Por Raúl Acosta Armas*.

En las últimas semanas han llegado a la isla cientos de inmigrantes que son tratados en condiciones infrahumanas.

La isla de El Hierro ha recibido en las últimas tres semanas cerca de 1.000 inmigrantes en diferentes pateras y cayucos que han arribado al pueblo de la Restinga casi a diario.

Cientos de personas se aventuran a cruzar el océano en esta época del año por las condiciones meteorológicas en alta mar que permiten una mejor navegación. Se suma además, a la frágil estructura política africana, el golpe militar en Níger ocurrido el 26 de julio de 2023, en el que la guardia presidencial arrestó al Presidente Mohamed Bazoum.

Hoy por hoy, nuestra isla no tiene la capacidad ni las infraestructuras necesarias para tratar dignamente a estas personas que han arriesgado su vida en estos peligrosos viajes.

Cuando se produzca una verdadera oleada de pateras y cayucos en nuestras costas y nos veamos desbordados, como sucedió en Lampedusa, será tarde. Cuando presenciemos impotentes su muerte en nuestras aguas o cuando los hacinemos en tierra en condiciones inhumanas, ya será demasiado tarde.

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A nivel interno, tenemos que preparar un protocolo ágil para que esos inmigrantes sean tratados de forma digna y humanitaria. Tenemos que potenciar los traslados a centros más adecuados y mejorar la realización de las pruebas óseas para que puedan hacerse en El Hierro y así evitar los traslados innecesarios entre islas. También, tenemos que garantizar que tengan una asistencia jurídica acorde a un Estado de Derecho.

El centro de Echedo debe rehabilitarse y se debe exigir al Ministerio que lo dote debidamente, y la Residencia de Estudiantes de Valverde debe volver a ser eso, una residencia, no un centro improvisado.

Desde el punto de vista de la política internacional, tenemos que reclamar que exista una verdadera cooperación internacional que mejore las condiciones de vida de esos países, evitando así este drama humanitario.

Los europeos tenemos una deuda impagable con África, no debemos olvidar que desde el siglo XVII comenzamos a raptar a millones de personas para ser vendidas como mano de obra esclava en las colonias, y que las riquezas del viejo continente se fraguaron con la sangre de los descendientes que hoy queremos evitar que entren en nuestros países.

Qué hipocresía, en su día los trajimos a la fuerza y hoy queremos devolverlos casi sin llegar a pisar tierra, si es que tienen la suerte de pisarla.

 

*Raúl Acosta Armas, diputado del Parlamento de Canarias por la Agrupación Herreña Independiente (AHI).