Por Juan Jesús Ayala.

En estos momentos de la historia muchos son los que pretenden ser coparticipes o protagonistas para  acceder al gobierno que pueda conformarse tras las elecciones del 23 de julio. Si abarcamos con una rápida ojeada el panorama español no existe ninguna organización política de cierta relevancia en suma de votos que por activa o pasiva no quiera convertirse en sujeto político del nuevo gobierno (si es que este  llega a  constituirse).

Formulas hay que se han desempolvado que parece cobran de nuevo vigencia. Y las quieren activar tanto el PP como el PSOE, SUMAR; así como determinados nacionalismos, vamos a llamarlos periféricos.

Rebobinando la historia, tendremos que hacer alusión a las Jornadas celebradas en 2017 en Granada  bajo el lema “Por el catalanismo y la España Federal” que concluyó con el Acuerdo entre la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE y la Comisión Ejecutiva del PSC cuyo fundamento principal y único fue abordar el tema candente del catalanismo con las apetencias de ciertos partidos nacionalistas catalanes que iban más allá de lo aceptado por la Constitución , alejados del modelo autonómico actual por lo que habría que modificar el Titulo VIII  llegando a la conclusión que la mejor formula para solucionar por el cauce político  la cuestión catalana era el ir hacia un Estado Federal, que en principio daría satisfacción a las organizaciones políticas nacionalistas de ese territorio. 

Otros nacionalismos como el gallego, vasco y también el catalán, desde 1923  ya consideran en el acuerdo de la Triple Alianza  que el Estado Español desde la vertiente político-sociológica reforzado por la cultural es plurinacional, Incidiendo aun más esta posición con la exigencia de ejercer el derecho a su autodeterminación camino de una futura independencia. Lo mismo que Galeusca en 1933 donde insistieron en las exigencias anteriores. Y posteriormente la Declaración de Barcelona de 1998. que desembocó en los acuerdos de Santiago de Compostela donde se ratificó en un documento firmado por las tres organizaciones nacionalitas las consideraciones políticas ya mencionadas, dejando el encorsetamiento autonómico como no operativo y menos aun reivindicativo.

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Pues tras las elecciones de 23 de julio, tanto por parte de  Sánchez como de los que tiene a su izquierda han enarbolado de nuevo que habría que modificar la constitución  en su Titulo VIII para ir  hacia un federalismo que de camino a un nuevo contrato y convenio del Estado con Cataluña y otros partidos nacionalistas, tales como el BNG y el PNV puesto que son necesarios para la futura y posible gobernabilidad del país dando satisfacción a estos   nacionalismos con las prebendas históricas por lo cual se podrá llegar a situaciones ciertamente kafkianas.

Así, por ejemplo, vascos y navarros ya exigen una república confederal entre   esos territorios por lo que se puede barruntar que algunos conseguirán, al fin, ser sujetos políticos con ampliación de sus cotas políticas y económicas mientras que otros se refugiarán en los articulados de un Estatuto apenas  movible y como convidados de piedra en el próximo  festín  político, como, por ejemplo, Canarias. Dado que el federalismo que se propugna será totalmente “asimétrico”.

El nacionalismo canario máximo es ahora el de CC, el cual ha aspirado secularmente a lograr cuestiones económicas y de cierto bienestar para las islas; pero cuando se  va a ejercer una  dinámica  consecuente que va más allá de un autonomismo ramplón  por determinados territorios es hora y además, CC, tiene la oportunidad, por lo menos, situarse en el pelotón de los “asimétricos” logrando un nuevo contrato vía federalismo con lo cual se ira iniciando la construcción nacional de Canarias.

Y ¿por qué?, Su voto parece ser decisivo y necesario en la formación de un futuro gobierno, por lo tanto es el momento de saltar sobre el cerco del “ruego” y encarrilarse en el camino de un Estado Federal, donde la unidad se conseguirá a través de la diversidad.

Tengamos pues cuidado con las asimetrías políticas que se avecinan y no se quede Canarias como siempre, a verlas venir.Los tiempos en la política han cambiado  y no por los que pretenden el poder, sino por los  que se lo pueden facilitar, en este caso a Sánchez o Feijoo desde la operatividad o no de los nacionalismos. Así de  claro.