Por Luciano Eutimio Armas Morales.

La expresión que da título a este comentario procede del refranero español, y hace referencia a la situación en la que “Alguien asume la totalidad de los gastos económicos derivados de algo, de una manera forzada, sin obtener a cambio ningún beneficio o provecho”. O casi ninguno, podríamos añadir.

Y esto es precisamente lo que creo que ocurre con el turismo en Canarias. Alardeamos de que vienen millones de turistas a Canarias. Nos congratulamos de que esa cifra se vaya incrementando de forma espectacular. Y se promueven nuevas urbanizaciones para facilitar cama para tanta gente. Citemos algunas, aunque hay muchas más:

En Fuerteventura: Urbanización “Matas Blancas”, 9.000 camas; Urbanización “Morro Jable”, 8.000 camas. Tengan en cuenta que simplemente para tener esas camas ocupadas durante el año, sería necesario que a Fuerteventura llegaran 800.000 turistas más de los que están recibiendo ahora.

En Gran Canaria: “Urbanización Ecológica y Turística Valle de la Aldea”, 1.500 camas. Observen el uso del apellido ecológica, y es que eso da cachet, porque no me negarán que sustituir cultivos de tomates, papayas, pimientos y berenjenas por unas construcciones de hormigón, debe ser muy ecológico.

Seguimos: Urbanización Taurito, 1.000 camas. Urbanización “Santa Agueda”, 9.000 camas. En este caso, además, pretenden el cierre de la fábrica de cementos de Arguineguín, Cementos especiales de las islas, la única empresa que produce cemento en Canarias, y ocupar el pueblo de pescadores de El Pajar con una macro urbanización y un puerto deportivo. Así que, por aquí lo tienen claro: fuera industria y fuera pesca, ¡Solo turismo!

Y seguimos. En Tenerife: “Costa de Adeje”, 2.200 camas; “Abama”, 1.400 camas; “Cuna del alma”, 3.600 camas. Observen también como le ponen nombres enternecedores, cuna del alma, a un proyecto de urbanización con campo de golf, centro comercial y hoteles, en una zona con importante impacto paisajístico, social y ambiental. Un verdadero atentado medioambiental, al que algunos políticos quieren dar luz verde para engordar el becerro de oro del turismo.

Y en El Hierro, que no podíamos quedarnos atrás, ¡Faltaría más! También tenemos en marcha un proyecto para hacer villas de lujo en lo que hoy son terrenos de agricultura intensiva en el Valle del Golfo, y alojamientos de turismo rural en lo que hoy son explotaciones ganaderas. Así que aquí tampoco nos vale la industria, ni la pesca, ni la agricultura, ni la ganadería: hay que apostarlo todo por el turismo. 

¡Y ENCIMA LES PAGAMOS LA CAMA!

En la prensa canaria de hoy, 24/09/23, se debate sobre el cobro o no, de una tasa por entrar en los espacios naturales de Canarias, como el Parque Nacional del Teide, la Caldera de Taburiente, el Parque Nacional de Garajonay en La Gomera, o el de Timanfaya en Lanzarote. Y manifiesta la consejera de Turismo del Gobierno de Canarias, Jessica de León, que alienta a los cabildos al cobro de esas tasas, porque la ecotasa no figura en el mapa del ejecutivo regional.

Para entendernos: pretende la consejera que los cabildos cobren una entrada a todo el que quiera disfrutar de un paseo por un espacio natural, ya sea canario o turista, porque la ecotasa, un impuesto que pagan los turistas en muchos lugares según los días de estancia, es algo que en Canarias no se contempla.

Los espacios naturales protegidos, los parques nacionales y los lugares de ato valor paisajístico, son reclamos de alto valor añadido para los turistas. Pero esos espacios requieren labores de mantenimiento y adecuación, y es necesario que haya un personal, de vigilancia, limpieza, información, etc. ¿Y quién lo paga? Nosotros con nuestros impuestos. Pero el turista lo disfruta gratis, porque va incluido en el “paquete turístico” que compró en Alemania o en Noruega. Y si se pusiera una tasa para entrar, nosotros lo pagaríamos dos veces: una con nuestros impuestos, y otra al entrar. Los turistas solo pagarían una vez.

Y es que los turistas, cuando pagan por un paquete vacacional para pasar una semana en Canarias, una parte del importe de ese paquete va para la compañía aérea, otra para el hotel en el que se alojen, quizá de todo incluido, y otra parte para beneficio de la agencia y otros gastos. 

El turista tiene derecho durante su estancia a una habitación de hotel, pensión completa, y disfrutar de nuestras playas, nuestro sol, nuestros espacios naturales y nuestros paisajes, pero esto último es gratis. La agencia se lo cobra al turista, porque es un atractivo para elegir este destino y no ir a pasar frio a Teruel o Soria en un paisaje monótono, por ejemplo, pero nosotros, los canarios, que ofrecemos nuestras playas, nuestros montes y nuestros espacios naturales a los visitantes, y además los vigilamos, los limpiamos y los mantenemos, no cobramos nada.

Por eso, en casi todos los destinos turísticos del mundo ya se está cobrando una tasa turística, y en España lo cobran en Baleares y en Cataluña. Porque el turista que va a esos destinos y disfruta de su mar, de su paisaje y de sus espacios naturales o de valor histórico o etnográfico, es justo que pague una tasa, que irá destinada al mantenimiento de esos mismos lugares.

Incluso se ha establecido en países de África, como Botswana, o de Asia, como Tailandia, 8 dólares diarios, o Japón, 10 dólares por sayonara, es decir, cuando el turista sale del país. Normalmente esa tasa es una cantidad módica, de entre 2 y 10 euros, aunque puede llegar a 220 dólares por día en un destino como Bután.

En Canarias, la tasa turística ni está ni se le espera.  Además, se pretende bajar el IGIC, para que el turista pague menos. Y además, se pretende excluir a Canarias de las tasas por emisiones a la aviación y la navegación, porque eso al final también lo iban a pagar los turistas. 

Pero la paradoja es que el turismo, que no ha parado de crecer en Canarias desde hace cincuenta años y se ha convertido en el motor de nuestra economía, ha provocado que tengamos en nuestras islas la mayor tasa de paro, la mayor precariedad laboral, la peor educación y la peor sanidad. ¿Y vamos a corregir esa situación haciendo más camas para que vengan más turistas?

Más turistas, que requerirán más infraestructuras, mas equipamientos, mas dotaciones en sanidad y en educación para los inmigrantes que vendrán a ocupar los puestos de trabajo creados, mas autopistas, mas depuradores, mas desaladoras, más contaminación y degradación de nuestras castas y nuestros espacios naturales. Y la receta que seguirán queriendo aplicar algunos políticos, es promover-autorizar mas camas, mas camas, mas camas, y así hasta el infinito.

Un taxi tiene expresamente indicado el número de pasajeros que puedes transportar. Y un autobús, igual. Y un camión, la carga máxima que puede soportar. Y un estadio, la capacidad y el número de espectadores que puede albergar, teniendo en cuenta que debe cumplir determinados requisitos de seguridad

En realidad, el territorio también tiene una capacidad de carga máxima de población, que, en el informe del Club de Roma en 1972, “Los límites del crecimiento”, la definió como: “lacantidad máxima de individuos en una población que un hábitat puede soportar conforme a sus recursos, sin que se produzcan efectos adversos para esa población ni para el ambiente”.

 Y eso lo tienen claro en Europa, porque si durante años han destinado el mayor flujo de recursos a financiar grandes infraestructuras, ahora ha cambiado el chip, y la prioridad es I+D, nuevas tecnologías y energías alternativas, medio ambiente… así que el túnel de La Restinga a Las Playas, seguramente deberá esperar lo indecible.

En Canarias, en los primeros años del presente siglo, conscientes de que habitamos unos territorios insulares pequeños, muy limitados y muy codiciados, se promovieron unas leyes que contemplaban esa capacidad de carga de los territorios, como la Ley 1/2000 de ordenación del territorio de Canarias, pero que posteriormente fueron descafeinadas por la Ley 4/2017 del suelo y los espacios naturales, (Y aquí volvemos a encontrar un apellido muy enternecedor: Los espacios naturales), y la Ley 14/2019 de las islas verdes, que con el pretexto de permitir mayor desarrollo económico y la creación de puestos de trabajo, (¡La monserga de siempre!), lo que han hecho es abrir la compuerta a los especuladores del suelo y amnistiar a los infractores.

Canarias es un destino turístico muy cotizado, y el turismo debe continuar siendo el motor económico de nuestra economía. Pero si es un destino cotizado, debemos subir el precio, para que aumente la rentabilidad y disminuyan los impactos negativos. Debemos cobrarles a los turistas una tasa turística por disfrutar de nuestras playas y nuestros espacios naturales; y no deben quedar exentos de pagar la cuota que les corresponda por la tasa al queroseno; y deben pagar IGIC similar al IVA de su lugar de origen, y con todo esto, los viajes le resultarán mucho más caros. 

Y Canarias sería un destino de lujo, al que vendrían menos turistas, pero pagarían muchísimo más y contaminarían menos. Es eso del turismo de calidad del que tanto hablan, pero por el que tan poco hacen, porque si se establece una tasa turística de 5 euros día, por ejemplo, un turista con mediana capacidad de compra no dejaría de venir a Canarias porque le cobraran 30 euros de tasa turística, y nuestros cabildos dispondrían de 500 millones de euros para tener como un espejo sus espacios naturales. 

Pero lo que predomina en nuestras islas es un turismo de alpargata, que en términos relativos gastan poco, contribuyen mucho a la degradación medioambiental y al consumo de agua, energía y servicios, y además disfrutan gratis de nuestro sol, nuestros paisajes, nuestros espacios naturales, y como decía al principio, al final le pagamos la cama.

¿Y por qué ocurre todo esto? Pues muy sencillo, porque el negocio de verdad no está en la explotación turística, en la que esforzados y sacrificados empresarios tratan de sacar una rentabilidad mínima a sus negocios para mantener sus gastos corrientes y poderles pagar unos sueldos precarios a sus trabajadores, porque algunos no tienen margen para más, que todo hay que decirlo.

El negocio de verdad está en conseguir con un informe favorable de unos técnicos y la complicidad de unos políticos, que una recalificación del suelo permita aumentar su valor un diez mil por cien. Luego lo venden para que construyan un complejo hotelero o residencial de lujo, y a volar con la pasta para Panamá.

 Y así los depredadores del suelo van comiendo insaciablemente el territorio escaso de nuestras islas, porque para aliviar el problema del paro, hay que hacer más hoteles, más centros comerciales, más campos de golf y más puertos deportivos. Y para poder atenderlos necesitamos que vengan más trabajadores de fuera, que requerirán más viviendas, más colegios para sus hijos, (En un colegio de Fuerteventura, en una clase de treinta niños, solo uno es de padres nacidos en la isla. Por ejemplo). Y se requerirán también más hospitales, más carreteras para más coches, más depuradores, más desaladoras, y así hasta el infinito. 

Al final, la degradación del medio ambiente y de los espacios naturales, la superpoblación, el deterioro de los paisajes, los atascos de tráfico a pesar de que continuamente se están haciendo nuevas vías o ampliando las existentes, la contaminación de las costas por la ineficiencia o incapacidad de las depuradoras, la contaminación del aire, etc. etc. provocarán un destino turístico degradado y únicamente demandado por los alpargateros, que vendrán con la condición de que no les cobren por nada y les paguen la cama.

Me hubiese gustado asistir a la Jornada del Día Mundial del Turismo, a celebrar en el mirador de La Peña el próximo miércoles, a la que me han invitado, pero este día tengo previsto estar fuera de la Isla. Me gustaría preguntarle a los ponentes, que piensan de la tasa turística.

 Y a los representantes de los ayuntamientos, les preguntaría que piensan del hecho de que la Isla de El Hierro tenga fama de haberse convertido en el paraíso de los caravaneros de Canarias, por la falta de regulación, de vigilancia y de respeto a normas elementales por parte de algunos incívicos, que ante la carencia de oferta de camping´s en zonas de costa, ocupan y viven en zonas de equipamientos, de ocio y de baño, dejando basuras y residuos orgánicos en lugares públicos y en nuestras costas. 

Cierto es que el turismo de caravanas es tan digno como cualquier otro, y con frecuencia respetuoso con normas y con la naturaleza, y como tal debe ser acogido y apoyado. Pero la carencia de una oferta de camping de costa en la isla, y la falta de una normativa y vigilancia adecuada por parte de los ayuntamientos, propicia que los incívicos puedan campear a sus anchas, porque en la Isla de El Hierro se permite todo, degradando la imagen de la isla como destino turístico.