Por Luciano Eutimio Armas Morales.

 

Estimado Alfredo: Quiero agradecerte en primer lugar el tono de tu escrito “La gatita de María Ramos”, porque un debate, desde la libertad de opinión y el respeto, en este caso sobre aspectos sociales y políticos, contribuye positivamente a la convivencia, la cohesión social y a buscar las mejores alternativas de futuro, ya que, como decía el gran Antonio Machado: “Tu verdad no, La Verdad; y ven conmigo a buscarla. La tuya guárdatela”. 

Sinceramente, pienso que tenemos en nuestra isla un déficit de debates sosegados, de tolerancia, de transparencia en los asuntos públicos y de voluntad en construir un proyecto común, y en cambio, proliferan las expresiones sectarias, los fanatismos, la intolerancia y los acomplejados que, desde la caverna de su anonimato, tratan de insultar y descalificar a quien tiene el atrevimiento de opinar libremente.

Observa, por ejemplo, como en los comentarios anónimos a estos escritos, alguno dice que tengo “un devastador sentimiento de culpa o vergüenza”, o que “trato de jugar públicamente a literato y quiero hacerme notar”, que soy “un resentido fracasado”, o de que “busco un puestecito de director general”, e incluso, alguno hace alusiones a mi familia. ¿Y qué tiene que ver todo esto con la moción de censura, que es el objeto del debate?

En el fondo, son acomplejados que, escondidos en el anonimato, prefieren la obscuridad de la caverna, quieren “defender su territorio”, tienen miedo a la libertad y tratan de intimidar a uno para que no siga opinando. Pero lo tienen claro: seguiré opinando libremente, porque ni le debo ni le temo a nadie, ni aspiro a ningún “puestito”, como dice uno. Sus enrabietadas expresiones, a veces adornadas con falsa erudición, me divierten y me animan a seguir opinando.

Y lo hago, porque quiero contribuir modestamente con mi opinión a buscar La Verdad, como decía Antonio Machado. Es decir, a buscar las mejores opciones de futuro para nuestra isla y para nuestros hijos, y es que como también podríamos decir parafraseando a Unamuno: “Me duele El Hierro”. Me indigna profundamente los que hacen uso indebido e ineficiente de recursos públicos, y defenderé siempre valores democráticos como la libertad, la justicia social y la solidaridad. 

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Dicho esto, vamos al grano.

Dices en tu escrito, estimado Alfredo, que llamo infames, malvados y viles, a los que firman la moción de censura. Y eso no es cierto. Yo no he calificado de esa forma a tu hija, ni a Alpidio, ni a ninguno de los que la han firmado. Por la sencilla razón, de que creo que se pueden descalificar los actos, las expresiones o las actuaciones, pero a las personas siempre hay que respetarlas.

Califico de infame no a las personas, sino a la moción de censura en si misma, por la sencilla razón de que hay que valorar siempre el fondo y la forma. Por ejemplo, si tú vas a entrar en un edificio público, y en ese momento hay una persona parada en la puerta, puedes actuar de diversas formas: Una, decirle: “Por favor… si es tan amable… me permite pasar”. Y otra: “¡Quítese de delante, que quiero pasar!”. Em ambos casos reivindicas un derecho, en el primero, de forma cortés y educada, en el segundo, de forma grosera.

En ningún momento he restado legitimidad al derecho a presentar la moción de censura. Lo que me parece infame y grosero no es el hecho de presentarla, sino la forma y el momento. Decía muy claro en mi escrito, que la moción podía presentarse a los tres meses, (Suele hablarse de un periodo de gracia de cien días), al mes, o a la semana siguiente, pero que me parecía, y esa es mi opinión y respeto a quien tenga una opinión contraria, que jurar el cargo de consejero, abrazar y felicitar al nuevo presidente, y a continuación bajar la escalera y presentar la moción de censura, me parece un acto infame que parece cargado de maldad y afán de venganza y carente de un mínimo de respeto y cortesía al rival político. 

Dices también en tu escrito, que me olvido de que fui consejero del Cabildo en Infraestructuras y Territorio y que perdí la ocasión de oro de renunciar a mi cargo. Pues te equivocas, Alfredo. Fui consejero, pero dimití en el tercer año de mandato, precisamente porque no disponía de los recursos humanos y económicos necesarios para hacer las obras que se consideraban necesarias, recursos de los que si disponían otras consejerías, y además, no quería ser cómplice de determinadas políticas o actuaciones. Cierto que no lo denuncié públicamente, pero tiempo al tiempo.

Manifiestas también que “tiro la piedra y escondo la mano”. Y también es falso lo que dices. Digo lo que pienso con absoluta libertad y responsabilidad, y digo lo que tengo que decir, en el momento y lugar oportuno. Quizá sea a veces “groseramente sincero”, pero de injurioso nada. Y como nombras también la judicatura partiendo de supuestos falsos, permíteme que te diga que de los asuntos sub judice, ya saldrá en su momento lo que tenga que salir.

Añades también que eso que digo de que “aquí nos conocemos todos”, es dar pábulo a sospechas de corrupción. ¿Pero de que hablas, Alfredo? ¿Lo dices en serio? ¿De verdad quieres negar que en Cabildo se dan corruptelas y casos de corrupción, en los que se lucran algunos en detrimento del bien común y el interés general? Otra cosa es poder demostrarlo ante instancias judiciales, que siempre parten de la presunción de inocencia y de una rigurosa y completa evaluación de pruebas.

Y en cuanto a lo que dices que me mofo del PSOE, partido al que pertenecí y en el que compartimos militancia, es otra expresión tuya que no se ajusta a la verdad. Quizá lo dices, porque cito una expresión sobre los “cuarenta años de vacaciones”. Te diré que he encargado el libro “Hombres sin nombre” que me recomendaste, ya que no disponían de él en librerías, porque siempre tengo curiosidad por conocer opiniones divergentes como forma más precisa de aproximarse a la realidad. 

Pero, de todas formas, te aclaro: en el tiempo en que estuve en la Complutense, abundaban grupos y siglas de todo signo que tenían notable actividad, pero el PSOE no tenia presencia notable en el movimiento estudiantil. Y en segundo lugar, me merece muchísimo respeto y admiración un partido político que ha tenido un indudable protagonismo en la lucha por las libertades, los derechos sociales y la modernización de nuestro país, a pesar del comportamiento poco ejemplar de alguno de sus dirigentes, pero eso sucede en todos los partidos.

En cualquier caso, ya me he excedido hoy de las mil palabras, y del PSOE, y más concretamente del PSOE de El Hierro y de mi paso por el mismo, hablaremos otro día. Y aunque no lo he contado públicamente, en cierto modo me comprometes a que lo haga. Porque los asuntos personales y familiares pertenecen a la absoluta intimidad, pero los relativos a actuaciones en el ámbito de lo público, creo que es saludable democráticamente que sean conocidos, pues los ciudadanos tienen derecho a saber en base a qué criterios se toman determinadas decisiones que les afectan.

Cordiales saludos.