y estos comercios, forman parte de la historia de nuestro pueblo, y si dedicarles esta pequeña crónica contribuye en algo a que sean conocidos por todos, bienvenido sea.

Víctor Álamo de la Rosa regresa a El Hierro con una novela dedicada a los más pequeños de la casa “La pandilla del mero Pancho”

El escritor herreño, Víctor Álamo de la Rosa, siete años después de su última obra ambientada en El Hierro, Álamo regresa a la isla con “La pandilla del mero Pancho”, una novela que busca reflexionar en torno al significado de la palabra hogar a partir de la figura del protagonista, que en las primeras páginas sufre su pérdida debido al divorcio de sus padres.

De la Rosa vuelve al territorio mítico de su infancia, con una novela para los más pequeños de la casa.

Según ha explicado el propio De la Rosa, el poeta Rainer María Rilke, afirmó una vez que “la verdadera patria del hombre es la infancia”, la vida es, pues, un eterno retorno a ese lugar de la memoria en el que fuimos por primera vez. Muchos son los escritores que han creado sus propios territorios míticos a partir de la carga significativa de esos años en los que todo es nuevo y posible, del recuerdo de su Aracataca natal, Gabriel García Márquez fundó su famosa Macondo; Juan Rulfo basó Comala en un caserío que habitó de niño durante la Guerra Cristera, cuyos fantasmas le acompañaron durante toda su vida. 

El autor herreño pertenece a esta noble estirpe de escritores que representan toda una geografía, pero él no tuvo que inventar ningún lugar, le bastó con tomar como referencia a El Hierro, que hasta ese momento no tenía quien lo escribiera, para empezar a componer las obras que forman su ciclo herreño, una de las empresas narrativas más notables que ha dado la literatura canaria. 

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Hay mucho de biográfico en lo que cuenta el autor, los veranos en la playa de La Restinga, la vida en un pueblo en el que todo es breve, hasta los nombres, la magia natural de una isla de cuya raigambre mitológica y mágica está imbuido cada rincón. Esta carga experiencial enriquece la narración y construye un ecosistema que aprovecha la estructura episódica de la obra para ahondar en su tema principal, que es que el concepto de “hogar” engloba muchos elementos, no solo el de familia tradicional, los amigos, el pueblo de nacimiento, la propia isla y su historia forman parte de esa patria a la que siempre regresar. A través de las diversas aventuras que viven el protagonista y sus amigos, de la Rosa, va confeccionando un retrato de la realidad herreña sin por ello negar su componente fantástico, la historia de un niño africano que llega a la isla en uno de los tantos cayucos que arriban habitualmente a las costas de La Restinga precede a una aventura en la que la pandilla conocerá a los fantasmas de Agarfa y Ferinto, figuras bimbaches protagonistas del mito del árbol Garoé.

Según de la Rosa, aunque este libro ha sido concebido como una novela infantil “una de tantas innecesarias etiquetas con las que se busca delimitar comercialmente la literatura”, posee múltiples guiños a la obra anterior del autor herreño, en el prólogo, el personaje de Manolo el Maestro aventura que el posible autor de la narración es su alumno Victoriano Alameda del Rosario, trasunto literario del propio de la Rosa y personaje recurrente de su ciclo herreño. También aparecen o son mencionados otros personajes como Omar el niño cangrejo, Campiro o Celedonia Jesús, estos últimos protagonistas de Campiro que, obra cumbre de su narrativa. Esta autorreferencialidad forma parte de una estrategia de intertextualidad mediante la que el autor premia a los lectores acérrimos e introduce sutilmente a los legos al universo que ha ido creando a lo largo de su carrera literaria. La pandilla del mero Pancho es una obra que tiene en cuenta tanto a los mayores como a los más pequeños y trabaja en varias capas para lograr que la lectura sea agradable para ambos grupos demográficos, el retrato realista y mitológico de El Hierro cautivará a los adultos, mientras que los niños disfrutarán con las aventuras de la pandilla por estar más cercana a su sensibilidad. 

Más de un lustro después, Víctor Álamo de la Rosa regresa al territorio de su infancia con una hermosa novela donde la isla de El Hierro es reflejada como ese espacio maravilloso en el que todo es posible, en el que es fácil sentirse cómodo y ser uno mismo. “Y no es de extrañar, porque a nadie se le escapa que El Hierro se escribe con la H de Hogar” señala de la Rosa.

En El Hierro: el temporal de 1918 y sus consecuencias

Foto: John Harris Stone, Vista de Valverde (detalle), 26 de septiembre de 1883, Puerto de la Cruz, colección Sophie Baillón.

Ana Ávila*

Afortunadamente, años como los de 1917 y 1918 no están identificados en la isla de El Hierro con la barbarie de la Gran Guerra, aunque desde el punto de vista de la economía fuera una catástrofe para el conjunto del archipiélago canario, cuyas aguas serían testigos del enfrentamiento entre las potencias beligerantes. Por el contrario, fue un desastre natural lo que hizo estragos en su pequeño territorio. Como sabemos, todos los años, el agricultor y los pequeños empresarios del campo temen las aguas torrenciales y la furia del viento: anega y destruye plantaciones e instalaciones, arranca árboles y arbustos, tumba paredes... Podríamos considerar de apoteósico el que se desató entre los últimos días de diciembre de 1917 y los primeros del nuevo año, siendo el más violento el que zarandeó la isla el 3 de enero1.  La temperatura empezó a barruntar agua, con vientos al sur de intensidad variable, pero ese tercer día las lluvias arreciaron y el viento giró para el S. O. El periodo crítico fue entre las cuatro y media y cinco y media de la tarde, cuando el temporal se transformó en huracán “y arrasó cuanto encontró a su paso”. El aguacero era torrencial, de tal manera, que, al caer el agua al suelo, era simultáneamente impulsada por el viento, adquiriendo el panorama la apariencia de un océano embravecido. En realidad, afectó al conjunto de las islas occidentales, pero, al parecer, fue en El Hierro donde incluso hubo heridos, al ser desplazados por el viento, sin salvarse de sus consecuencias ninguno de sus caseríos. Nadie recordaba nada igual. 

Se habla de montes y sembrados destruidos, de milenarios árboles arrancados de cuajo, de cosechas perdidas. Abundando las casas pajizas y las tejadas, no es extraño que el colmo y las tejas fueran lanzados por los aires, incluso hubronadas impactaron en viviendas vecinas. Quienes precisamente estaban tapando sus precarias casas o asegurando esas cubiertas, eran desplazados con grave peligro para sus vidas. Galerías y escaleras de casas de mayor entidad constructiva también se vieron afectadas, teniendo que socorrer a sus dueños por las ventanas. Así pues, “centenares de familias” se quedaron con sus casas deterioradas o derruidas, muchas de ellas “en la más completa miseria”. En Valverde, los molinos de viento que trituraban los cereales, ya de por sí ubicados en la zona ventosa de las lomas de San Juan, quedaron inutilizados.

Por lo que afecta al patrimonio sacro, en Valverde, los restos del ya diezmado convento franciscano de San Sebastián quedaron dañados. Un vecino solicitó al Ayuntamiento su derribo al poner en peligro la vivienda donde vivía debido a la caída de parte de sus paredes2. Resulta llamativa esta petición, y no la de la restauración, es decir, la de conservar el bien como testimonio cultural, viniendo de parte de Francisco Ramos, pintor y restaurador aficionado, así como dinamizador de actividades lúdicas del municipio.   

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En cuanto a la iglesia parroquial, se dice que sus puertas principales fueron destrozadas, tal es el término empleado. Posiblemente, no sea objetiva esta apreciación por cuanto las originales, del siglo XVIII, se conservaron hasta parte de la década de los ochenta del siglo pasado. Algo pudo haberse perdido del archivo parroquial, puesto que una crónica indica que su documentación se salvó “casi totalmente”, ya que la puerta de la sala que la custodiaba -suponemos que en la construcción levantada a finales del siglo XIX tras la cabecera de la iglesia- fue arrancada por el huracán arrojándola al fondo del barranco cercano. Al perder sus cristales los ventanales laterales de la capilla mayor, prácticamente quedó imposibilitada la celebración eucarística. Se podría considerar milagrosa la pequeña imagen tallada en madera de Nuestra Señora de la Concepción, titular de la iglesia parroquial, ya que no solamente sobrevivió al temporal del invierno de 2000-2001, sino al que estamos comentando [Figs. 1, 2]. Coronaba el remate bulboso de su elegante campanario (1819), elevada encima del globo terráqueo atravesado por la luna, atributo mariano, de la que sobresalen sus puntas.  Cubierta su cabeza con una corona como reina de los cielos, junta sus manos mientras el manto y la túnica parece que acompañan al viento habitual en la cúspide de la torre, mientras da la impresión de mantenerse en equilibrio sobre la redondez de la tierra. A tenor de la cronología de la pieza, probablemente sea una talla de Marcos Padrón Machín e, indudablemente, debió estar policromada, pérdida que no debe extrañar dado el clima de Valverde. Las grietas en la esfera terrestre y el desgaste en la figura son testimonios de los avatares que hemos comentado y de las inclemencias del tiempo a la que ha estado sometida. 

 Fig. 2 En El Hierro el temporal de 1918

[Fig. 1] Nuestra Señora de la Concepción, 1827, madera, 100 cm, Valverde, sacristía de la iglesia parroquial (Foto: Eusebio Díaz Fleitas).

 Fig. 2 En El Hierro el temporal de 1918

[Fig. 2] John Harris Stone, Vista de Valverde (detalle), 26 de septiembre de 1883, Puerto de la Cruz, colección Sophie Baillón.

En la ermita de Santiago apóstol - usándose por entonces, preferentemente, la advocación de Nuestra Señora de los Afligidos y de Nuestra Señora de los Desamparados-, el vendaval derribó su puerta principal, deteriorando su arco de medio punto, de cantería, así como su espadaña de madera, pero también hizo mella en las paredes.  Las crónicas especifican que el furioso huracán destruyó el campanario de la iglesia de San Andrés y la campana fue lanzada a gran distancia, afortunadamente recuperada. Se supone, por tanto, que el actual (una espadaña) correspondería a 1918, o a una fecha no muy alejada, sin embargo, no podamos precisar hasta qué punto fue el daño como para construir otro. La campana era una de las mejores de la isla, recibiendo elogios a finales del siglo XIX, seguramente por su sonoridad, lo cierto es que se consideró deteriorada y fue enviada a Tenerife para su refundición (1977). Por su parte, el temporal afectó a la techumbre de la iglesia de Nuestra Señora de Candelaria, en El Golfo, desmantelándola, dando lugar a una situación insostenible3.

Otro capítulo correspondería a la actuación de la administración competente, el Ayuntamiento, y a las indemnizaciones solicitadas4. El citado Francisco Ramos y Félix Fuentes, concejal de la corporación insular, enviaron telegramas a la prensa de Tenerife y de Madrid, mientras que las actas de las reuniones dejan constancia de solicitudes formuladas a Ricardo Ruiz Benítez de Lugo, representante del Hierro en la Junta Regional Canaria creada en Madrid, y de su presidente, Juan de Urquía, ambos, impresionados por los efectos del ciclón. Después de apoyos verbales, el silencio.

De momento, la carestía: sin papas para comer ni para sembrar, sin queso por falta de pasto para los animales. No obstante, la miseria y la desolación irían dejando paso a la esperanza, paradójicamente, motivada por las intensas lluvias. 

 

1Crónicas en Gaceta de Tenerife, 12 y 19 de enero de 1918, en El Progreso (Santa Cruz de Tenerife), 12 de enero de 1918, en La Prensa (Santa Cruz de Tenerife), 12 de enero de 1918, y en Canarias. Revista Semanal Ilustrada (La Habana), 9 de marzo de 1918, nº 7, p. 10. 

2Libro de plenos de la corporación municipal del Ayuntamiento de Valverde, acta de 13 de enero de 1918, fol. 14 (Valverde, Archivo del Ayuntamiento de Valverde).

3Dacio Darias, “La iglesia auxiliar de Frontera”, El Deber, 5 de agosto de 1922.

4Libro de plenos de la corporación municipal del Ayuntamiento de Valverde, acta de 20 de enero de 1918, fol. 20 vto. (Valverde, Archivo del Ayuntamiento de Valverde).

 

*Profesora Titular de la Universidad Autónoma de Madrid.

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