Por Alexis W.

El espacio público. La isla. 

Toda intervención en un espacio público lleva implícito asumir una gran responsabilidad. Estos lugares poseen unas connotaciones y valores ( culturales, sociales, emocionales, jurídicos etc. ) que nada tienen que ver con el espacio privado ya que este último no tiene porque someterse a ningún juicio salvo que el propietario así lo considere. El espacio público, la calle, es un espacio democrático, de convivencia, de todos y ahí es donde reside la responsabilidad, en intentar complacer estética y conceptualmente a todas esas sensibilidades que configuran el entramado social de cualquier comunidad.  Partiendo del hecho de que es casi imposible que una intervención guste o convenza a todos, el agente que tiene la responsabilidad ha de valorar el contexto  en muchas claves y teniendo en cuenta varias consideraciones. De esto los arquitectos, artistas y paisajistas saben algo.  Tener en cuenta el espacio y su ámbito, lo primero. El valor simbólico y emocional del lugar lo segundo y como se va a relacionar dicha pieza con el entorno en su nueva ubicación lo tercero.  Vamos que la calle tiene sus códigos y reglas. 

. Formas de hacer las cosas. 

Un ejemplo maravilloso sobre cómo se pueden hacer bien las cosas es la reconstrucción del nuevo Mirador de Isora. Los responsables de diseñarlo, han respetado la tipología orgánica del lugar, entendiendo los valores estéticos y la elección de los materiales constructivos ( en lo nuevo el responsable continuo utilizando los materiales que marcaban el carácter del lugar en los que  la piedra y las barandillas de tea eran los protagonistas indiscutibles). Las nuevas paredes, espacios y rincones creados han seguido las pautas de integración que marcaban lo que había; destacando el uso de la cantería y el trabajo de los maestros pedreros de la isla. Cuando el responsable del diseño decide incorporar nuevos materiales, el acero corten en este caso, su color se integra con los colores del lugar y con la intervención del color ferroso del cemento del suelo. Así se consigue que todos los elementos constructivos, piedra, cemento y acero corten convivan en armonía y equilibrio. El encargado de pensar el sitio, ha demostrado que ama su profesión, que entiende el valor arquitectónico del lugar además de su valor simbólico y cultural. 

¿Qué quiere decir esto de su valor cultural?.

Pues que antes de empezar investiga la historia de la zona, entiende el lugar como un punto de encuentro de pueblos y caminos tradicionales que conectaban y conectan  la medianía  con la costa de las Playas. Se preocupa por preguntar a los vecinos para conocer el modo de vida y se interesa por la historia de Azofa como valores a tener en cuenta a la hora de plantear el diseño y los nuevos elementos que se incorporan a la escenografía. Nada es porque si, todo está conectado y pensado. En el trabajo de campo que consiste en investigar y descubrir Isora en lo tangible e intangible, se encuentra con la maravillosa Cueva del Agua. Esta cueva, además de haber sido un pequeño aliviadero  en los tiempos de sequía, es un lugar en el que los antiguos pobladores de la zona, los bimbapes, tallaron inscripciones líbico bereberes en las paredes de su interior. Parte de nuestra historia. Actualmente estos grabados se encuentran en descomposición debido a las condiciones de humedad del lugar. Entendiendo su valor y el estado de los mismos, el responsable decide que quiere reproducir dichos símbolos en los alrededores del mirador, grabándolos y tallándolos en piedra y madera, para que formen parte de los elementos interpretativos del lugar. Los inmortaliza. Nos puede gustar más o menos como ha resuelto el encargo de arreglar y dignificar el sitio, lo que es indiscutible, es que el nuevo Mirador de Isora es un ejemplo de como podemos  hacer bien las cosas.  Este paisajista, que no es de la isla, ha entendido nuestro estilo e idiosincracia, ha mostrado un máximo respeto por nuestra cultura y memoria.

. Nuestra peculiaridad como valor.

Lo nuestro entendido como un valor, no es ni mejor ni peor que lo de otros, es lo que nos identifica y diferencia convirtiéndose  sin duda en nuestra mejor carta de presentación. Lo nuestro y como lo entendemos es lo que tenemos, el clavo ardiendo al que agarrarnos, se ha convertido en nuestra oportunidad. Esta clara la necesidad de mejorar algunos sitios ( los que lo necesitan ) equiparlos y adaptarlos  para ofrecer nuevas opciones de uso y mejorar las que había. Dignificarlos por decirlo de alguna manera. Después de la aclaración, el debate surge entonces en el ¿ cómo ? se tiene o debería de  hacer o en ¿ cuáles  son las pautas , la forma, el planteamiento  y los objetivos de la intervención ?. 

Entendida por todos la importancia del “ desarrollo de la isla “ y su gestión, la lógica invita a empezar por mejorar y cuidar  las  instalaciones ya existentes,  demasiadas  en estado desastroso o de abandono. Darle valor a lo que tenemos, mimarlo, re significarlo.  Las necesidades de los diferentes colectivos vecinales exigen buscar recursos para las nuevas actuaciones que cubran las carencias de dicha población para que esta se pueda desarrollar en igualdad de condiciones. Siendo esta una clave del discurso de nuestro desarrollo sostenible y del proyecto de isla, volvemos a la cuestión no menos importante del ¿ Cómo lo hacemos ?.  Una de las claves que manejábamos sobre la cuestión del desarrollo de la isla se fundamenta y articula en integrar y tener en cuenta nuestros valores culturales, entendidos estos como “ lo nuestro “. 

Si trabajamos o modificamos un merendero, una zona de descanso o un charco de baño y hay que disponer mesas y sillas para disfrutar el lugar, ¿ por qué vamos a comprar unas mesas de catálogo y que puede tener cualquiera cuando ya tenemos nuestra propia tipología y diseño de mesas ?. Las mesas del Morcillo por ejemplo, nuestro referente de estilo. Si vamos a hacer una pista de atletismo porque hay un colectivo de vecinos que las necesita, esta pista sin duda, tiene que ser pensada en varias claves, al ubicarse en un espacio natural tan sensible como es el monte. Si finalmente se construye, debería ser pensada con un objetivo, que sea un ejemplo arquitectónico que se convierta en una referencia en los manuales de las escuelas de arquitectura, para que hasta  los que no nos gusta la idea de una pista en ese lugar, nos quitemos el sombrero por lo bien integrada y resuelta que está. Una pista que nos haga sentirnos orgullosos de que efectivamente sabemos hacer bien las cosas. 

. La mejor pista integrada posible.

Esta propuesta de repensar el entorno de  las instalaciones propias para el desarrollo de las actividades deportivas   no es casual, está relacionada y sigue la línea de  trabajo que llevamos orquestando en el Area de Medio Ambiente desde finales del año pasado.  El objetivo de re significar el lugar, darle y resaltar los valores  que tiene El Morcillo: convertirlo es un espacio más atractivo de lo que  ya por sí mismo es. Entonces las propuestas que a continuación se ponen sobre la mesa se hacen y tienen en cuenta siguiendo las líneas de trabajo que ya estaban marcadas desde el Area de Medio Ambiente para re significar el Morcillo. Si esta pista se hace, tenemos que convertirla en la mejor pista posible de atletismo en un paraje natural. No nos queda otra.

. Una pista de Atletismo modélica.

Tomamos la  pista de atletismo de Olot como ejemplo  de una pista de atletismo integrada en un paisaje natural y por ello, nos sirve como una referencia de que se pueden hacer bien las cosas. El estudio de arquitectura que la diseñó ha sido galardonada con el premio Pritzker, el Oscar en esta disciplina por entender los valores de lo que significa integrar. Pueden ver el artículo en este link

https://www.soycorredor.es/atletismo/olot-pista-atletismo-oculta-en-bosque_249964_102_amp.html?fbclid=IwAR3qIc9bfegLZ6MaM7RFjHFi4x1uqJDHpeiSF6CYJ47K6Zo6f_HoidJ6rLI

Si ponemos al lado la imagen que acompaña el artículo de la pista de Olot con la foto del plano que se propone para la pista del Morcillo, hacemos una interpretación y ponemos a dialogar   ambas intervenciones  en clave y lenguaje arquitectónico, las conclusiones a las que se puede llegar  son las siguientes:

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Florifauna Mascotas

Los arquitectos que han pensado y diseñado la pista de Olot sabían perfectamente lo que buscaban, la simbiosis total entre lo nuevo y lo que había, entre lo intervenido y la intervención, entre lo artificial y lo natural. Disponen la pista en un llano entre el arbolado, utilizando la gama de verdes para mimetizar el trazado con los árboles y el entorno. El diseño de la pista del Morcillo acierta con los colores que quieren utilizar para intervenir la obra, ya que estos son los colores que más se acercan al lugar y por tanto más integran. De una manera coherente, pensando y teniendo en cuenta como prioridad la idea y el concepto de mimetizar lo nuevo en el espacio que lo recibe, en el diseño de la pista de Olot deciden dejar el espacio interior de dicha pista sin intervenir, consiguiendo así fusionar visualmente los dos espacios. Contenedor y contenido son lo mismo, conservan el mismo espíritu. El exterior de la pista, o sea el bosque, se traslada dentro. Objetivo conseguido. El diseño de Olot no muestra entonces ninguna ansiedad por aprovechar innecesariamente  el espacio interior, ya que la prioridad y el valor está en la máxima de integrar ( por supuesto que teniendo en cuenta que las instalaciones cumplan con todo aquello que los atletas necesitan para el buen desarrollo de las pruebas deportivas ). Muy sutil. Han incorporado, trasladado la escenografía exterior, o sea la zona arbolada y la han dispuesto muy bien colocadas sobre el espacio. Islas verdes flotando sobre el verde. Han conseguido integrar la pista con la arbolada que había, rompiendo sutilmente el impacto visual de la intervención. No me extraña que le hayan dado el premio. 

Si hacemos una comparativa, estas premisas que valoraron los arquitectos que diseñaron la pista de Olot con la propuesta para la pista en la Hoya del Morcillo,  vemos que en esta última no se ha tenido en cuenta o no se ha considerado la pauta de integrar o que esa no ha sido la máxima. En el interior de la pista está la oportunidad de marcar la diferencia.  Viendo el plano  se le da prioridad a este espacio/oportunidad para hacer un campo de futbol donde no es estrictamente necesario ( ya tenemos dos en el municipio perfectamente equipados, uno en cada pueblo o casco urbano ). La clave, lo que puede marcar o ser el elemento y el valor diferenciador con respecto a todas las pista de atletismo está en cómo se resuelva el interior de ese espacio y que los deportistas no necesitan utilizar del todo para el desarrollo de sus actividades.

.Una sala de exposiciones en una pista de atletismo.  Arte, cultura, historia, medioambiente  y deporte. 

Si convertimos algunas zonas  del interior de la pista en un espacio expositivo ( los espacios muertos ), le añadiríamos un montón de valores al nuevo escenario,  intervenciones que no entorpecen para nada el uso y disfrute de las instalaciones o posibles eventos deportivos que puedan ser convocados. Entonces la pista/sala de exposiciones podría ser además un espacio de ocio, entretenimiento, paseo y disfrute para los visitantes, turistas y vecinos, una zona de descanso para los atletas y un espacio para entender el lugar desde la sensibilidad artística. Sin dejar de ser una pista de atletismo, de repente además se puede convertir en un rincón en el que poder explorar las muchas sensibilidades que yacen desde hace mucho tiempo en la memoria y la escenografía del Morcillo. El monte de todos.   

Si consideramos el valor de una pista de atletismo como una “ sala de exposiciones “ ahora viene la siguiente cuestión. ¿ Cómo ?.  Pues con una instalación artística hecha con los materiales del lugar, una obra que  sea capaz de producir emociones plásticas en el espectador, invitarlo  a enfrentarse  al nuevo escenario provocando el máximo de efectos y sensaciones que lo conecten con el lugar. El monte como fondo y figura, como escenario y protagonista donde la intervención humana se convierte en el ejemplo de que la simbiosis es posible. Land Art. Obras de madera, orgánicas, relacionadas de una u otra manera con la poética del sitio, un lugar para la práctica del deporte y para disfrutar del arte de la Tierra, el arte ambiental donde el paisaje,  la obra de arte ( y el deporte en este caso )  están en dialogo y simbiosis. Se utilizan los recursos que la naturaleza genera como material para intervenir en sí misma.  Arquitectura del paisaje. 

. El bosque de raíces.

Los árboles y plantas son los seres más antiguos del planeta, poseen maravillosos y complejos sistemas a través de los cuales se comunican, protegen e intercambian información: los árboles de un bosque hablan entre sí. Una inmensa red subterránea de raíces conecta a todos los árboles que a su vez se conectan con nosotros.  Nuestro monte está lleno de cientos de raíces secas dispersas por los suelos, los restos de los árboles que mueren y son cortados para trasladarlos posteriormente al aserradero. Cuando se limpian y se les saca brillo descubrimos una estructura de tea que no se ha podrido  por su condición resinosa. Unas piezas bellas, simples e irrepetibles. Si las disponemos en una esquina del interior de la pista y se colocan boca abajo, a la distancia suficiente para que el espectador puedas darle la vuelta, mirarlas, descubrir y jugar con su forma,  para que pueda olerlas y  sentir  el olor del monte.  Las raíces de nuestra sala de exposiciones nos conectan con nosotros, con el alma, el espíritu del lugar y lo que somos. Cada una de estas raíces de pino canario sería diferente, única, irrepetible, cada una y todas  serían una metáfora hermosa, bella, elegante y sutil del orden del monte, como el lugar en el que están y algún día estuvieron enterradas. Cada una funcionaria por sí misma y como conjunto, como lugar. Conectan el bosque con la pista, lo nuevo con lo que había. Una obra orgánica 

. Los referentes.

No hemos inventado nada con esta propuesta, tenemos bastantes ejemplos que podemos encontrar dispersos en muchas localizaciones de la isla: en los exteriores del Mirador de la Peña, una pieza de Zósimo Hernández por encargo del artista Cesar Manrique,  en el jardín   del ya desgraciadamente desaparecido Mirador de Jinama, en el interior del emblemático hotel  de Punta Grande, en el patio del Ayuntamiento de El Pinar o a la entrada del Aula de la Naturaleza. Estas obras e intervenciones llevan la firma de  Zósimo Hernández, siendo esa escuela de carpinteros de Medio Ambiente o el antiguo ICONA sus talladores.  Estamos trabajando en una publicación en la que la memoria de Zósimo lo impregna todo, en la que este personaje que supo mirar el paisaje herreño con una sensibilidad estética forma  parte importante del alma de este lugar que el mismo pensó y diseño. Nuestro Morcillo. Esta instalación con la raíces ubicadas en medio de la nueva pista de atletismo sería sin duda la mejor guinda para ese merecido homenaje. Una obra artística en el antiguo campo firmada a título póstumo por el que supo entender la belleza y el valor metafórico de estas raíces. Cuanto con tan poco. 

. Galería de columnas de tea. 

Si seguimos explorando las posibilidades de este espacio interior de la pista como una posible sala de exposiciones, podríamos disponer una galería de columnas de tea erguidas majestuosas y alineadas clavadas al suelo. Esas galería de columnas  plantadas , memoria de lo grandes y fuertes que fueron esos pinos y ubicadas en el lugar en que alguna vez estuvieron anclados con sus raíces y que ahora las acompañan. Cada tronco  pelado de tea, igual que las raíces, tiene el carácter   único que da la naturaleza, dado que la intervención del hombre se limitaba a elegir la pieza adecuada según su forma  y cortarla a medida, respetando  las formas  caprichosas con que  la naturaleza  talla cada palo. Entendiendo la belleza misma del objeto sin la necesidad de ser intervenida. De nuevo lo nuestro, la belleza de lo simple.

. Imagínense, esas columnas dispuestas sobre el suelo, invitándonos a dar un paseo entre ellas, recordándonos que un día fueron monte. El referente simbólico de esta pieza lo encontramos en el antiguo Estadio Olímpico de Atenas, el lugar reconstruido para celebrar los primeros juegos Olímpicos de la Era Moderna. Estas columnas de tea le quieren hacer un guiño a las majestuosas columnas de estilo corinto que resistieron el paso de los siglos en ese lugar tan simbólico para la ciudad de Atenas y para la historia de los Deportes Olímpicos. La disposición de esta galería en el espacio se ubicaría entre la pista de velocidad y la de atletismo. 

 . La Valla y la historia del futbol en la isla.

El campo de futbol como tal ofrece varias maneras de entenderlo, por un lado la consideración   jurídica que acredita la zona como instalación deportiva, paisajística mente  es  un espacio natural de tierra con hierba total y perfectamente integrado en el entorno con dos porterías en ambos lados. Esta superficie está y estuvo siempre rodeada de una valla de madera que lo delimita y que desde  la construcción del campo hasta ahora siempre estuvo ahí. En lo simbólico, el campo de Futbol del Morcillo sería nada y nada menos que el primer campo oficial del Atlético Pinar, del Atlético Restinga y del Atlético Las Casas, construido en el año 1947. Un icono  de la historia del futbol en la isla y de la historia del deporte en el Municipio. 

Cuando se pretende intervenir y transformar un lugar con tanto valor simbólico y emocional, la ética del arquitecto les obliga a estudiar  la posibilidad  de en la medida que sea posible ( y funcione claro )  dejar algún detalle que  nos recuerde simbólicamente lo que este nuevo lugar algún día fue.  En el caso del campo de futbol del Morcillo este elemento representativo lo encontramos en la valla que lo delimita y que desde el minuto uno del primer partido que se jugó en este campo estuvo ahí.  No es buena idea  no dejar  rastro o huella de lo que algún día  fue y significó para tantas personas este campo. Entender el valor estético y simbólico de este vallado sería una manera de mostrar respeto máximo por lo que este lugar representa para tanta gente. Delimitar la nueva pista con esta estructura como un elemento más decorativo que funcional, más estético que práctico,  funcionaría muy bien como  transición entre la pista y el monte y sobre todo es una continuación estilística con la tipología de vallados que encontramos e identifican el lugar. En una placa y con un código QR ubicada al lado de esta valla recordaría para siempre lo que este lugar significó. Para que cuando dentro de cien, doscientos o mil años alguien se plante delante de la valla pueda saber que ahí estuvo el primer campo del Atlético Pinar, del Atlético Las Casas y El Atlético Restinga. 

. Conclusiones.

Esta familia de columnas que sostienen el mundo, las raíces invertidas fuera de la tierra, la tipología de mesas y su diseño, los fogones de piedra, los dameros  de juegos tradicionales canarios sobre  las mesas del Pino Verde convertidas en sala de exposiciones, el puente de madera que cruza el barranco, las construcciones para uso público forradas de piedra, la isla de madera que nos recibe y que nos recuerda que el Morcillo y el monte es de todos, las fuentes de agua, la sabina retorcida sobreponiéndose a su propia condición inanimada, los senderos que te invitan a perderte para descubrir los secretos del monte, el pino Gordo y el pino Viejo y su cruz, el recordatorio al guarda forestal, el homenaje  al creador del lugar,  Zósimo Hernández y la pista de atletismo, estarán  entonces en perpetuo movimiento, con su propio orden interno.  Esa es la verdadera belleza del bosque, una conversación compleja e intrincada de múltiples voces y sensibilidades que se escuchan unas a otras. 

El Morcillo es y debe de seguir siendo, el ejemplo perfecto de como en El Hierro sabemos relacionarnos  con la naturaleza de una manera equilibrada y respetuosa, un ejemplo de que entendemos la importancia de los valores de nuestra identidad. Un ejemplo de que un desarrollo sostenible es posible y sobre todo, que somos capaces de buscar lugares de encuentro entre los que opinamos de una manera u otra. Tolerancia y respeto.

NOTAS:

ZOSIMO HERNANDEZ . EL PAISAJISMO INSULAR: 

Es un personaje ligado a la historia reciente de la isla de El Hierro, sobre todo por su aportación en la faceta medioambiental. Su formación y responsabilidad estaba relacionada con la gestión y usos, pero sobre todo en la conservación de nuestro patrimonio natural, la masa forestal. Fue un hombre con una responsabilidad sobre el territorio, observador y curioso que supo mirar al paisaje herreño con conciencia estética y que de una forma autodidacta creó una especie de “estilo paisajístico” propio. Orgánico, en dialogo con el entorno y donde los materiales de la isla, la piedra y la tea, son los protagonistas. Pensó y diseñó la construcción del Parque Recreativo del Morcillo y reconstruyó la Ermita de San Salvador. Se ve su huella en los vallados con paredes de piedra rematados con piezas de tea, en la antigua señalética de las carreteras y las localizaciones de lugares o poblamientos. Podemos ver su huella en el diseño de los exteriores del Mirador de La Peña trabajando con la metáfora del árbol enterrado, la raíz al revés, por encargo del artista César Manrique. Se deja ver su huella en la intervención en los alrededores del antiguo Mirador de Jinama con raíces de sabina enterradas o en la construcción del Mirador de Tanajara, Las Playas, Isora o Bascos. Esta manera suya de entender el espacio público, siguiendo unas pautas para darle identidad se ha convertido en nuestro referente estético y de estilo, unas referencias de diseño que reconocemos como nuestras.