Por Juan Jesús Ayala.

Cuando en Valverde aparecieron las primeras ventas que tenían de todo, desde alpargatas, abanadores hasta jabón, Lagarto o azúcar, se usó por buena parte de estas ventas una especie de trueque para muchos alimentos u otros productos que se llevaban a su mostrador y se cambiaban por el que se necesitaba, más o menos del mismo valor. 

Pero lo más destacableen aquellos años fue "la libreta de la venta" que tenían todas aquellas familias consumidoras y a la vez los establecimientos o ventas donde se iba aadquirir un determinado producto.

Una vez pasada la fase de trueque, como el dinero no circulaba a diario por la mayoría de las casas, se implantó, casi por generación espontánea, una curiosa práctica y forma de acudir a las ventas, en nuestro caso a la de Doña Antonia, como fue la libreta de la tienda.

La libreta de la tienda de Doña Antonia era un cuaderno de no muchas hojas, que tenía en su contraportada dibujada el mapa de La Palma, ya que la vendía un comerciante de esa isla.

Pues bien, el día que se iba a comprar se apuntaba en la mencionada libreta aquellos productos y su cantidad; bien un litro de petróleo, medio litro de aceite, medio kilo de pimiento molido, 4 kilos de millo para las gallinas, un sombrero de paja para el sol, un par de sobres de azafrán   o unas alpargatas (lonas) marca el Faro.

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 Una vez que Doña Antonia nos había despachado y para tener constancia de la compra adquirida, anotaba también en su libreta los productos, la cantidad y el precio y el nombre del titular de la libreta compradora. Pasada una semana o quince días, según el trato oral que se adquiriera, se le pagaba; generalmente era cuando las familias vendían el queso una vez curado o fruta, que con parte de ese dinero se apartaba para satisfacer la deuda que se tenía con la venta.

Algunas veces carecía de lo que se iba a comprar y tenía que enviar a alguien de su familia o algún conocido que se acercara al depósito de Abastos que estaba cerca, la venta en la calle de El Teatro y Abastos a dos pasos en la calle Licenciado Bueno.

La venta de Doña Antonia la recordamos con cariño y nostalgia porque fue la de nuestro entorno y hacia ella íbamos a comprar; primeramente estaba en los bajos de la casa de Doña Alberta Cejas, y más tarde se trasladó a la casa aledaña en la misma calle del Teatro, vivienda que había adquirido de la compra que efectúo a los descendientes de Don Gabino, Soledad y Rodrigo.

En realidad, la libreta de la tienda era la mejor solución dado la escasez de dinero que circulaba en aquellos momentos, pero dada la generosidad de los comerciantes se podía salvar las carencias que pudieran surgir en un momento determinado. Y tan es así que ante un imprevisto como una muerte de cochino, los preparativos de una boda o de un bautizo que se necesita cantidades mayores, nunca fue problema para los comerciantes de las ventas   de Valverde. A nosotros nos tocó la de Doña Antonia, a la cual hoy   la tenemos en el reducto de la memoria…