Por Juan Jesús Ayala.

Fue en el año 1989, siendo presidenteLorenzo Olarte, y con motivo de unas diferencias de alto calado económico con el Gobierno de Felipe González, provocó una rebelión fiscal en Canarias, donde se decide, ante las exigencias del gobierno central, no aplicar en el archipiélago el desarme arancelario del 15 por ciento sobre las mercancías europeas. Lo que llevaba implícito reclamar por parte de Canarias 11.000 millones de pesetas por la pérdida de ingresos en los tres últimos años, dado que las islas se integraron en Europa tres años más tarde que la península.

Ante esto se requiere a Canarias que si en el plazo de un mes no se cumple lo establecido se le aplicaría el artículo 155. Ante la insistencia por parte del ministro de Hacienda, Carlos Solchaga,al que Olarte apenas se le ponía al teléfono,ya había trasmitido que si se aplicaba el mencionado artículo, Madrid iba a saber lo que vale un peine.

Esta frase en sí encierra un cierto posicionamiento político que pudiera producir un cierto desgagmientodel estado español, llegándose a hablar con cierta intensidad de constituir a Canarias con la estructura de un Estado Libre Asociado.

Amenaza que preocupó al gobierno central que decidió enviar a Canarias al Secretario de Estado de Hacienda, Josep Borrell para que buscase una solución a este problema acuciante para Canaria; visita que no fue muy bien acogida por parte del gobierno y algunos diputados del parlamento canario, ya que no era de recibo establecer conversaciones por las manifestaciones absurdas e irrelevantes del ministerio de Hacienda. 

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Sin embargo, Borrel, encontró la solución adecuada para que el archipiélago fuese integrado plenamente en Europa, considerando a las islas como una región ultraperiférica europea; por lo que el artículo 155 quedó guardado en un cajón y Canarias no fue intervenida.

Lo igual nos refresca la historia como el Gobierno central muchas ves cuando no tiene soluciones para determinados territorios, no los comprende, de ahí los "problemas con las asimetrías y tira por el callejón de enfrente enarbolando legajos y dictámenes".

Siempre es mejor el entendimiento, saber donde comienza un pueblo y donde termina.

En el diálogo, las connotaciones históricas son más que suficientes para ir poniendo las cuestiones territoriales en su sitio.. En aquel momento Olarte sacó pecho y solucionó la cuestión que se debatía..

Ahora estamos en otra tesis parecida y se trataría de actuar con consecuencia nacionalista, tal como lo hace el resto de los nacionalistas, y no limitarse a “esperar en la bajadita”