Por Juan Jesús Ayala.

Estamos en ello; las conversaciones mantenidas en alguna parte de Ginebra, de momento desconocida, entre el “mediador” o “verificador”, el diplomático salvadoreñoFrancisco Galindo Vélez, con los políticos catalanes de Junts y los representantes del PSOE van por ese camino. Anteriormente y no hace mucho tiempo la frontera es lo que une o separa, pero actualmente en un mundo globalizado el principio de soberanía está sometido a revisión. Hoy no se puede enarbolar esa vieja concepción ¿Y por qué?. Porque se ha visto que la noción de soberanía entendida desde la exclusividad y desde el hermetismo, más que una realidad, se ha convertido en un mito, en un artificio.

Y es que no solo son determinantes las fronteras físicas y territoriales, ya que tanto como esas fronteras, existen las culturales que son las que separan lo de "uno" con respeto a los de los “demás”, lo que hace se observe una clara divergencia entre el Estado formalmente constituido y las realidades sociales y culturales subyacentes en otros territorios de ese mismo Estado.

Se está, pues, viviendo un proceso sociológico-político tan acelerado que pone al borde de   la quiebra el principio de soberanía tal y como lo hemos entendido hasta hora.. Resulta difícil encontrar una única soberanía que sea identificada realmente. Por eso, en momentos de transición, (y lo viviremos, ya que la historia no se detiene) naciones sin Estado y que son naciones porque asumen una cultura compartida, como por Ejemplo Cataluña, Euskadi, Quebec, Escocia, que pretenden autoafirmarse, pero sin romper de forma brusca la dependencia con el Estado primigenio porque tienen claro que todos dependen de todos, aunque, eso sí, dejando un sitio de privilegio para su propia soberanía.

Así, Cataluña, aunque abunde en su discurso y exigencia política la independencia de España, saben de sobra que ni es posible a bote pronto, y llevaría su tiempo para adecuar la situación que bien pudiera ir por un status de soberanía-compartida, la que algunos nacionalistas canarios pusimos en la mesa del debate y se asumió como tesis posible tras debatirlo y aprobarse   en el VII Congreso del Partido Nacionalista Canario celebrado el 4 de diciembre de 1999.

Y si el nacionalismo canario no acaba de entender que este es el camino para que se acentúe, se desarrolle y acabe de concluir en ese status, al menos de momento, nos encontraremos que Euskadi, y Cataluña lograran gran parte de lo exigido lo que daría como resultado a un Estado asimétrico, donde unos territorios serán los privilegiados y otros, como el canario, en la eterna espera al considerar como imposible lo que históricamente es posible; pero no desde el inmovilismo político sino desde la fuerza que da si se desbroza la razón política de un nacionalismo canario adormecido en los roquedales de las playas de cada isla.

Si no sobrepasamos la isla, entendiendo de una vez que hay que considerar a Canarias como un “todo” seguiremos anclados en el mismo capítulo de la historia, el cual por exigencia territorial hay que reescribir.