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Por Raúl Álamo.
No me gustan los estereotipos, la banalización y la demonización de las cosas y menos cuando hablamos de las personas. En este mundo global en el que nos movemos en libertad por todos los pueblos, no parece lógico ni apropiado que la hospitalidad herreña se vea empañada y confrontada por las relaciones de herreños que vivimos en esta isla de forma permanente con los que cada verano retornan a su isla de origen, o con otros que tienen lazos familiares.
Generalizar es malo, dañino e improductivo. Por eso, y aún a sabiendas que mis palabras pueden generar un debate que espero sea sano, productivo y no maligno e intencionado; últimamente llevó oyendo la expresión de siempre “herreños de verano”, pero ahora con ciertos tintes sectarios y hasta xenófobos, algo que se contradice a todas luces con nuestro carácter afable y receptivo.
Como dice el dicho popular, “no podemos meter a todos en el mismo saco”, y tengo que reconocer que hay herreños que regresan a su isla cada verano, y no por eso son herreños de verano, que quizás pierden en algunos casos la perspectiva del transcurrir cotidiano de El Hierro, que incluso algunos te vienen a dar clases doctorales de nuestro modelo de vida, de que pretenden poner el servicio de la administración al suyo y en unos días, semanas o mes que dure su estancia temporal, …., y algún anécdota más que podría contar.
Pero estandarizar y generalizar, aparte de ser poco apropiado y hasta peligroso, puede aislarnos aún más y condenarnos a mirarnos el ombligo de por vida. Algunos herreños, espero y deseo que sean pocos, no ven en ellos unos paisanos que tuvieron que salir en momentos difíciles, y que al contrario de no regresar y poder buscar otros destinos en las playas del Caribe para su disfrute veraniego, deciden voluntariamente regresar a su islas natal, y este hecho, más que criticarlo lo que deberíamos aplaudirlo y verlo como una oportunidad de convivencia temporal. No nos olvidemos, que de ser así, “herreños de verano” podrían ser nuestros propios hijos que han salido a estudiar y no han encontrado en su isla natal un medio de vida o bien han preferido seguir su camino en otros lugares.
“Entre col y col una lechuga”, pero veamos a estos herreños que vuelven en puentes y fechas señaladas, como familia, amigos y un colectivo que, en la mayoría de los casos, nos abren los ojos a muchas cosas que no les gusta. Gente que regresa y que no solo aporta beneficios económicos, sino que representan oportunidades para escuchar otros puntos de vista, por eso de que quizás de tanto mirar un árbol no vemos el bosque. Planteemos que posiblemente muchos de ellos se quejan con toda la razón de lo que nosotros al final, y ante la desidia y conformismo ciudadano, llegamos a aceptar con resignación y a ver con total normalidad. Tengo que reconocer, que en mi caso particular, estoy totalmente de acuerdo con aquellos herreños que retornan y que critican en libertad, sin mediatización y olvidándose de los perjuicios pueblerinos, la desidia frente a determinados servicios que son tercermundistas y que hablan abiertamente del abandono de calles, carreteras jardines y pueblos. Pero permítanme que también muestre mi disconformidad con otros pocos que se quedaron trasnochados en alguna noche de verano y siguen pensando que El Hierro es un coto privado de disfrute, caza o pesca para determinadas ocasiones del año, y lo mejor es mantenerlo intacto.
¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?. Posiblemente este pasaje bíblico podríamos aplicárnoslo y no entrar en juicios de valores improductivos, sectarios y prehistóricos a la hora de mirar de frente a los que siguen siendo herreños pero no viven aquí.
Por Ángel Víctor Torres *
Hace unos pocos meses, el presidente del Gobierno regional, Fernando Clavijo, tuvo la oportunidad en el Debate de la Nacionalidad de exponer cuáles eran las prioridades para nuestra tierra. Tras escucharle atentamente, intervine en nombre del Partido Socialista, afirmando que el presidente del Gobierno de Canarias había dedicado más tiempo en su discurso para hablar de los eSports que de la Educación de 0 a 3 años, a la que no dedicó ni una sola línea. Entonces, y ahora me reitero, le trasladé que su sensibilidad estaba más cerca de la virtualidad que de la realidad social de nuestra tierra. Hoy la polémica de si los eSports son o no deporte, o si deben entrar o no en las aulas, preocupa más al gobierno autónomo, empeñados en que sí, que el análisis riguroso del penoso sistema educativo que sufre Canarias.
Por Amado Carballo.
En tiempos de marejada, hay que mantener la cordura.
Estamos viviendo estos días un endurecimiento y radicalización del debate relativo al Proyecto de Parque Nacional Marino en el Mar de Las Calmas, en la costa herreña. Impulsada tanto por unos como por otros, la polarización entre pescadores profesionales y recreativos en la isla es un problema enquistado desde el principio, y lamentablemente está desvirtuando el debate respecto de un Proyecto que no solo le dará la categoría que se merece a los valores naturales que tenemos en nuestra costa, sino que también vendrá a beneficiar a esta isla y a sus pobladores, vía presupuestos e infraestructuras, investigación, proyección internacional y conocimiento de lo nuestro.
El Hierro: con alma y a la deriva
Por Francisco Armas
La campaña de promoción actual “El Hierro, la isla con alma”, considerada por sus artífices una apuesta valiente y rompedora, dice proyectar al mundo un destino turístico donde se consumen productos agroalimentarios de alta calidad, fruto de las “almas” de mujeres y hombres del campo y de la mar, que con su esfuerzo y trabajo han labrado una historia, una cultura y una tierra que nos han dejado para el disfrute de todos.
Por: Manuel Marrero Morales / Amado Carballo Quintero.
Cuando en Canarias tenemos el debate abierto sobre la inacción del Gobierno en minoría de Coalición Canaria acerca de la mitigación y adaptación al Cambio Climático, aparece en escena la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, comprometiéndose en el Senado a avanzar en la declaración de Parque Nacional Marino del Mar de Las Calmas.