Opinión

La justicia social, nuestro patrimonio

Por Teresa Cruz Oval (*)

El pasado 20 de febrero celebramos el Día Mundial de la Justicia Social. Para muchos expertos en la materia se considera que el origen de la justicia social se encuentra en lo que fue la justicia distributiva, que estableció en su momento el filósofo griego Aristóteles. La misma venía a dejar patente que era aquella que se encargaba de que todas las personas pudieran disfrutar y acceder a una serie de bienes imprescindibles, como podía ser la educación o la alimentación.

A pesar de ello, quien firma este artículo, considera que pocos conceptos pueden tener tantas interpretaciones como el de la justicia social. Los partidos políticos cuentan con valores e ideas que constituyen su seña de identidad. Para el Partido Socialista, la justicia social constituye uno de sus ejes vertebradores, conscientes en que una sociedad en la que prima la justicia social, los derechos humanos de las personas serán respetados y las personas en situación de vulnerabilidad social contarán con oportunidades de desarrollo y protección.

La realidad es tozuda y cuando llega el momento de llenar de acción esos valores e ideario, es justo ahí cuando se evidencian las diferencias ideológicas entre unas y otras formaciones políticas. Lo podemos ver con mucha claridad si hacemos una pequeña comparación entre la crisis económica y social de 2008 y la crisis social y económica actual consecuencia de la pandemia del Covid-19. Mientras la primera fue afrontada por las políticas de austeridad del PP --congelación de pensiones, recortes en los derechos sociales de los trabajadores, recortes en el sistema público de servicios sociales, reforma laboral, entre otras cosas, para abaratar despidos, etc.--, la actual crisis se ha afrontado con justicia social, aplicando medidas que materializaran la igualdad de oportunidades, poniendo al servicio de la ciudadanía los bienes y servicios públicos para que nadie se quede atrás.

Por tanto, mientras en la primera crisis los recortes fueron relevantes en todos los sistemas de protección social y especialmente en el sistema público de servicios sociales, que lo debilitaron hasta la mínima expresión. Afortunadamente no ha ocurrido lo mismo en la segunda, en la que se ha fortalecido como nunca, hasta este momento, para hacer efectivos los derechos sociales reconocidos a la ciudadanía de este país.

Y no son palabras, sino hechos, así: el plan concertado que financia las prestaciones básicas de servicios sociales se ha incrementado en un 55%; la partida económica para la atención a las personas en situación de dependencia se ha ampliado en un 34%; las pensiones no contributivas han crecido en un 3%; se ha aprobado el ingreso mínimo vital para que las personas que no cuentan con recursos económicos puedan cubrir sus necesidades básicas; se aprobó el bono de alquiler joven con el fin de promover la emancipación y la construcción de su proyecto de vida, el bono turístico, etc.

Si miramos a nuestra tierra canaria para analizar cómo afrontaron los diferentes gobiernos autonómicos la crisis social y económica, nos encontramos que, en la primera, gobernaba la administración autonómica Coalición Canaria. Sus dirigentes siguieron a pie juntillas las directrices de sus homólogos nacionales y dejaron desprotegidas socialmente a más de un cuarto de nuestra población. Muchas de estas personas solo encontraron apoyo en aquellos ayuntamientos sensibles con la necesidad de garantizarles una vida digna. Así, miles de jóvenes se embarcaron en la adquisición y alquiler de una vivienda que nunca contó con la prometida subvención pública. Muchas personas permanecían hasta un año o más esperando la Prestación Canaria de Inserción. Las partidas económicas para luchar contra la principal lacra social de esta tierra, la pobreza estructural, brillaban por su ausencia. El incremento de plazas de escuelas infantiles dormía el sueño de los justos. El sistema de dependencia apenas incrementaba su partida financiera desde su creación allá por el 2007. Los expedientes de la administración autonómica comenzaban a tener demoras inhumanas por la falta de profesionales, etc.

Por el contrario, el actual Gobierno de Canarias está afrontando la presente crisis social fortaleciendo los sistemas públicos de protección social. Es decir, ha llenado de contenido la justicia social, seña de identidad del actual Gobierno de Canarias; de contenido, con la finalidad de no dejar a nadie atrás. La batería de medidas es amplia, no obstante, a modo de ejemplo se pueden destacar las siguientes: modificación de la ley que regula la Prestación Canaria de Inserción para ampliar los perfiles de las personas beneficiarias; agilización de las renovaciones y entrega de 50€ más por cada menor de edad que integre la unidad familiar; concesión de una paga extra a las personas beneficiarias de una pensión no contributiva; incremento del presupuesto para la atención a las personas en situación de dependencia; aumento del personal, como nunca, para agilizar la valoración de solicitudes; incremento también del presupuesto para los servicios sociales municipales y, de esa forma, reforzarlos como puerta de entrada al sistema público de servicios sociales; se ha multiplicado la partida económica destinada a cubrir las necesidades básicas de las personas residentes en esta región; se han concedido ayudas a autónomos y empresas por valor de más de 1.200 millones de euros para proteger el empleo y la economía en Canarias.

En estos tiempos en la que hemos globalizado casi todo, y en los que algunos se afanan por desdibujar las líneas que separan los diferentes valores e idearios políticos, han bastado dos crisis encadenadas para que en un momento tan crucial como el que nos encontramos la ciudadanía empiece a ser cada vez más consciente de la importancia de contar con uno u otro gobierno.

En definitiva, la justicia social va dirigida a paliar desigualdades, erradicar la pobreza y favorecer el bienestar de todas las personas. Por eso está estrechamente vinculada a la Agenda 2030 con la que estamos globalmente comprometidos y comprometidas. Si bien a lo largo de los 17 objetivos que constituyen la Agenda prevalece la imperiosa necesidad de lograr una sociedad global libre de injusticias. El objetivo más específicamente orientado a conseguir la justicia social es el número 16: Paz, justicia e instituciones sólidas.

Tal y como señala este objetivo, todos deberíamos enfocarnos y esforzarnos en “promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible, facilitar el acceso a la justicia para todos y todas y construir a todos los niveles instituciones eficaces e inclusivas que rindan cuentas”.

No quiero finalizar este artículo sin expresar que es para mí un honor formar parte de este gran partido, que ha sido arquitecto de libertades, de progreso, de feminismo, pero sobre todo de justicia social.

(*) Teresa Cruz es diputada por la isla de Tenerife del Grupo Socialista en el Parlamento de Canarias y Secretaria del Área Social de la Comisión Ejecutiva Regional de PSOE Canarias  

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En el camino de la historia: El alcalde y el submarino alemán

Por Juan Jesús Ayala.

La isla de El Hierro a lo largo de su historia ha registrado episodios  y anécdotas un  tanto dramáticas como simpáticas, muchos de ellas generadas por las luchas políticas entre bandos familiares que se enfrentaron  en el transcurso de la segunda mitad del siglo XIX y del siglo XX y otras motivadas por asuntos inesperados, extraños, envueltos  en el misterio y en lo que pudo acontecer en el tiempo que se desarrollaron. Un ejemplo fue el protagonizado por el alcalde de Valverde, Juan Ayala Hernández  el 17 de septiembre de  1917.

En esa época Europa se encontraba azotada por las inclemencias y penurias  ocasionadas por la primera guerra mundial donde el mar fue testigo de cruentas batallas  entre la flota alemana e inglesa. España, como sabemos, fue neutral en esta contienda, pero sus mares fueron surcados por submarinos y concretamente las aguas de Canarias donde los alemanes hundían  todo tipo de barcos aun fueran cargueros para así comprometer y bloquear el abastecimiento de alimentos a Inglaterra. Y el mar que rodeaba la isla de El Hierro no se libró  de estas batallas , además, porque los submarinos alemanes tenían ciertos lugares de la isla como refugios, tales como la Bahía de Naos donde se supone se resguardaban para  rellenar sus tanques de aire  y abastecerse de combustible.

Pues en esa fecha reseñada emergió en la bocana del puerto de la Estaca un submarino alemán ante la extrañeza y temor de los pocos vecinos que habitaban en aquel tiempo el puerto. Entendiendo la gente del lugar que España no estaba en guerra y que el submarino  había izado la bandera alemana y no juntamente con la española, mas de uno se acercó caminando hasta Valverde para comunicarle al alcalde lo que estaba aconteciendo en el puerto. El alcalde raudo y encorajinado monta en su caballo y se presenta para increpar e exigir al comandante del submarino, Henrich Metzger, que tenia que izar la bandera española. Hubo entre los dos personajes su mas y sus menos, pero al final la discusión se atemperó y  termina con la invitación al alcalde por parte del comandante para que subiera a bordo con el fin de enseñarle la maquinaria del barco como los dispositivos de guerra que portaba.

Hasta ahí todo parecía dentro de un orden pero los lugareños se quedaron estupefactos al ver que el submarino se sumergía  desapareciendo bajo las aguas y suponiendo que el alcalde había sido secuestrado y tomado como rehén, lo cual fue comunicado por telégrafo a las autoridades de Tenerife. 

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El ayuntamiento dio por “ausente” a don Juan Ayala quedando este bajo la dirección de su primer teniente de alcalde Miguel Ayala Méndez, hasta que a los siete días de ausencia emerge el submarino en la bahía del puerto y en una pequeña lancha se trasladan el comandante y el alcalde hasta tierra donde se despiden con un cordial abrazo. El alcalde refiere que en esos siete días que estuvo en el submarino lo trataron  muy bien que nunca le hablaron  de secuestro y si que a los siete días lo devolverían al puerto, como así aconteció.

No obstante se sucedieron unas y otras conjeturas, pero como el alcalde, Juan Ayala era un enamoradizo  y habiéndose  casado el  3 de julio de 1871 con Manuela Bienvenida Durán, hija natural de Jerónima Durán y Acosta vecinos de la Villa, no tuvo descendencia de ese matrimonio si que  tuvo hijos fuera de él a los cuales reconoció y dio su apellido. Y sobre este asunto el recordado Carlos Quintero preclaro historiador herreño le preguntó pasado los años a don Miguel Ayala lo que pensaba sobre el asunto del submarino y el alcalde, a lo que le contesto que sabia lo que había acontecido pero que de momento no diría nada al respecto. Don Miguel murió y nunca se pudo saber. 

Pero entre las conjeturas que se pudieran pensar y sabiendo el carácter romántico e inquieto del alcalde, este le habría dicho al comandante que lo dejara en un sitio determinado de la isla donde algún amor escondido le estuviera esperando y que  a los siete días fuera a recogerlo y todo quedara en que estuvo en el submarino siete días, que la verdad, son muchos.

En fin conclusiones para la historia pero que no deja de ser una anécdota característica en un territorio aislado como El Hierro, donde algunos amores y estrategias románticas se notificaban a través de la disposición de las piedras en  un majano del camino, y lo del submarino quizás fue novedad y un método  imprevisto  ¿Que se sabe?.

Crímenes y videojuegos

Por Jesús Barranco Reyes.

No lo pienses mucho. Es mejor no darle vueltas. Además, es imposible de comprender. De aceptar, incluso. 

Un joven acaba de asesinar a toda su familia. A su padre. A su madre. A su hermano. Con frialdad. Sin emoción. Con un comportamiento digno de esos personajes apenas creíbles de las series de televisión. Me estalla la cabeza. ¿Cómo es posible? ¿Qué ha podido suceder? ¿Esto es real? Ya te he dicho que es mejor no pensarlo. Además, no tenemos mucho tiempo, porque todo pasa deprisa, y mañana la noticia será otra. Así que necesitamos encontrar una explicación a un suceso como este. Y, a ser posible, pronto. 

No te preocupes, los medios de comunicación ya están en ello. Que tampoco es su culpa. Al menos, no exclusiva. Solo tratan de dar una respuesta a nuestra necesidad como ciudadanos. Como miembros de la sociedad. Queremos una explicación rápida, justificable, y que nos exima de parte de la angustia que ahora mismo nos embarga, y eso nos van a dar. También es posible que no encuentren esa respuesta, claro est... ah, no, espera. Ya la tienen. Al chico le castigaron, y le quitaron la WiFi. Seguro que estaba todo el día metido en Internet. O jugando a videojuegos. Anda, pues sí, justo, jugaba al Fortnite. Bueno, pues todo va encajando, por fin. Era adicto al Fortnite, ese juego en el que matas a la gente (sí, ¿no? Quiero decir, no sé muy bien cómo va, pero creo que se matan y tienen pistolas, que es el tema). ¿Un periódico ha dicho que el Fortnite es un juego realista en escenas cotidianas? Bueno, un desliz. Tampoco puedes pedirles que se informen sobre todo lo que publican. Lo importante es que le quitaron esa droga, y su respuesta fue la de un adicto. Sí, era un adicto. A ver, los medios pasaron en cuestión de unas horas de enunciar “jugaba al Fortnite” a decir que estaba “enganchado al Fortnite”, y terminar con un más contundente “adicto al Fortnite”, sin realmente preguntarle a nadie sobre la materia. Pero bueno, es “el fornai”, que puedes esperar sino una adicción. Yo conozco a un chico que está todo el día pegado a eso y no sale de su cuarto. Bueno, no sé, a lo mejor es otro juego. Pero, en fin, son todos lo mismo. Así que, al menos, ya sabemos lo que causó el problema. Todo el día apretando el gatillo delante de la pantalla, lo raro es que no haya más muertos cada día. Fíjate, ya en 2019 dijeron “el fornai” era como la cocaína. 

Sí, en 2009 dijeron que el “World of Warcraft” era como la cocaína. Vale, sí, en los 80 dijeron lo mismo de “Super Mario”. Pero ahora es ahora. 

Mírame a mí, yo nunca jugué a videojuegos de pequeño, y jamás he asesinado a nadie. 

Un momento. Vaya, parece que tenemos VAR. Una parte de la prensa no se ha centrado en los videojuegos. Habrá que leer esto con más calma. Qué curioso, parece que ese fue el problema. Tenía en su mesilla de noche un libro. Veamos la prensa nacional: “El joven parricida de Elche habría leído “La edad de la ira”, una novela en la que un joven mata a su familia, y que forma parte del programa educativo de su instituto”. Vaya, esto cambia el panorama. Claro, es que a quién se le ocurre. ¿En qué pensaban en el instituto? A mí nunca me dieron libros como ese. ¿Quién supervisa el programa educativo? La culpa es de estos profesores modernos. ¿Cómo? ¿Qué el libro habla precisamente de la incomprensión adolescente, y la tendencia a buscar respuestas fáciles a sucesos dramáticos como ese? ¿Y qué más da? ¡Parricidas, en un libro! Con lo fácil que sería que leyeran libros normales. Los de siempre. Sin crímenes ni ideas raras. Aunque bueno, eso tal vez limite un poco la oferta. Habrá que prescindir de una buena parte de la novela moderna. Y de la antigua. Nada del siglo de oro, que no queremos trabajo infantil, robos o estafas callejeras. Prescindimos de la literatura griega, claro, porque entre saqueo y saqueo te salta Zeus con un rapto, y la liamos. Y quita de la estantería el libro gordo ese que dice “Biblia”, que como lea el antiguo testamento, se nos juntan el incesto, el infanticidio, los genocidios, y esas otras bonitas historias que forman parte del sustrato cultural de nuestro continente. 

Mírame a mí, nunca leí libros raros, y jamás he asesinado a nadie. 

Pensándolo bien, lo mejor es que no lean nada en absoluto, y así se evitan problemas. O solo libros que no les hagan pensar. Si no piensan, no hay peligro. Y sin videojuegos, tampoco. Eso mismo recomiendan en ese programa de la tele en el que llevan dos días analizando el crimen. Justo, ese canal que cada vez pierde más audiencia ante internet. Y frente a los videojuegos. No, ojalá perdiera audiencia por culpa de los libros, pero eso pasa cada vez menos. Sea como sea, a mí me tienen entretenido. 

Es terrible, lo sé. La familia está destrozada. Los vecinos no se lo pueden creer. Ya te dije que no lo pensaras mucho. Menos mal que tenemos una explicación. Bueno, dos. Y ninguna tiene que ver contigo. Madre mía, que alivio. Esto es lo que tenemos con la juventud de hoy en día, en esta sociedad permisiva y deforme. 

¿Dudas? No, además de no pensar, sería bueno no hacerte demasiadas preguntas. Jugaba al Fortnite, y leía libros sobre crímenes familiares. Es todo lo que necesitas saber. Nadie quiere más preguntas, en serio. Tampoco es que sean relevantes. ¿Tenía más problemas? ¿Sufría acoso en clase? ¿Era el primer castigo así? ¿O había habido otros antes? ¿Hablaba por internet con alguien imprescindible en su vida? Tal vez leía para evadirse de su realidad. O para revivirla. Puede que fuera celíaco. ¿Sufrió abusos? ¿Tenía dudas sobre su sexualidad y nadie que le apoyara? Tal vez le amenazaban en el instituto. Quizás no encajaba, y se sentía despreciado. O había cometido un error que creía irresoluble. ¿Le pegaba su padre, o su madre? ¿O algo peor? ¿Le gustaba el rojo? ¿Por qué otros jóvenes juegan al mismo juego sin hacer nada similar? Y ese libro, ¿lo ha leído más gente? ¿Tendría una crisis de identidad? ¿Tenía un arma cargada en casa? ¿Escuchaba heavy? ¿Reggaetón? Puede que sus sueños se hubieran convertido en polvo. ¿Insomnio? ¿Pesadillas? ¿Le gustaba el badminton? ¿Depresión, u otros problemas mentales? ¿Veía Netlfix? ¿Una decadencia académica a la que no sabía dar respuesta, pese a las expectativas familiares? Tal vez, dos años de pandemia habían distorsionado su vida de maneras que desconocemos. O albergaba tal oscuridad dentro que ningún videojuego o libro podría empeorar. A saber. 

¿Educar a los jóvenes para que sepan interpretar los estímulos que reciben, con sensibilidad y empatía? ¿Disociar las respuestas visibles de las excusas que actúan como vehículo de problemas más profundos? No suena mal del todo, pero parece complicado. Por ahora, vamos a culpar a algo concreto antes de que nos atropelle la próxima noticia. 

A ver, claro que tienes preguntas, pero no hay que hacerlas. La clave no está en comprender el problema, sino en encontrar respuestas. Culpables, incluso. Siempre ha sido así, tampoco es nada nuevo. Lo fue en el “asesino de la katana”. ¿Te acuerdas? En el año 2000. Un caso muy parecido a este. Un asesinato familiar, a sangre fría, con el perfil de un villano de película. No, el Fortnite no existía. Tampoco el libro “La edad de la ira”. Pero dicen que le gustaba el satanismo. No sé, lo dicen. Y que tenía el pelo como el personaje de un videojuego. ¿Ves? No es tan difícil encontrar respuestas. No, jamás se estableció una relación real entre una cosa y la otra. Era aficionado del Murcia club de fútbol, y nadie pensó que eso pudiera ser un motivo para convertirse en asesino. No lo pienses mucho. 

También estaban los asesinos del Rol. Los de 1994, esos que jugaban a eso de los dados para matar gente. No, los dados no son realmente para matar gente. No, los juegos de rol tampoco. Vale, sí, yo jugaba a eso de pequeño. No, todos los demás que conozco son gente normal. Bastante formada, sí. Más que la media; al fin y al cabo, despiertan la imaginación, y fomentan la lectura ¿En España? Cientos de miles. No, ninguno mata gente, pero eso no importa. ESTOS SÍ. Así que el problema estaba claro. Los juegos de rol, que normalizan asesinar gente en el papel, (supongo) provocan crímenes como estos. En mi casa fue un drama, y tuve que dejar de jugar al rol, sí. 

Bueno, pasé a jugar a escondidas. Lo cual demuestra el peligro de esa afición. O adicción, a saber. 

O como los múltiples criminales que escuchaban heavy metal. Adivina cómo suelen llamar a cualquier asesino que tuviera una camiseta negra y un disco “jevi” en su coche. Sí, “el asesino del heavy metal”. Hay una docena, por lo menos. Ya, Charles Manson escuchaba a los Beatles y nadie le llamó “el asesino en serie de Shelter Skelter”, pero son cosas distintas. Escuchando a Camela no habría asesinado a nadie. 

O sí. 

Pero bueno, a lo que íbamos. Lo importante es tu paz mental. Encuentra algo que tú no hagas, ni hayas hecho. Algo que no te guste. Algo que preferirías que no existiera o que no se utilizara. Cuando lo logres, ya tienes el puzle casi resuelto. Tú no haces “eso”. Tú no hiciste “eso”. Tú eres normal. Ergo, el que hace “eso”, se expone a dejar de serlo. Así que sobra el “eso”. Si es que está claro. 

Sigamos demonizando la herramienta, nunca su mal uso. 

Y mantengamos el foco en la afición que nos es extraña. Así no veremos las sombras en las que nos son más familiares. 

Rápido. No te pares a pensar mucho. Si no, tendríamos que empezar a hacernos otro tipo de preguntas. Menos evidentes. Más incómodas. 

No vaya a ser que, al final, la culpa no sea del Fornite. Ni del FIFA. Ni de los libros. Ni de los niños.

No vaya a ser. 

El túnel de La Restinga a Las Playas, radiografía de un disparate

Por Luciano Eutimio Armas Morales

El Cabildo Insular de El Hierro aprobó en pleno del pasado 7 de febrero, una moción, en la que se solicita al Gobierno de Canarias un estudio para llevar a cabo el cierre dorsal Este que comunique Las Playas con El Pinar. Para entendernos, un túnel y vías complementarias, entre Las Playas y la carretera de La Restinga a El Pinar.

En el camino de la historia: La Sanidad al limite

Por Juan Jesús Ayala*. 

Lo mas importante y necesario para que un país irrumpa en la modernidad y sea competitivo en los niveles que producen bienestar y riqueza es el sistema sanitario ya que si no es el adecuado todo lo que permanece a su alrededor se derrumba paulatinamente, y se comienza por no tener unos ratios consecuentes con la realidad del momento , concretamente en el campo de la medicina y enfermería; y podemos poner como ejemplo, España en su conjunto y Canarias particularmente.

En el ámbito de la enfermería diferentes sindicatos han propiciado días pasados concentraciones en los distintos centros de salud con el objeto de  hacer llegar a la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias que no deje a estos profesionales en situación precaria y con una sobrecarga de trabajo y responsabilidad que raya en lo inhumano lo que redunda en perjuicio contra la salud de los que tienen a su cargo mas de 2.500  personas asignadas lo que les obliga a una situación penosa y no deseable  al no dedicar a los pacientes el tiempo necesario. Y es que con una ratio de 5, 73 por cada 1000 habitantes en el conjunto del Estado y 8,8 por mil en la Unión Europea,  Canarias  está en 4,6  por cada 1000 lo que se traduce en la necesidad de incorporar al Servicio Canario de Salud 800 enfermeros para llegar al ratio adecuado que propicie una  adecuada asistencia a los habitantes de las islas.

Si nos concretamos en la situación de la Medicina esta es prácticamente  idéntica a la de antes de la pandemia. Aquí apenas se ha movido nada, la situación iguala a Polonia, Hungría y Bulgaria y lejos ,muy lejos de la ratio de Portugal de  2, 5 por 1000 o la de los Países Bajos, Francia o Alemania puesto que la media en el Estado español es de 1,93 médicos por cada 1000 habitantes donde Canarias sigue en la cola en la ratio por 1000 habitantes solo por delante de Andalucía y Castilla la Mancha.

Esta situación de no corregirse nos llevará al colapso total ya que, además, en apenas tres años se jubilaran el 50 por ciento de los jefes de servicio de hospitales lo que ocasionará nos encontremos con unas previsiones no ajustadas a un futuro inmediato, lo que llevará al enfermo a la no asistencia directa de un profesional sanitario sino que sea mediante el teléfono o pantallas de ordenador, cayendo en el olvido que el trato debe ser como siempre cara a cara con el paciente; y no seamos muy pesimistas si a no muy largo tiempo los robots en esto del diagnostico y tratamiento tengan mucho que decir , lo que ya seria el  desahucio personal total. 

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Ante esta situación que se vuelve a veces insoportable muchos sanitarios están a punto de abandonar, dado que aun cargados de vocación sufren en propia carne ciertos  impactos psicógenos indeseables al comprobar que no se les ha tratado bien por los poderes públicos sanitarios y que  si un día fueron motivo de aplausos hoy se encuentran desmotivados y dentro de una insatisfacción que  le han producido las palabras huecas y las promesa vanas por los palos de ciego de los gobiernos de turno que los  guían como si fueran marionetas.

O nos ponemos todos  a entender que es la sanidad, y mas aquellos que tienen la obligación de enderezar una situación que es grave donde  la gente se muere muchas veces sin recibir la asistencia  debida o de lo contrario nos situarán  al borde  de una sociedad que  camina hacia el caos sanitario y a la que se la está cogiendo con las pinzas de un bienestar deseado pero logrado, ni siquiera a medias.

(Respecto a una aclaración. En el articulo anterior sobre mi primo Juan donde hacia referencia a los “Ayala” que habían desempeñado tareas publicas en el Ayuntamiento de Valverde y Cabildo de la isla, omití por descuido memoristico, precisamente el  de su hijo José Matías Ayala Padrón, consejero que fue del Cabildo herreño).

*Por Juan Jesús Ayala (Especialista en Medicina Comunitaria y del  Trabajo).