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Ana Ávila*

Iglesias y ermitas herreñas conservan imágenes de moderna factura que por diversos motivos no han sido estudiadas. Uno de ellos, su avanzada cronología, quedando así relegadas en beneficio de las que podemos considerar antiguas, es decir, las de los siglos XVII a gran parte del XIX. Otra circunstancia estriba en el origen de dichas piezas y en el sistema en que han sido concebidas. Olot se perfila como la procedencia de ciertos ejemplares. Esta localidad gerundense es responsable desde la segunda mitad del siglo XIX, y particularmente a lo largo de la primera del siguiente, de inundar los recintos sacros del territorio peninsular de imágenes producidas en serie. No es extraño que también llegaran a la pequeña isla de El Hierro. “El Arte Cristiano” es uno de estos talleres, que pervive en la actualidad: el sello que tiene en su manto la patrona de los músicos, Santa Cecilia (2019), en la parte trasera de la pieza, es prueba de este origen. En la misma iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Concepción se conservan diversas imágenes características de la producción de esta localidad catalana. Las primerizas, desde el punto de vista cronológico, son el Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María, en las que abundantes ornamentos en sus vestimentas dinamizan la suave paleta de su policromía. Ambas piezas permanecieron durante tiempo en el retablo mayor, sustituyendo a las tallas de San Pedro y San Pablodespués recuperados. Otra, representando a Santa Catalina de Alejandría, debe tener esta filiación, surgida en uno de los tantos talleres de la capital de la comarca de la Garrotxa [Fig. 1].

Fig. 1 Santa Catalina de Alejandría década de los veinte treinta del s. XX 

[Fig. 1] Santa Catalina de Alejandría, década de los veinte-treinta del s. XX, pasta de cartón y madera, 80 cm de alto (Valverde, iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Concepción).

Se trata de un tipo de imaginería que podríamos tildar de amable, alejada del carácter expresivo, y a veces tremendista, de la estética barroca. Rostros de suave modelado, sin que tengamos que conjeturar sobre dilemas de su vida interior, se adaptan a un tipo de devoción nada traumática, identificando imágenes de pequeño formato, casi más apropiadas para un oratorio que para un retablo. Esta industria de figuras religiosas crea piezas de poco peso, realizadas en yeso o pasta de cartón y madera a partir de un molde. Esta técnica hace que se les considere piezas “sin mérito”, tal como se describen en un inventario de bienes de la parroquia de Valverde (1952). Una vez pulimentadas, se procede a su policromía con pintura de aceite o plástica. Los tonos lisos de las vestimentas pueden ser dinamizados con cenefas doradas y otros motivos ornamentales, a través de los cuales es posible establecer cierta cronología, no siempre fácil debido a la insistente repetición de idénticos modelos. Los ojos de cristal expresan un arrobamiento donde no hay lugar para el drama, impulsores de miradas de éxtasis comedido o de sencilla complicidad cuando varias figuras conforman un grupo.

Santa Catalina de Alejandría es una pequeña escultura en que se la representa de pie acompañada de ciertos atributos que la identifican. Hay estudiosos que dudan de la veracidad de la historia de esta mujer, virgen y mártir, a la que la hagiografía sitúa en la ciudad portuaria de Egipto en los inicios del siglo IV, mientras gobernaba Majencio. El dominico italiano Jacopo della Voragine se hace eco en el siglo XIII de antiguos textos y de la ficción que giraba en torno a la joven, tal como se advierte en la Leyenda Dorada, obra que tanto contribuyó a su divulgación e impulsó a los artistas a su representación en variados momentos de su vida. Su cabeza con larga cabellera se enaltece aún más gracias a la aureola, aunque sea de hojalata, si bien en otras ocasiones es una corona regia la que corresponde a su iconografía, dada la condición noble de su familia. Siendo muy joven destacó como una excelente estudiosa, rebatiendo con su palabra y convencimiento a eruditos y hasta al propio emperador. Su determinación y osadía en sus creencias cristianas le llevarían a la muerte. Negándose a hacer sacrificios a los dioses, y para evitar la propagación de la fe, sería sometida a arresto en palacio y seguidamente conducida a prisión, donde fue brutalmente tratada. Se le quiso provocar graves lesiones corporales mediante ruedas recorridas por afiladas cuchillas, prueba de lo cual es la que se sitúa bajo su brazo izquierdo. Afortunadamente, pudo entonces sobrevivir gracias a que un ángel bajó del cielo y las detuvo. Persistente en sus creencias y en su entrega a Cristo –forma parte de su iconografía el matrimonio místico con el Niño Jesús-, el emperador mandó que fuera decapitada, siendo la espada que sostiene con su mano siniestra testimonio de esta cruel acción. La punta de la larga hoja está cerca de su pie derecho, descalzo como su compañero, señal de humildad a pesar de su condición social. Por todo ello, se hizo merecedora de la palma del martirio, atributo que sostiene en su mano derecha, reconstruida, un símbolo de victoria al morir por la fe quienes la defienden incluso con su propia muerte.

La rosa túnica de la santa tiene el cuello cerrado, se ciñe a la cintura y sus mangas son largas, ribeteada con una sencilla cenefa dorada, la cual se desarrolla con un ritmo curvilíneo en el verde manto, ambas piezas de apastelados tonos. El pecho de la primera se decora con un motivo heráldico [Fig. 2]. Se trata de dos escudos unidos por una de sus puntas, acompañados por ornamentos exteriores que insisten en su acoplamiento. Uno de ellos es el yelmo de metal, tarado de tres cuartos, orientado en ligero perfil, apreciándose los barrotes en su batiente, rematado por una corona condal. Ambos escudos quedan abrazados mediante lambrequines, tela cortada de tal forma que simula hojas de acanto. Se trata de una planta perenne, en este caso, asociada a la perdurabilidad de los linajes que se representan en los soportes de la pareja heráldica. Además, sus hojas espinosas aludirían a las dificultades de la vida, siendo apropiadas para identificar a quienes logran superarlas. Dichos escudos están entrelazados gracias a un cordel, colgando un par de borlas de las puntas del cordón anudado. 

Fig. 2 Detalle de Santa Catalina de Alejandría

[Fig. 2] Detalle de Santa Catalina de Alejandría.

El blasón de la izquierda está estrechamente vinculado con la isla de El Hierro, ya que es su propia insignia: en el eje central, sobre el verde del campo, el Árbol Santo (con nubes húmedas en torno a su copa), y a ambos lados, un león rampante y una torre, elementos propios del escudo del reino de Castilla. Su compañero corresponde al escudo de armas de una persona. Partido de arriba abajo, ambos flancos están claramente diferenciados mediante figuras y esmaltes. El siniestro -a nuestra derecha- cuenta con una figura de construcción, la torre, sobre la que se alza otra de un animal, un águila con sus alas extendidas, elementos propios del apellido Padrón, habitual en la referida isla. Se combinan los esmaltes gules (rojo) y sinople (verde), además de la plata como metal. El flanco diestro tiene el campo jaquelado en negro y marrón, con una cruz blanca, blasón del apellido Darias, si bien no parece que sean las figuras geométricas de este ajedrezado las más habituales de su heráldica. El lema aparece escrito en latín en una filacteria que ondea bajo ambos escudos: PEJOR AVIS AETAS. Se trata de una idea tomada de una de las Odas (III, 6) del poeta Horacio (s. I. a. C.) –Aetas parentum pejor avis tulit nos nequiores, mox daturos progeniem vitioaiorem-, que viene a sugerir que la generación actual no tiene por qué ser mejor que la de los abuelos, ni siquiera la que vendrá después de nosotros, poniendo así en valor los tiempos de nuestros ancestros. 

Todo lo descrito apunta a considerar que estamos ante el blasón de Dacio Victoriano Darías Padrón. Nacido en Valverde, la capital insular de El Hierro, el 22 de marzo de 1880 (Archivo Parroquial de Valverde, Bautismos, 11, fols. 146-147), se registra en el Padrón de la isla del Hierro de 1885 como un niño nacido del matrimonio formado por Agustín Darias Arteaga, de San Sebastián de La Gomera, capitán de Infantería, y la herreña Guillermina Padrón Hernández (Archivo Parroquial de Valverde).  Además de entrar al servicio del ejército desde 1899, Dacio Darias fue maestro de enseñanza primaria y subdelegado de la misma área en su isla natal, incluso profesor mercantil. En 1901 participaría en la creación del Gabinete Instructivo de Valverde, en el marco del cual ejerció de bibliotecario. Investigador del pasado de las islas Canarias, es autor de libros y numerosos artículos que abordan asuntos de sus aborígenes (llegó a firmar con el seudónimo Armiche) y de su historia moderna y contemporánea. Muchas de sus investigaciones fueron consagradas a El Hierro, convirtiéndose en su Cronista Oficial por acuerdo del Cabildo en 1925, después de que la corporación municipal le diera la misma distinción, referida a su villa natal, en 1918. El periódico El Deber, donde colaboró, solicitó en su primer número, de 9 de septiembre del año siguiente, que se le rindiera un homenaje como herreño ilustre. Precisamente, él glosaría la vida de ciertos paisanos que habían destacado en algunos aspectos de la vida civil y religiosa 2. Al Garoé le dedicó un par de artículos aparecidos en la Revista de Historia (nº 1-8, 1924-25), siendo su obra cumbre Noticias generales históricas sobre la isla del Hierro, una de las Canarias, aparecida en 1929 (San Cristóbal de La Laguna, Imprenta Curbelo). 

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En las cubiertas de la monografía dedicada a El Hierro [Fig. 3] y de Los condes de La Gomera (Ampliaciones y rectificaciones), trabajo publicado en 1944 (Santa Cruz de Tenerife, Imprenta Católica), aparece el conjunto heráldico que hemos comentado a propósito de Santa Catalina de Alejandría, con la diferencia del lema, en estas ocasiones con la simple frase Ex - Libris en la cinta 3. En la portada del primer libro se repite el escudo insular, en esta ocasión con su corona de conde. La heráldica estaba entre los intereses intelectuales del ilustre herreño, en paralelo a la genealogía, sobre lo cual llevó a cabo varias publicaciones, como Linajes herreño gomeros. Familia Espinosa-Ayala (La Laguna, Narciso de Vera, 1924). De hecho, él mismo dibujó árboles genealógicos y blasones, tal como vemos por los años veinte, que firma y fecha, como el árbol de la familia de Tadeo Febles Espinosa y Efigenia Quintero Espinosa, con escudo, firmado en Valverde el 2 de noviembre de 1920 4, y el blasón de los apellidos Espinosa-Ayala-Barreda, entornados por otros escudos, en el que también deja constancia de su autoría 5. Estas composiciones refuerzan la idea de que el blasón que campea en el pecho de la citada imagen de Santa Catalina de Alejandría esté realizado por el propio Dacio Darias. Desconocemos la elección de esta santa para hacer destacar su blasón familiar, la cual en su condición de intercesora ejerce patronazgo sobre diversos oficios, profesiones y actividades humanas. En relación al cronista herreño, podemos precisar que está vinculada a estudiantes y educadores, archiveros y bibliotecarios. Sin embargo, siendo el libro otro de sus atributos, está ausente de la referida imagen, por lo que habría que pensar que la causa sería la presencia en Valverde de la ermita de Santa Catalina, uno de los recintos sacros más antiguos de la isla, citado en el testamento del conde Guillén Peraza en 1531, pero del cual tan solo eran ruinas lo que quedaba a mediados del siglo XIX. Allí se celebraron las exequias del conde Diego de Ayala y Castilla, fallecido en 1592, acompañado por el Cabildo en pleno 6. Difícilmente se puede precisar la ubicación de lo que debía ser una pequeña construcción, permaneciendo su memoria a través de una minúscula plaza, de fines del siglo XIX, que sería ornamentada con un nicho y una cruz (1893). En sus proximidades, la denominada Casa del Conde es testimonio de la vinculación de esa parte de Valverde al conde de La Gomera y señor de El Hierro.

Fig. 3 Cubierta de Noticias generales históricas sobre la isla del Hierro

[Fig. 3] Cubierta de Noticias generales históricas sobre la isla del Hierro, una de las Canarias, San Cristóbal de La Laguna, Imprenta Curbelo, 1929 (Foto: Biblioteca de la Universidad de La Laguna). 

La conexión de la imagen de Santa Catalina de Alejandría con Dacio Darias la confirma el inventario de bienes de la parroquia levantado por el entonces sacerdote, Juan Rodríguez Cárdenes, el 21 de septiembre de 1952, en que se dice que fue donada “hace años” por dicho historiador. Por entonces se encontraba en el nicho del lado de la Epístola del retablo de la Virgen del Rosario, con la Milagrosa –también del mismo origen gerundense- en el opuesto.

Dacio Darias estuvo ligado a la iglesia parroquial de Valverde de diversas maneras. Una de ellas, consultando su Archivo parroquial, otra, participando en la intervención arquitectónica de la que fue objeto entre 1937 y 1940, mientras que, por lo que afecta a a la escultura, es autor de “Algunas imágenes de la parroquia de Valverde” y “San Agustín, patrón de la isla del Hierro” 7, artículos aparecidos en la Revista de Historia (1926-1927), preocupándole siempre el origen del Cristo a la columna, que defendía erróneamente como pieza genovesa. Algunas esculturas de iglesias y ermitas herreñas se reproducen en su citada monografía sobre El Hierro, pero no siempre fueron acertadas sus apreciaciones acerca de los testimonios culturales en cuanto obras de arte. Los blasones que muestra Santa Catalina de Alejandría en su pecho ahondan en la vinculación de Dacio Darias a su tierra natal y, más concretamente, a la villa que le vio nacer y a la iglesia donde fue bautizado.

*Profesora Titular de la Universidad Autónoma de Madrid.

Agradezco las sugerencias de Juan Gómez Pamo y Manuel Jesús Hernández González.

2 A él se debe el nombre de la plaza municipal, Pedro Quintero Núñez, “Virrey de Manila”, inaugurada el 13 de junio de 1921 en compañía de Dolores González de Aledo, presidenta de la Real Sociedad de Damas de Valverde (El Deber, nº 22, julio 1921).

3 En libros que han sido de la propiedad de este investigador, su pertenencia está identificada con una filacteria que ondea al viento, en la cual aparecen con mayúsculas sus nombres (del segundo, la inicial) y el primer apellido, lo cual debe entenderse como un Ex - Libris

4 Se reproduce en Ana Ávila, Fotografías de Matías Padrón Padrón (1854-1926). Imágenes de la sociedad herreña, Islas Canarias, Gobierno de Canarias, 2019, fig, XVI.

5 Ávila (2019), fig. XIX.

6 Ana Ávila, Isla de El Hierro. Patrimonio artístico-religioso, Islas Canarias, Gobierno de Canarias-Valverde, Ayuntamiento, 2012, pp. 303-305.

7 El nombre de este santo es, precisamente, el del padre del escritor. La iglesia parroquial de Valverde conserva una imagen de este padre de la Iglesia donada por Dacio Darias, tal como se especifica en el frente de su peana, en 1951, según recoge un inventario del año siguiente (Archivo Parroquial de Valverde). En estos momentos se emplazaba en el retablo de San José, inexistente en la actualidad. Sin duda, era preocupación del investigador recuperar para el templo la imagen del patrón insular, que centraba el desaparecido altar del Doctorado (s. XVII), reproducida en su monografía sobre la isla de El Hierro.

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GMº/Un libro editado por Editorial Kinnamon donde la autora nos muestra su razón de ser como periodista. Nos acerca a la ceguera y convierte a la novela en embajadora de la ciudad de La Laguna, lugar donde se crió vendiendo cupones con su padre hasta conseguir convertirse en presentadora de informativos. A sus treinta y ocho años y con una dilatada carrera profesional, entre los que cuentan sus catorce años en la Televisión Canaria, Yaiza Díaz se anima a publicar su primera novela, La hija del ciego. 

Díaz resume la esencia de este libro en la historia de una niña que tiene como nombre Marina y que nace con la necesidad de comunicar, explicarle a su padre ciego cómo era el mundo y que no perdiera detalle. «Esta es mi razón de ser como periodista, porque esa niña soy yo, y este libro es una muestra de amor hacia mi padre que ahora quiero compartir con todos ustedes con el fin de acercarles la ceguera de la manera más natural, como la vivimos en mi casa». 

Eso sí, la periodista advierte que es un libro solo apto para las personas que leen con el corazón y es que lleva toda una vida almacenando situaciones en su mente porque «sabía que algún día tenía que contarlo». 

Se trata de un libro que se desarrolla en la ciudad de La Laguna, allí es donde ella se crió vendiendo cupones cerca de la Catedral. Cualquiera que lea esta historia de complicidad entre padre e hija, paseará con ellos por las calles laguneras y reconocerá sus bares, pasará frío con ellos, irán entre muchas otras cosas a partidos de fútbol juntos, se emocionará y reirá. 

La autora siente que con esta obra deja para la posteridad recogida la historia de sus abuelos, quienes lucharon para sacar adelante a seis hijos, pero tres de ellos ciegos. Así que Díaz nos trasladará a los años sesenta, cuando sus abuelos tenían un despacho de pan en la Avenida de la Trinidad y su padre y sus hermanos iban a la calle del Juego, pues a eso, a jugar con otros niños que veían. 

Descubrirás de voz de los protagonistas cómo perdieron la vista, cómo se ve el mundo desde el otro lado. Porque como bien dice Rafael de Lorenzo, Secretario General del Consejo General de la Once, quien apadrina esta obra y acompañará a la autora en su presentación: «cuando busques la verdad y no lo veas nada claro asume que la oscuridad es la luz, vista desde el otro lado». 

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La obra ha sido acogida, acariciada y apreciada por la Editorial Kinnamon, la cual preside José Javier Soto y a la que pertenecen numerosos autores relevantes en el mundo de la ciencia, el derecho, o el cosmos y la naturaleza de diferentes países. Kinnamon lleva proyectadas con éxito desde Canarias más de 50 publicaciones. Por tanto la periodista ha sido recogida entre sus filas y nos presenta esta novela donde aglutina la fuerza artística de sus amigos. 

Una llamativa portada con una descriptiva imagen que representa esos paseos compartidos por el camino de la vida con su padre y que ha retratado perfectamente el artista, también lagunero Alberto León, quien expone en la Graffik Gallery londinense y cuenta con su propia galería en Barcelona. Allí también se encuentra afincada la paisana y fotógrafa Yapci Ramos a quien acostumbramos ver en exposiciones internacionales y que ha asumido la responsabilidad de hacer la foto de la autora en la contraportada. Con todo esto, Díaz nos presenta un libro lleno de arte, con tapa dura, papel procedente de fuentes responsables, letra apta para personas con dificultades visuales y lo más importante, de color magenta, el color de una auténtica princesa guerrera. Una maquetación y corrección supervisada por la mallorquina Belén Isasi. 

Así lo resume su prologuista, el profesor de Filología Inglesa y Alemana Christian Santana Hernández: «Un trabajo que nos hace reír, llorar y pensar... Cierto que no todo es color de rosa, porque no se trata simplemente de que Yaiza nos cuente sus recuerdos. En realidad, nos tapa los ojos y nos suelta de la mano. Si hoy tuviera que definir la ceguera... les diría que lean y abracen a La hija del ciego. A partir de entonces todo tendrá sentido». 

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Ana Ávila*

El 26 de diciembre de 2020 tratamos en las páginas de este diario digital sobre algunos aspectos de la corona y la media luna de la Virgen de los Afligidos, imagen que ocupa el nicho central del retablo de la ermita de Santiago, situada al norte de la villa de Valverde (El Hierro). Con respecto a la segunda pieza, se trata de un ejemplar de plata donado por Juan Bautista Rodríguez, tal como recoge una inscripción situada en su parte central, a ambos lados de la cabeza de un querubín. Considerada de procedencia venezolana, probablemente esté labrada en la segunda década del siglo XIX.  Entonces, y en otros momentos, hemos apuntado que esta identidad se correspondería con Juan Bautista Rodríguez Hernández, hijo del sargento Francisco Rodríguez Ortega (o Arteaga) y de María Hernández de Orta (o Dorta), quienes habían contraído matrimonio con anterioridad al 19 de febrero de 1761, fecha en que nació su hijo José Conrado Domingo. Hasta ahora no teníamos ningún dato que nos llevara a vincular al donante con la ermita de Santiago, pero esta asociación adquiere la naturaleza de práctica certeza al comprobar que su padre, es decir, el citado Francisco Rodríguez Ortega, fue mayordomo de la cofradía del apóstol1.

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Francisco Rodríguez Ortega tuvo varios hijos: José Conrado Domingo (a quien hemos mencionado), Petronila (casada con Antonio Ramos Castañeda), el referido Juan Bautista (que debió nacer hacia 1776, por cuanto al fallecer, el 16 de agosto de 1846, contaba con setenta años de edad) y Mariana, quien contrajo matrimonio con Lorenzo Sánchez. Esta última redactó testamento en 1830, cuando estaban a su cargo dos hijos (José y Juan), y otro (Francisco) se encontraba casado con Petronila Reboso, mientras que Timoteo se hallaba en América (Índice de los protocolos, pertenecientes a las escribanías de la isla de El Hierro, La Laguna, Instituto de Estudios Canarios, 1974, nº 3171). En el momento que redacta sus últimas voluntades (16 de agosto de 1808), Francisco Rodríguez confiesa cómo su yerno, Antonio Ramos Castañeda, le debía cierta cantidad de dinero perteneciente a la cofradía de Santiago apóstol, siendo también otros los deudores: Cristóbal Mederos y Ana Barrera (Archivo parroquial de Valverde, Testamentos, 10, fol. 151).

Si bien habíamos apuntado como remota posibilidad que la media luna de la que hablamos pudiera pertenecer a Nuestra Señora de los Reyes, por cuanto Juan Bautista Rodríguez ejerció de mayordomo de su cofradía, la conexión de la familia (al menos su padre y él mismo) con la ermita de Santiago posibilita que pertenezca a la Virgen de los Afligidos, que él mismo hubiera donado la corona, y, tal vez, la propia imagen, cuyas manos fueron sustituidas por otras en la intervención que llevó a cabo Ezequiel de León en 1964, quien no se privó de exacerbar con abundante sangre el carácter afligido del rostro.

Dacio Darias recoge una información documental que le sitúa como alcalde mayor de la isla (Noticias generales históricas sobre la isla del Hierro, una de las Canarias, La Laguna, Imprenta Curbelo, 1929, nota en pág. 273).

*Profesora Titular de la Universidad Autónoma de Madrid.

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El acto de presentación, organizado por la Asociación cultural Amador, tendrá lugar este sábado 21 de agosto a las 21:00 horas

Redacción/Organizada por la Asociación cultural Amador, la céntrica plaza de Tigaday, en La Frontera, acogerá este sábado 21 de agosto a las 21:00 horas la presentación en El Hierro del documental “María Mérida, hasta que muera mi voz” (Producciones Almacabra, 2021), realizado por la guionista y directora Susi Alvarado y el director de fotografía Álvaro Carrero Puig.

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Ratio: 3 / 5

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Redacción/ Una parte del estudio que ha permitido a la epigrafista y codirectora de la Cátedra Cultural de Estudios Bereberes de la Universidad de La Laguna Irma Mora Aguiar descifrar el alfabeto líbico-bereber de El Hierro está disponible desde el pasado lunes 26 de julio. Este trabajo, resultado de diez años de investigación y objeto de una tesis doctoral defendida el pasado mes de abril, ahora puede consultarse gratuitamente en el n.º 2 del volumen 21 de la revista Vegueta.

La transcripción de una escritura consiste, básicamente, en establecer los valores fónicos de sus grafemas. Para ello, es necesario partir de un método epigráfico riguroso y falsable, basado en la gramática de la lengua que representa. La transcripción del alfabeto líbico-bereber herreño permite, por tanto, leer los textos epigráficos de los aborígenes herreños. Pero, además, también se pueden leer las inscripciones del resto de islas, dado que la doctora Renata Springer demostró en 2017 que a todas ellas llegó el mismo alfabeto.

 

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