Por Juan Jesús Ayala.

Ante el esperpento hermenéutico que se está, produciendo en referencia a las conversaciones entre, aparentemente, Junts y el PSOE, sobre las posibilidades de continuar Sánchez como presidente del Gobierno y aceptar la totalidad de las exigencias del líder catalán, da la sensación que todo es, y ha sido, puro montaje, un exceso de egocentrismo televisivo para buscar el despiste y tenernos pendientes de una cuestión que está más que resuelta sería necesario que Umberto Eco a través de sus investigaciones sobre comunicación humana nos dijera qué realidad se mueve en este entresijo donde la mentira se ha elevado a la más alta categoría política.

Si nos atenemos a los signos, a la semiologia y a la semiótica, necesitaríamos la ayuda del sabio para poder diagnosticar la enfermedad... Porque entiendo que es una situación patológica-social la que se está padeciendo.

Ante este panorama de ambigüedades que rodean la contundencia de un día, si y otro también sobre a cuestiones que son imposibles, se necesitará a Umberto Eco para que desarrolle con más tino y certeza en que clase de timo político nos encontramos.

 Aunque en la distancia, me considero cercano a él, sobre todo, cuando trabajamos sus Lecciones de Semiótica explicadas por, José María Chamorro, lo que motiva que uno se quede impávido por la falta de respeto a miles de ciudadanos que permanecen con un cabreo de mil pares de narices ante el espectáculo bochornoso que nos han brindado, y brindan, nuestros preclaros políticos. Y lo que aún nos quedará por ver.

Cuestión esta que pone en evidencia la falta de líderes de talla intelectual adecuados a cuestiones que se presentan imprevisibles y que para solucionarlos, si es que pueden, están detrás de la cortina y del contubernio más recalcitrante.

Muebles El Placer Pie

Se ha hecho de la política un circo televisivo sin importarles que esto sea así, con una prepotencia estólida por parte de los que continúan en este desaguisado, como los que se han descolgado de él.

Y como subraya Umberto Eco, es el mundo de la televisión lo que domina, y lo importante es que se acerquen a él, aunque sea de protagonista de un día o de un minuto. Lo que importa es que los vean, que los conozcan, aunque sean colaboradores del vacío. 

 En ese momento ya se es alguien, se es conocido, aunque sea de manera fugaz, y no digamos nada cuando esta presencia se prodiga un día sí y otro también arrastrado por un chorro de palabras, aunque sean simplonas y exentas de contenido. Y en esas estamos.

Por lo que estas cuestiones donde todo se retuerce desde la ambigüedad de las palabras y del eufemismo que las acompaña en posiciones que se cambian, trastocando conceptos, apostando por otros nuevos, por ejemplo, poniendo en liza términos de alta carga jurídica ,que la verdad deja a uno algo asombrado al comprobar la velocidad irracional con la que lo definen y cambian su concepto sin importarles un pimiento.

Cuando aparecen los fárragos, los disimulos y se asume más bien el papel de un actor que estudia todos sus ademanes, mide sus palabras, las que le han dicho,como las que tiene que pronunciar próximamente, hasta como caminas o como te sientas, da la sensación que estamos pisando no solo el umbral del sainete sino del disparate político.

Quizás Umberto Eco nos enfatice una vez más que los signos son creados por el hombre para representación de otra cosa... Todo signo significa “algo” por convicción.