Opinión

En el camino de la historia: Atascos negociadores

Por Juan Jesús Ayala.

Me refiero concretamente lo que vaya a suceder tras finalizar las conversaciones que mantiene el gobierno de Sánchez con partidos nacionalistas: los catalanes de Esquerra y de Jumts, los vascos del PNV y Bildu y los   distintos “verificadores”.

Todo es posible. Pero atendiéndonos a la historia, da la impresión que esta tiene un trazado similar desde que se nombró la Comisión Constitucional para elaborar el texto de la actual Constitución de 1978.

En realidad, si hubieran ido, sin tanta parafernalia, que conseguir un Referéndum para la autodeterminación de esos pueblos, podían haber desarrollado el recorrido, que a estas alturas llegarían a tiempo, cuál es el Pacto Internacional de Derechos Civiles, Económicos y Políticos aprobado por Naciones Unidas en 1966, ratificado en 1976  que entró en vigor en 1977; y el también refrendado por la Jefatura del Estado español en 1977, el cual en su articulado registra, entre otras cuestiones, “que todos los pueblos tienen el derecho a su libre determinación”.

Y ¿qué aconteció, como característica definitoria en la Comisión Constitucional?. Se sabía mucho antes de llegar ahí y como actitud secular tanto del nacionalismo vasco y catalán, que Euskadi como Cataluña pretendían que el trato que se tuviera era se reconocieran como nacionalidades históricas, alejadas de sus competencias máximas respecto a las que pudieran tener el resto de los territorios.

Pues bien, cuando se dispuso a ejercer la votación, aparece una enmienda del Diputado Letamendia de Euskadisco Esquerra que defendía la incorporación en el texto constitucional el derecho a la autodeterminación.

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Comienza la votación y eran necesarios el voto de Miquel Roca Junyent, representante de Convergencia Democrática de Cataluña, así como los representantes del partido Socialistas de Cataluña. ¿Y qué pasó? Les entraron unas urgencias fisiologías de difícil contención, ausentándose de la votación y no lograron lo que se suponía era incuestionable; con lo cual la enmienda no tuvo mayoría y no pudo insertarse en el texto constitucional.

Posiblemente, había cierto temor de nueva involución política una vez que se dejó atrásla dictadura, ya que se oían ciertos ruidos de sables y algún que otro revoloteo de sotanas, lo que se evidenció en el asalto de Tejero al Congreso tres años más tarde, el 23 de febrero de 1981.

Y este derecho que ha sido aprobado en los parlamentos vascos y catalán en sus Estatutos   no pasaron el filtro de los gobiernos de turno utilizándose como si fuera un arma arrojadiza, donde el gobierno se procura estabilidad u obtener la mayoría necesaria para formar gobierno haciéndole caso, aparentemente a las propuestas independentistas de los nacionalistas; pero a estos les bien mantener una situación de altapresión sin llegar a extremos de difícil encaje constitucional, pero mientras en las negociaciones se eleva la exigencia de saldar deudas pendientes y lograr las máximas cotas de autogobierno con transferencias que están aún pendientes de resolución.

Además, el referéndum, si se quiere hacer vinculante, el artículo 92 que es él se esgrime una y otra vez no lo admite y tendría que recurrirse al artículo 168, lo que requiere la modificación constitucional.

Cuya modificaciónno sería apoyada por el PP, la cual es imprescindible; por lo   que se continuará en la dinámica, de siempre: la negociación de los nacionalismos y la concesión de los gobiernos para lograr una mayoría, como el actual, marcando la intrahistoria, donde unos logran   no todo lo que exigen, pero sí bastante manteniendo como plataforma electoral las próximas y repetitivas reivindicaciones territoriales.

Eran gente de bien

Por Alfredo González Hernández. 

¡Son delincuentes! ¡Nos roban el trabajo! A veces no dudamos en criminalizar a los migrantes con una ligereza asombrosa pero, paradójicamente, la verdad es que aportan importantes beneficios al conjunto de la sociedad. Es una realidad incuestionable, aseverada por estudios diversos e instituciones nacionales e internacionales, que los migrantes contribuyeron a la mitad del fuerte crecimiento que se produjo en España entre 2000 y 2005. 

No obstante, el marco legal español no favorece la inserción de los migrantes; al contrario, lo dificulta. Nuestra Ley de Extranjería lleva a iniciar un ciclo represor que discrimina a las personas entre ciudadanos y no ciudadanos, según sean documentados o no. Se articulan toda una serie de procesos que dificultan u obstaculizan a las personas migrantes para poder disfrutar de los servicios esenciales y acceder a derechos fundamentales, ya sean un puesto de trabajo, la sanidad, la educación y la protección social. 

Las personas que se hallan en situación administrativa no regular están expuestas a situaciones permanentes de angustia al poder ser interceptadas en cualquier momento por la policía y ser confinadas en un CIE (Centro de Internamiento de Extranjeros) o ser expatriadas a su país de procedencia. 

Entre 1948 y 1950, Venezuela fue el destino más común para 12.000 canarios sin papeles. Partieron en barcos de pesca. Allí, cuando llegaban en aquella época, además de ser enviados a islas-cárceles, también eran retenidos en hoteles o barracones para migrantes, donde permanecían al menos cuarenta días antes de ser usados como mano de obra barata en trabajos fundamentalmente agrícolas. La vida en Canarias no era fácil en aquellos años. Las condiciones económicas eran malas, la pobreza golpeaba duro y en la isla de El Hierro no había ni escuelas ni luz eléctrica. Solo entre 1948 y 1950 salieron unos 65 barcos de Canarias rumbo a Latinoamérica. El 10,2% de esa emigración canaria clandestina eran herreños. (Olga Rodríguez. Diario.es. Febrero de 2021) 

El paralelismo es evidente. Oleadas de seres humanos huyen de su país por razones de índole económica o política en busca de mejores condiciones de vida para ellos y para los suyos, sabiendo que los sacrificios serán muchos y el riesgo de perecer grande, pero como me dijo un joven inmigrante negro “solo nos arriesgamos cuando estamos seguros de que el terror de ese viaje y vivir en un país extraño será mejor que quedarnos”. 

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A pesar de la analogía de los dos fenómenos mencionados, hay que destacar que la condiciones de Venezuela como país receptor eran diferentes a las de la España actual. Venezuela era un país en aquellos años donde casi todo estaba por hacer. Un país grande y de escasa población, con unos recursos naturales importantes esperando a ser explotados. Su necesidad de absorber inmigrantes jóvenes era determinante.    

En cuanto a la aceptación por la población local de estas oleadas de necesitados, también es diferente. En el caso de Venezuela, la tolerancia fue total, más allá de las conocidas anécdotas de llamarnos a todos los españoles “gallegos” si bien, respecto a los canarios, su comportamiento fue ejemplar y hasta de simpatía, según se dice. Con nosotros no existía la diferencia racial. No ocurre igual en relación a los inmigrantes subsaharianos en España, los negros. Sabemos que las actitudes xenófobas y raciales existen, a veces son tan sutiles que cuesta reconocerlas en nosotros mismos… y ellos las perciben. Las sufren. 

El hostigamiento racial puede incluir calumnias raciales, chistes o comentarios, dibujos, caricaturas, símbolos o gestos ofensivos con respecto a la raza y otras conductas físicas o verbales basadas en la raza de un individuo. 

Los herreños no estamos exentos de estos tics y pronunciamientos xenófobos, tan tenues a veces que no nos damos cuenta. Afortunadamente, somos en mayoría gente solidaria y comprensiva..., pero cuando nos encontramos con alguien que no duda en manifestar su antipatía racial a un negro y nos valemos del tópico, no siempre convincente, de que "tus abuelos también emigraron sin papeles, fueron bien acogidos y pudieron sacar a su familia adelante", encontramos como respuesta desesperada la no menos tópica "Es que ellos Iban a trabajar, eran gente de bien".

En el camino de la historia: Redefinición de soberanía

Por Juan Jesús Ayala.

Estamos en ello; las conversaciones mantenidas en alguna parte de Ginebra, de momento desconocida, entre el “mediador” o “verificador”, el diplomático salvadoreñoFrancisco Galindo Vélez, con los políticos catalanes de Junts y los representantes del PSOE van por ese camino. Anteriormente y no hace mucho tiempo la frontera es lo que une o separa, pero actualmente en un mundo globalizado el principio de soberanía está sometido a revisión. Hoy no se puede enarbolar esa vieja concepción ¿Y por qué?. Porque se ha visto que la noción de soberanía entendida desde la exclusividad y desde el hermetismo, más que una realidad, se ha convertido en un mito, en un artificio.

Y es que no solo son determinantes las fronteras físicas y territoriales, ya que tanto como esas fronteras, existen las culturales que son las que separan lo de "uno" con respeto a los de los “demás”, lo que hace se observe una clara divergencia entre el Estado formalmente constituido y las realidades sociales y culturales subyacentes en otros territorios de ese mismo Estado.

Se está, pues, viviendo un proceso sociológico-político tan acelerado que pone al borde de   la quiebra el principio de soberanía tal y como lo hemos entendido hasta hora.. Resulta difícil encontrar una única soberanía que sea identificada realmente. Por eso, en momentos de transición, (y lo viviremos, ya que la historia no se detiene) naciones sin Estado y que son naciones porque asumen una cultura compartida, como por Ejemplo Cataluña, Euskadi, Quebec, Escocia, que pretenden autoafirmarse, pero sin romper de forma brusca la dependencia con el Estado primigenio porque tienen claro que todos dependen de todos, aunque, eso sí, dejando un sitio de privilegio para su propia soberanía.

Así, Cataluña, aunque abunde en su discurso y exigencia política la independencia de España, saben de sobra que ni es posible a bote pronto, y llevaría su tiempo para adecuar la situación que bien pudiera ir por un status de soberanía-compartida, la que algunos nacionalistas canarios pusimos en la mesa del debate y se asumió como tesis posible tras debatirlo y aprobarse   en el VII Congreso del Partido Nacionalista Canario celebrado el 4 de diciembre de 1999.

Y si el nacionalismo canario no acaba de entender que este es el camino para que se acentúe, se desarrolle y acabe de concluir en ese status, al menos de momento, nos encontraremos que Euskadi, y Cataluña lograran gran parte de lo exigido lo que daría como resultado a un Estado asimétrico, donde unos territorios serán los privilegiados y otros, como el canario, en la eterna espera al considerar como imposible lo que históricamente es posible; pero no desde el inmovilismo político sino desde la fuerza que da si se desbroza la razón política de un nacionalismo canario adormecido en los roquedales de las playas de cada isla.

Si no sobrepasamos la isla, entendiendo de una vez que hay que considerar a Canarias como un “todo” seguiremos anclados en el mismo capítulo de la historia, el cual por exigencia territorial hay que reescribir. 

En el camino de la historia: Abrir la muralla: Víctor Jara

Por Juan Jesús Ayala.

Víctor Jara fue un cantautor y director de teatro chileno, el cual es un referente internacional de la canción protesta, además, de ser un entusiasta luchador por la libertad, sobre todo, en su país, tras el asesinato del presidente Salvador Allende por el golpe de estado propiciado por el general Pinochet. Como militaba en el partido comunista, a las pocas horas de la insurrección militar   fue uno de los primeros detenidos por el gobierno golpista. Y tras ser torturado y brutalmente golpeado durante cuatro días, se le trasladó al antiguo Estadio chileno, donde fue asesinado tras descargar sobre su cuerpo más de treinta disparos de las metralletas militares.

Nos cantó “abre la muralla” que fue una alegoría del más marcado sentimiento universal donde se pregona que había que dejar atrás y romper la vieja muralla trayendo todas las manos, una muralla que vaya desde el monte hasta la playa; para el veneno y el puñal cerrar la muralla y al corazón del amigo, abrirla con nuevos materiales donde existiera la concordia y las políticas bien entendidas; una muralla nueva por donde pase el ruiseñor y la paloma de la paz.

Pues todo este mensaje de esperanza que nos legó Víctor Jara no se ha extinguido, sino aun retrotrayéndonos a su tiempo, en el año 1941, cuando el pensador universal y médico psiquiatra, Stefan Zweig al ser judío    tuvo que exilarse en Brasil por estar en la lista, y no precisamente la de Schindler, sino en otra más escabrosa no se cansó de decir en sus conferencias que Brasil por su mezcla de raza, de cultura y de religión debería de constituirse en el futuro más inmediato en el país de referente para una humanidad sin guetos y sin barreras de ningún tipo.

Vanos deseos porque enlazando una época con la otra y la siguiente y la siguiente.., se comprueba que las guerras continúan, las murallas se siguen levantando y se es incapaz de defender y asumir la humanidad como un “todo” con un significado pleno de vitalidad, de entusiasmo y de esperanza, sin que podamos olvidarnos, y ahí tendremos que darle la razón, una vez más, al filósofo Thomas Hobbes cuando sentencia que: “el hombre es un lobo para otro hombre”.

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Si en 1989  solo había  6 barreras que separaban determinados países, en la actualidad suman 63 en todo el mundo, de tal manera que se remarcan las barreras como una distopía que funciona como potente metáfora del miedo actual, hasta el de uno mismo, que atenaza a Occidente.

 Las barreras o muros más beligerantes los encontramos en Israel, en número de 6; el muro de la vergüenza que Marruecos construyó a lo largo del Sahara Occidental, de 2.700 kilómetros, rodeado de nueve millones de minas terrestres; el que separa las 2 Coreas: las vallas de Ceuta y Melilla, la de EEUU que separa de México, la del Sahel, entre otros.

Muros que no cesan, que han sido los paredones que no solo dificultan y secuestran la vida de una colectividad en su conjunto, sino que muchas veces, de manera sibilina, se presentan delante de nosotros como infranqueables que desde determinados poderes públicos se fabrican con todo el descaro del mundo sintiéndose poseedores no solo de vidas y haciendas sino, lo peor, como controladores del destino de los pueblos.

En el camino de la historia: El artículo 155 para Canarias

Por Juan Jesús Ayala.

Fue en el año 1989, siendo presidenteLorenzo Olarte, y con motivo de unas diferencias de alto calado económico con el Gobierno de Felipe González, provocó una rebelión fiscal en Canarias, donde se decide, ante las exigencias del gobierno central, no aplicar en el archipiélago el desarme arancelario del 15 por ciento sobre las mercancías europeas. Lo que llevaba implícito reclamar por parte de Canarias 11.000 millones de pesetas por la pérdida de ingresos en los tres últimos años, dado que las islas se integraron en Europa tres años más tarde que la península.

Ante esto se requiere a Canarias que si en el plazo de un mes no se cumple lo establecido se le aplicaría el artículo 155. Ante la insistencia por parte del ministro de Hacienda, Carlos Solchaga,al que Olarte apenas se le ponía al teléfono,ya había trasmitido que si se aplicaba el mencionado artículo, Madrid iba a saber lo que vale un peine.

Esta frase en sí encierra un cierto posicionamiento político que pudiera producir un cierto desgagmientodel estado español, llegándose a hablar con cierta intensidad de constituir a Canarias con la estructura de un Estado Libre Asociado.

Amenaza que preocupó al gobierno central que decidió enviar a Canarias al Secretario de Estado de Hacienda, Josep Borrell para que buscase una solución a este problema acuciante para Canaria; visita que no fue muy bien acogida por parte del gobierno y algunos diputados del parlamento canario, ya que no era de recibo establecer conversaciones por las manifestaciones absurdas e irrelevantes del ministerio de Hacienda. 

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Sin embargo, Borrel, encontró la solución adecuada para que el archipiélago fuese integrado plenamente en Europa, considerando a las islas como una región ultraperiférica europea; por lo que el artículo 155 quedó guardado en un cajón y Canarias no fue intervenida.

Lo igual nos refresca la historia como el Gobierno central muchas ves cuando no tiene soluciones para determinados territorios, no los comprende, de ahí los "problemas con las asimetrías y tira por el callejón de enfrente enarbolando legajos y dictámenes".

Siempre es mejor el entendimiento, saber donde comienza un pueblo y donde termina.

En el diálogo, las connotaciones históricas son más que suficientes para ir poniendo las cuestiones territoriales en su sitio.. En aquel momento Olarte sacó pecho y solucionó la cuestión que se debatía..

Ahora estamos en otra tesis parecida y se trataría de actuar con consecuencia nacionalista, tal como lo hace el resto de los nacionalistas, y no limitarse a “esperar en la bajadita”