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Por Alfredo González Hernández.

Estimado amigo Javier.

Sorprendido por tus declaraciones con las que te muestras alarmado por no conocer el montaje exprés de un campamento debidamente acondicionado para alojar a unos 400 inmigrantes, ampliable, me siento obligado a hacer algunas consideraciones.

A veces nos quejamos de que no se hace nada, que no se avanza ni se mejora y otras veces que lo que se emprende es inapropiado y erróneo y este es el caso que hoy me ocupa. Lo de las nuevas instalaciones es algo que muchos conocíamos desde hace más de quince días, quizás cualquiera que con interés haya buscado la información también lo sabría o, además de hacer la pregunta en el Senado, la hubieses hecho en el Cabildo del que eres consejero. También entiendo que la pregunta en el Senado aporta mejores efectos mediáticos que a nivel local.

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También ahora la política del populismo está retorciendo la realidad y, con demagogia, hace ver que unas instalaciones más dignas para los inmigrantes va a perjudicar enormemente a los ganaderos. Estoy seguro de que los ganaderos no se verán perjudicados, al menos hasta el extremo de poner en duda unas instalaciones que palien las desgracias del prójimo, porque son generosos y están familiarizados con el sacrificio y el esfuerzo.

Hace unos días el diputado de la AHI visitó el centro de acogida de El Convento y departió con el personal voluntario que operaba allí, interesándose por el problema. Buscando información. Posiblemente, se enteró de que la acogida se iría a ver mejorada en las próximas semanas. Como resultado de esta visita, unos días después hizo unas manifestaciones en el Parlamento con las que se mostraba preocupado por las condiciones, para él mejorables, de los inmigrantes. Y tenía razón. Supongo que el diputado de AHI ante el pronunciamiento de su partido, y en coherencia con su experiencia, no muestre la menor duda de la instalación de este centro en el lugar previsto, al margen de que quien pudo lucirse no lo haya hecho.

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Por Juan Jesús Ayala.

Dentro del fenómeno de la migración que soporta Canarias, casi por inercia e inconscientemente abunda en la memoria   de cada cual que no nos es un acontecimiento nuevo, sino que fue hasta vital para el desarrollo económico y social de las islas en capítulos  de su historia donde la penuria fue protagonista durante mucho tiempo.

Pero también nos hace pensar que más de una vez   se asume la sensación que se es extranjero en su propia tierra, lo que se prolonga hasta dentro de uno mismo. Cuando observamos un paisaje que notamos cambiado, que hace años no era así y que ahora está desdibujado por la especulación, nos encontramos con ciertos interrogantes que trastocan la conciencia y la percepción de cosas, de nuestras cosas.

Ser extranjero, desde los bárbaros, quea lo largo del tiempo que así se consideraban, es doloroso; y la cuestión se acrecienta cuando nos encontramos con extranjeros que nos vuelven la mirada, que cuando cruzan por nuestro camino, si se fijan en nosotros es para dirigirnos un gesto que traduce asco y agresividad.

También se consideraron así a los Danaides, descendientes de Egipto, lo que nos hace comprender que la condición de extranjero estaba subyacente en las civilizaciones elementales y que invaden la tierra conviviendo con otros seres humanos, uniéndose los de un pueblo con los del otro, teniendo entre sí hijos que en la diferencia enriquecen los linajes.

Sin embargo, no se sabe muy bien si lo que en el fondo está funcionando el mecanismo psicógeno que impulsa el encuentro sea el miedo o la desconfianza que uno tiene del otro.

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Los pueblos nunca   fueron primigenios en su implantación, puesto que los que llegaban traían la ventaja de la novedad, así como también el inconveniente de la amenaza. Los de dentro eran receptivos y desde el recelo y la desconfianza se formaliza el encuentro, y desde ahí, desde el temor y la sumisión de unos por los otros, surgen los Estados y las naciones.

Es necesario, pues, una armonía de la polivalencia, donde tengamos los mismos derechos y desarrollemos idénticos discursos, pero mucho tiene que evolucionar la mentalidad de los seres humanos para que esta situación sea satisfactoria.

De momento a muchos extranjeros se les explota y se les somete a unas condiciones de supervivencia ciertamente   esclavista, con salarios de miseria y exentos de todos los parabienes y necesidades que tiene el nativo.

Situación que hay que corregir.

Pero también en la historia, y circunscríbenos a la de Canarias, se da la gran paradoja que extranjeros que llegaron y continúan llegando a nuestra tierra se alían con los poderes locales  para desde un poder reforzado entre unos y otros reventar a los de dentro que se ven como extranjeros de sí mismos. Viven en la incomodidad al comprobar que sus arraigos vitales en todos los vértices de su desarrollo son desde dentro secuestrados y violentados.

Lo que constituye un drama difícil de entender, sobre todo, en esta época de la gran migración, donde se intenta poner en rodaje la mejor solución para paliar y ayudar este desgraciado fenómeno; pero se nos olvida que muchas veces comprobamos que también somos extranjeros de sí mismos oprimidos por los poderes ocultos y no tan ocultos de algunos que han llegado a nuestra tierra que nos miran por encima del hombro y que nos hacen recordar viejas épocas de colonizaje y vasallaje. 

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Por Raúl Acosta Armas*.

Un pueblo sin memoria está condenado a la bruma del olvido, en un camino lento pero inexorable hacia su desaparición como tal. Si las fuentes históricas documentales son ignoradas por ese mismo pueblo o por quienes tienen la obligación moral y legal de preservarlas, nadie recordará mañana lo que fue ayer.

Nuestra identidad, forjada durante siglos gracias a la suma de influencias, culturas y gentes de diversas procedencias, irá quedando circunscrita al testimonio oral de nuestros mayores, una tradición de incalculable valor, pero frágil y necesitada igualmente de la máxima protección. Recientemente asistí a una charla impartida por mi antiguo profesor D. Modesto Jiménez Pérez donde nos recordaba la necesidad de un archivo histórico para recopilar las fuentes, máxime con la historia negra que había tenido la isla con varios incendios que nos hicieron perder siglos de historia.

Buena parte de esa memoria colectiva se asienta en el denominado patrimonio documental, que en Canarias está regulado en la Ley 3/1990 de 22 de febrero, de Patrimonio Documental y Archivos de Canarias. La norma se aprobó para “la custodia, conservación, inventario, protección y difusión del Patrimonio Documental de Canarias, a través del Sistema Canario de Archivos. Este sistema se diseña como un conjunto de órganos y servicios, descentralizados, a través de los cuales tanto la Comunidad Autónoma como cada uno de los Cabildos Insulares tienen capacidad para recoger, conservar y servir la documentación que se produce en su ámbito respectivo”.

“Los archivos - señala el propio texto- contienen los testimonios de las actividades de las instituciones y de las personas de nuestra comunidad. Son la memoria de las mismas y como tal deben estar al servicio de los ciudadanos, tanto en el ámbito de la gestión administrativa, como en el de la investigación histórica y la actividad cultural”.

Seis de los siete Cabildos Insulares han puesto en marcha desde entonces sus respectivos archivos insulares, bajo el espíritu y la letra de esa ley que, junto a la normativa de desarrollo reglamentario, integran un conjunto normativo imprescindible para la preservación de un legado de enorme valor.

 

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La única isla que aún no dispone de su archivo histórico es, desgraciadamente, El Hierro. A pesar de que a principios de 2019 se anunció la puesta en marcha del servicio, con una primera fase de recopilación documental, aún hoy no se ha conseguido el propósito de que “pueda ser utilizado por los investigadores y los propios herreños para acceder a todo tipo de documentos históricos de la isla”, tal y como se dijo en aquel momento.

El Cabildo, como promotor del servicio y responsable en primera instancia de velar por el patrimonio histórico de la isla, debe agilizar al máximo los plazos para su puesta en marcha.

Cada mes, cada año que pasa sin que se catalogue, regularice o digitalice las diversas fuentes documentales existentes en la Isla, un trozo de nuestra memoria colectiva se perderá en esa bruma, quizás para siempre.

También debemos hacer un esfuerzo por preservar la memoria oral que vamos perdiendo con nuestros mayores y que gracias a los medios digitales podríamos inmortalizar. Como dijo el escritor y etnólogo malí Amadou Hampâté Bâ, “cuando una persona anciana muere, una biblioteca arde”.

*Raúl Acosta Armas, diputado del Parlamento de Canarias por la Agrupación Herreña Independiente (AHI).

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Por Luciano Eutimio Armas Morales.

En esta foto tomada el 30 de octubre en una sala del parlamento europeo en Bruselas, podemos ver a cinco personajes en “busca de un autor”, como podría decir Luigi Pirandello.

El primero de la izquierda viste un suéter de cuello de cisne y un traje gris. Tiene las piernas cruzadas, y la mano izquierda, abierta, apoyada en la rodilla. La otra mano la oculta, quizá escondida, como los boxeadores para sorprender con un golpe. O quizá reservada para parar el golpe que podría venirle. Nunca se sabe.

De todas formas, ese gesto de la mano abierta y apoyada en la rodilla, denota que está prestando atención, relajado y cómodo. Como si estuviera diciendo: “¡Vamos a ver qué nos cuentan estos!”

A continuación, una señora con pantalones negros, blusa estampada, y botas de cuero negro y tacón alto. La cara redonda, el pelo lacio y caído, como recién salida de la ducha, la mirada neutra y la boca en un inequívoco gesto que denota resignación. “Bueno, lo que ustedes digan”.

Pero lo más llamativo, es ese detalle de esa mano derecha cogiendo algunos dedos de la izquierda, y apoyadas ambas sobre la rodilla con las piernas cruzadas. Parece como si estuviese nerviosa e insegura y dijera: “Dios mío, permíteme pensar con claridad, porque esto yo no lo veo claro”.

En el centro de la foto, un señor medio espatarrado, abierto de piernas, con su mano izquierda aferrado al sofá, como si estuviera pensando: “Hay que agarrarse, que vienen curvas”. 

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La mano derecha la tiene suelta, libre y a su aire, abierta y apoyada en el muslo derecho, como si fuese una mano independiente. Su rostro parece indicarnos una cierta resignación, como si estuviera pensando “A ver este, que me va a pedir ahora”

Se muestra abierto de piernas, como si estuviera dispuesto a transitar por las horcas caudinas. Porta un traje azul y una camisa crema, con una corbata roja que le cuelga hasta tapar salvas sean sus partes, quizá en un inconsciente gesto de pudor.

A continuación, un personaje con traje azul, camisa blanca y corbata, parece que también azul, que sentado y con las piernas cruzadas, apoya una mano sobre la otra, lo cual denota que está dispuesto a escuchar, pero desde una postura de autoconfianza y seguridad. Aunque un día tuvo que salir huyendo metido en el maletero de un coche, ahora parece que tiene la sartén por el mango.

Los zapatos de cordones con la punta cuadrada, y los calcetines azules que cubren hasta media pierna con el pantalón medio remangado, lo muestran como si estuviese predispuesto a “saltar el charco” sin mojarse los pantalones.

Es el centro de atención. Todas las miradas convergen en él. Con mandíbula rígida y mirada inquisidora, parece ser el que manda los recados y lleva la batuta en este pequeño concierto de cámara.

Y a la derecha de la foto, un personaje vestido deportivamente, con pantalón y mocasines ocres, chaqueta azul y camisa blanca sin corbata. Parece como un convidado que estuviera de paso y pensando: “A ver si terminan de una vez, que tengo que ir a sacar a pasear al perro”.

Las manos abiertas y cruzadas sobre las piernas cruzadas le hacen aparentar muy relajado, parece como si fuera el escudero del personaje con los pantalones a media pierna, y estuviera seguro de que, al final, se llevarían el gato al agua sin tener que cruzar el charco.

 

PS. Los cinco personajes de la foto son, de izquierda a derecha: Javier Moreno, parlamentario europeo por el PSOE; Iratxe García, parlamentaria europea por el PSOE; Santos Cerdán, secretario de organización del PSOE; Carles Puigdemont, presidente de Juntos por Cataluña; y Jordi Turull, secretario general de Junts.

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Por Juan Jesús Ayala.

Cuando en Valverde aparecieron las primeras ventas que tenían de todo, desde alpargatas, abanadores hasta jabón, Lagarto o azúcar, se usó por buena parte de estas ventas una especie de trueque para muchos alimentos u otros productos que se llevaban a su mostrador y se cambiaban por el que se necesitaba, más o menos del mismo valor. 

Pero lo más destacableen aquellos años fue "la libreta de la venta" que tenían todas aquellas familias consumidoras y a la vez los establecimientos o ventas donde se iba aadquirir un determinado producto.

Una vez pasada la fase de trueque, como el dinero no circulaba a diario por la mayoría de las casas, se implantó, casi por generación espontánea, una curiosa práctica y forma de acudir a las ventas, en nuestro caso a la de Doña Antonia, como fue la libreta de la tienda.

La libreta de la tienda de Doña Antonia era un cuaderno de no muchas hojas, que tenía en su contraportada dibujada el mapa de La Palma, ya que la vendía un comerciante de esa isla.

Pues bien, el día que se iba a comprar se apuntaba en la mencionada libreta aquellos productos y su cantidad; bien un litro de petróleo, medio litro de aceite, medio kilo de pimiento molido, 4 kilos de millo para las gallinas, un sombrero de paja para el sol, un par de sobres de azafrán   o unas alpargatas (lonas) marca el Faro.

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 Una vez que Doña Antonia nos había despachado y para tener constancia de la compra adquirida, anotaba también en su libreta los productos, la cantidad y el precio y el nombre del titular de la libreta compradora. Pasada una semana o quince días, según el trato oral que se adquiriera, se le pagaba; generalmente era cuando las familias vendían el queso una vez curado o fruta, que con parte de ese dinero se apartaba para satisfacer la deuda que se tenía con la venta.

Algunas veces carecía de lo que se iba a comprar y tenía que enviar a alguien de su familia o algún conocido que se acercara al depósito de Abastos que estaba cerca, la venta en la calle de El Teatro y Abastos a dos pasos en la calle Licenciado Bueno.

La venta de Doña Antonia la recordamos con cariño y nostalgia porque fue la de nuestro entorno y hacia ella íbamos a comprar; primeramente estaba en los bajos de la casa de Doña Alberta Cejas, y más tarde se trasladó a la casa aledaña en la misma calle del Teatro, vivienda que había adquirido de la compra que efectúo a los descendientes de Don Gabino, Soledad y Rodrigo.

En realidad, la libreta de la tienda era la mejor solución dado la escasez de dinero que circulaba en aquellos momentos, pero dada la generosidad de los comerciantes se podía salvar las carencias que pudieran surgir en un momento determinado. Y tan es así que ante un imprevisto como una muerte de cochino, los preparativos de una boda o de un bautizo que se necesita cantidades mayores, nunca fue problema para los comerciantes de las ventas   de Valverde. A nosotros nos tocó la de Doña Antonia, a la cual hoy   la tenemos en el reducto de la memoria…

 

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