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Por Raúl Acosta Armas*.

La isla de El Hierro conoce mejor que nadie lo que es la doble y la triple insularidad.

Los que vivimos en la isla sabemos que a nivel personal, empresarial, sanitario, formativo, cultural y en casi todas las facetas de la vida, todo nos cuesta más que a nuestros hermanos de las islas capitalinas. Es el peaje que pagamos por vivir en una isla maravillosa, pero en la que, por desgracia, las desigualdades se acentúan por las diferencias estructurales que ya de por sí padecemos en toda Canarias.

La bonificación al combustible ha sido una conquista pequeña en relación con las grandes desigualdades que soportamos en las Islas Verdes en muchas materias, pero esta reivindicación histórica por fin se ha cumplido. Y cuando la tenemos, nos genera la sensación de que todo sigue igual. Por un lado, aquellos que no lo consiguieron quieren quitarle todo el mérito porque ellos no lo hicieron; los descontentos siempre verán el vaso medio vacío, luego están los detractores que llegan a mentir por razones políticas, afirmando que el precio ha subido veinte céntimos o que los majoreros y conejeros amanecieron el 1 de abril siendo los más pobres de Canarias (obviando que aun con la bonificación, los herreños y las herreñas somos los canarios que más caro pagamos el combustible).

Ante el hastío generalizado que rodea a todo lo concerniente a la política, hasta lo que es bueno, ya nos suena raro. Y es normal. Cansamos a la gente y lo “urgente”, que en algunos casos es lo que conviene a algunos, nos aleja de lo importante. ¿Y qué es lo importante? Conseguir una Canarias de una sola velocidad, donde las desigualdades no estén tan acrecentadas entre unas islas y otras. Por esa razón esta bonificación no es más que un parche: los herreños y herreñas no podemos aspirar a quedarnos con veinte céntimos, tenemos que ir mucho más allá. Pero es verdad que si a una herida no se le ponen parches, el enfermo se gangrena.

Tenemos herramientas que todavía no se han articulado como deberían, como es nuestro Régimen Económico y Fiscal (en adelante REF) para conseguir modular algunas medidas de nuestro fuero canario que nos permitan progresar en nuestra tierra. Y esto no es ciencia ficción, ya los Reyes Católicos entendieron en el periodo de la conquista que Canarias no iba a progresar si no se articulaban medidas potentes, y luego vinieron las primeras exenciones fiscales hasta que en 1852 se aprobó la ley de Puertos Francos de Bravo Murillo incorporando franquicias fiscales a la importación de productos. La historia nos enseña que los estímulos tributarios y económicos son los que han posibilitado un desarrollo económico y social en Canarias.

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Y cuando Canarias sale al exterior lo hace con la bandera de “RUP” (Región ultraperiférica) que otorga el artículo 349 del Tratado de Funcionamiento con todos los beneficios que entraña para compensar la lejanía e insularidad. Pero sucede que de puertas para adentro en Canarias a veces nos olvidamos que hay periferia en la periferia y que El Hierro o La Graciosa son los máximos exponentes de esa realidad.

Por esa razón tenemos que tomar medidas valientes, como en la reciente erupción volcánica de La Palma, donde se ha acordado una bonificación del 60% en el IRPF. Una forma de redistribuir la riqueza y conseguir una mejoría en nuestras islas no capitalinas es modular los tributos, especialmente los impuestos directos y personales como el IRPF o el IS para adecuarlos a la capacidad económica de los contribuyentes, que no es igual en Tenerife que en El Hierro, porque la carestía de la cesta de la compra o los costes de desplazamiento nos lastran nuestros rendimientos haciéndonos más pobres que los otros canarios en las mismas condiciones por las desventajas estructurales que soportamos. A modo de ejemplo, lo vemos con los funcionarios que se desplazan a islas no capitalinas, que tienen un complemento en la nómina en función de su categoría. ¿Qué razón tiene ese complemento en la nómina? Pues el de conseguir compensar en cierta medida los costes que la propia Administración sabe que tendrá ese funcionario y que sin este difícilmente iría a ese destino.

Por cierto, es hora de intentar también cambiar la estructura económica de la isla, donde el 45% del empleo lo genera el sector público. Una economía basada en servicios públicos no será una economía productiva ni competitiva y eso tiene efectos en el desarrollo social y económico, produciendo una gentrificación que hará que en la isla solo queden jubilados y funcionarios.

Así que no solo hablamos de conseguir con estas medidas una mejoría económico-social, sino de atraer y fijar población para evitar la desbandada de jóvenes herreños que no pueden vivir en su propia tierra. Un parche está bien, pero El Hierro ya necesita unos pantalones nuevos y a medida, y eso solo nos lo puede dar la modificación de nuestro REF adecuado a la singularidad de cada isla.

*Raúl Acosta Armas, diputado del Parlamento de Canarias por la Agrupación Herreña Independiente (AHI).

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Por Juan Jesús Ayala.

Canarias salió a la calle con la fuerza de una clara convicción que es un territorio limitado, que no se estira como un elástico, que crece de manera imparable y alocada, sin control, sin apenas aumentar los recursos para acoger la avalancha de turismo que llega, que debe seguir llegando porque aporta el 40 por ciento del empleo y el 35 por ciento del PIB canario, pero si no se da una voz de alarma, podemos convertirnos en una tierra donde lo que impera es el disparate de la masificación, de la especulación territorial y sometido a una carga poblacional que lo único que podrá conseguir que las islas se desequilibren y estemos pendientes de la emergencia de una nueva isla como la que anunció el volcán Tagoro  o que el  espejismo de San Borondón, deje de ser leyenda y se convierta en realidad.

Canarias actualmente tiene una población de 2.237.048 habitantes y una densidad  de 300 habitantes por  kilómetro cuadrado mientras que España en su totalidad con  poco más de medio millón de kilómetros cuadrados  tiene  una densidad poblacional de 94 habitantes por kilómetro cuadrado que no tiene nada que ver con  el aumento poblacional en Canarias que empezó 2024  con 22.997 habitantes más que en 2023, alcanzado la cifra total antes reseñada donde los residentes nacidos en el extranjero ya son 314.523; (el 15 por ciento de la población). Y si los nacimientos tienen una caída  muy intensa solo 11.854 nacimientos en 2023 con un descenso de 2,3 por ciento del año anterior  cuando se llegó a tener años atrás una cifras de 19.000 nacimientos, ya podemos intuir lo que nos espera, no solo  desde una aculturación galopante la identidad canaria habrá que detectarla con un objetivo de gran aumento, sino que acontecerá lo que la UNESCO predice en territorios con una carga poblacional como Canarias que se convertirán en una olla a presión puesta a reventar en cualquier momento.

Y si a esta carga poblacional le sumamos los 14 millones de turistas que llegan al año podremos estar a las puertas de un territorio dislocado, donde la población crece y los recursos de todo tipo se mantienen igual  y la degradación del medio ambiente se acelera de manera vertiginosa que hay que evitar de manera urgente sin tiquis ni miquis  por lo que nos parece bien que  apostemos por un desarrollo sostenible y equilibrado, que abarque un nuevo modelo económico, huyendo del turismo masivo y depredador. 

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Desde hace años, una y otra vez se ha venido hablando que habría que diversificar la economía canaria para que no estemos sometidos casi plenamente al turismo, pero ha sido  un pretexto y un alegato estéril de los gobiernos de turno que no pasa de ahí; las palabras como siempre si, además,  se enfatizan en épocas preelectorales se las lleva el viento porque suenan huecas y de poca consistencia.

Por lo que nos parece muy bien que se salga a la calle y se esté alerta de los especuladores del territorio que amparándose en no se sabe que poderes ocultos los favorecen; y no digamos ahora con la propuesta de promover a las islas más despobladas, tales  como La Gomera y El Hierro, que los que trabajan a distancia que puedan llegar desde cualquier parte del mundo ayuden a la economía de esas islas  mediante  los gastos que puedan ocasionar  durante su estancia de años aumentado, además,  la población de las mismas; eso si con los mismos servicios.

Por eso se hace necesario que se tome de una vez conciencia del problema y no por determinados políticos que duermen una siesta que dura años, por lo que las manifestaciones del día 20 suenen como un aldabonazo para que vayan desentumeciéndose de sus modorras y quietismo porque está en juego ni más ni menos que la supervivencia colectiva. Y esto no es una broma ni un tremendismo  calculado, es una realidad palpitante.

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Por Luciano Eutimio Armas Morales.

Dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver… porque no le interesa. Y es que la polémica sobre el turismo y la tasa turística, parece que, en Canarias, está subiendo en decibelios. Empecemos por el principio:

¿Qué es el turismo?

Algunos autores hablan de la industria turística, para darle más relevancia y equipararla a la industria de las chimeneas, es decir, a la que realmente transforma materiales para crear productos. Pero independientemente del apellido que le pongamos y se le clasifique como industria o como servicio, es una actividad económica que ofrece una amplia gama de servicios con objetivos económicos, y que, en el año 2.019, representó el 10,4 del PIB mundial dando empleo a 319 millones de personas.

Turismo en Canarias

El turismo en Canarias, como muchas otras actividades agrícolas e industriales, fue iniciado por los ingleses, aprovechando la coyuntura de que Canarias estaba en la mitad de la ruta de Gran Bretaña con las colonias de África, y era punto de escala casi obligada. Los ingleses construyeron los primeros hoteles en Canarias en el siglo XIX situados en el Puerto de la Cruz y en Santa Brígida, aunque el turismo como viaje organizado con vuelos chárter a Canarias, comenzó en diciembre de 1957 con un vuelo entre Estocolmo y Gran Canaria. Los suecos, huyendo del obscuro y frio invierno, encontraban en Canarias ese clima, ese sol, esas playas y esos paisajes que tanto admiraban y deseaban disfrutar.

Tras los suecos, llegaron los alemanes, los ingleses, y en general de todos los países nórdicos, a disfrutar de todo eso que no tenían, y la mejora del nivel de vida en esos países y la eficiencia y competitividad de los medios de transporte, hicieron que ese turismo un poco exótico en sus comienzos, se convirtiera en un fenómeno de masas con amplia repercusión en la economía y en el empleo.

En Gran Canaria, el turismo comenzó una expansión extraordinaria tras la aprobación de la urbanización Maspalomas, Costa Canaria en el sur de la isla, que preveía la construcción de hoteles, apartamentos, campos del golf y centros comerciales. Y justo en ese tiempo nació lo que algunos llaman capitalismo popular: Ante la gran demanda de alojamientos turísticos por parte de los tours operadores extranjeros, ofrecían el pago adelantado de rentas por años, para contratar complejos de apartamentos turísticos. 

Se constituyeron así comunidades de propietarios formadas por pequeños comerciantes, funcionarios, taxistas, empleados administrativos, etc. que, con una pequeña inversión y el adelanto de renta que hacían los touroperadores, se hacían con la propiedad de un bungalow o un apartamento. Esto fue así en los años setenta y ochenta, hasta que los grandes operadores turísticos comenzaron a controlar y en cierto modo monopolizar el rentable negocio.

El negocio y el Rey Midas

En cualquier negocio o empresa, se invierte en comprar algo, ya sean materias primas, mercancías elaboradas, construcciones, vehículos, etc, y luego vende esos productos y servicios a un precio que le permita pagar los costes y obtener unos beneficios. Eso es tan elemental, que hasta Juan Lauriano o entendía. 

En el negocio turístico, el inversor construye un hotel, por ejemplo, en el que presta unos servicios y vende las habitaciones a un cliente que paga por disfrutar de esa habitación y esos servicios durante unos días. 

¿Qué vende el empresario hotelero? El alojamiento en una confortable habitación con los servicios de limpieza y restauración correspondientes, así como un valor añadido, que hace incrementar el precio de ese servicio de alojamiento. No es lo mismo una habitación en primera línea de playa con vistas al mar, que una habitación coya única ventana da a un patio interior con poca luz, aunque las habitaciones sean idénticas. 

Ese valor añadido del producto industrial o agrícola que hace incrementar el precio, puede ser cámaras de visión 360 º o conexión a internet en un automóvil, elaboración artesanal por medios mecánicos del aceite de oliva, o velocidad de procesamiento y memoria de un ordenador portátil. Pero todos esos añadidos tienen un coste, que el empresario repercute obviamente en el precio de venta.

Pero en el caso del turismo ocurre hasta ahora en Canarias algo muy curioso: El coste de construir un hotel en Soria o en Badajoz, y los servicios a prestar en el mismo, tienen aproximadamente el mismo coste que en Canarias. Pero una habitación de hotel en Canaras tiene un valor añadido extraordinario, que obviamente, el empresario turístico repercute en el precio de venta.    

¿Y cuál es el valor añadido del producto turístico que vende el empresario?  Es el clima, el sol, las playas, el paisaje y la seguridad ciudadana, entre otros. Pero hay una gran diferencia entre el industrial o el agricultor, que incorpora valor añadido a sus productos, porque el industrial turístico en Canarias, ese valor añadido que vende a sus clientes a él le sale gratis, con lo cual su beneficio se multiplica.

¿Y que tiene que hacer el Rey Midas de turno, ya sea en un ayuntamiento, cabildo o gobierno autónomo para multiplicar ese valor? Tocar con su varita mágica una porción de suelo y convertirlo en urbanizable. Su valor se puede multiplicar por cien para el que lo compra, construye y vende con el valor añadido del clima, el sol, las playas y el paisaje de Canarias, algo que a él le sale gratis y aumenta su beneficio escandalosamente. 

¿Y quién paga la cuenta?

Cuando un turista viene a Canarias, puede disfrutar de sus playas, de sus espacios naturales, de su clima, de sus infraestructuras, puede ducharse y desalarse cuando va a la playa en las duchas de la misma, o caminar por senderos acondicionados en sus cumbres o sus espacios naturales. 

¿Y quién paga todo eso?

Nosotros con nuestros impuestos pagamos los socorristas de las playas, la limpieza de las mismas, el cuidado de los senderos, los vigilantes de los espacios naturales, o el agua de las duchas en las playas. Pero los turistas, a quien el empresario turístico se lo ha vendido incluido en el paquete como valor añadido a su alojamiento, no pagan nada por eso.

La tasa turistica

¿Es tan difícil entender, que el turista debe pagar una tasa para contribuir a mantener esas playas y esos espacios naturales que disfruta gratuitamente? Y no me digan que el turista ya paga IGIC cuando va a un restaurante o alquila una moto de gua, porque ese IGIC también lo pagamos los canarios.

La tasa turística está extendida prácticamente en todos los destinos turísticos. No solo para contribuir con esas tasas a mantener esos espacios que los turistas disfrutan, sino también en algún caso de forma disuasoria para tratar de evitar un colapso del destino por masificación del mismo. Venecia por ejemplo comenzó por prohibir la escala de cruceros, y ha seguido por establecer una tasa para todo turista que quiera entrar en la ciudad.

Esa tasa nos la cobran a nosotros si vamos a hospedarnos a algunas ciudades de Francia, de Alemania, de Holanda, a Nueva York, a Praga, a Cancún, e incluso hay países que cobran una tasa turística de hasta 220,$  por el solo hecho de entrar en ese país como turista. Pero a los alemanes, a los franceses o a los holandeses, no les cobramos nada cuando viene aquí como turistas. ¡Es que somos muy generosos!

En realidad, los que se oponen a la tasa turística, es que ni defienden a Canarias ni defienden a los canarios. Lo que defienden de verdad, son los intereses de los depredadores de suelo que hacen negocio vendiendo nuestras playas, nuestros espacios naturales y nuestro clima, sin que a ellos les cueste nada… o bueno, quizá alguna mordida para el Rey Midas de turno.

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Diversificación económica de Canarias

Eso de la diversificación de la economía, junto a lo de turismo sostenible, es una de las muletillas que más se utilizan, por eso de que “es necesario que algo cambie para que toda siga igual”, como decía el Conde de Lampeduza, y es que, aunque esas expresiones se manejan de boquilla, los tiros van en sentido contrario.

Decía el pasado mes de diciembre el presidente Fernando Clavijo que había que agilizar los procedimientos de autorizaciones en el territorio, porque nos estaban esperando inversiones del orden de cincuenta a sesenta mil millones de euros, que estaban frenadas porque los inversores no conseguían las autorizaciones pertinentes. Y ya había dicho anteriormente, que “nuestra prioridad es atraer inversiones que contribuyen a ofrecer nuevas oportunidades a los jóvenes canarios”. ¡Que bien suena la frasecita!

Pero esas inversiones no pretenden destinarse en Canarias a crear un HUB que sea plataforma para los países vecinos de África aprovechando nuestra posición geográfica estratégica, ni para la creación de un parque tecnológico, ni para el desarrollo de industrias punteras en desalación o energías alternativas, no, nada de eso. Esos cincuenta mil millones de euros que están en lista de espera, son para invertirlos en construir más hoteles, más campos de golf, más centros comerciales y más puertos deportivos.

En esa lista de espera están La Tejita, El Mojón, el puerto de Fonsalía, La Pavona, Ecoresort, Cuna del Alma, Tenerife Circuito del Motor, y otros muchos proyectos para construir miles y miles de camas más. 

Y claro está, crearán más puestos de trabajo. Pero como el crecimiento vegetativo de nuestra población no permite cubrir esos puestos de trabajo, vendrán de Sudamérica o de África a cubrirlos. Pero esos trabajadores demandarán entonces más servicios sanitarios; de educación para sus hijos; de agua, electricidad y comunicaciones; de instalaciones de depuración y saneamiento. Y muchos tendrán un vehículo para desplazarse, y las autopistas del sur y del norte de Tenerife tendrán que aumentar a cuatro carriles, a cinco, a seis, y así sucesivamente hasta el infinito, o hasta que el caballo reviente. 

Capacidad de carga

“El crecimiento del turismo en España no es sostenible”. Esto no lo dijo un ecologista, lo dijo Gabriel Escarrer, consejero delegado del grupo Meliá. Hay que intentar hacer algo para controlar un crecimiento que puede colapsar el negocio. 

Hace más de veinte años, un gobierno y un parlamento sensibles con algo tan elemental como la capacidad de carga de un territorio, promulgaron leyes que pretendían contener ese crecimiento descontrolado. Pero desde el año 2015, las leyes parece que van en sentido contrario, y fomentan instrumentos para liberación del suelo y abrir ventanillas para los especuladores, como los Proyectos de Interés Insular. ¡Barra libre a los depredadores del territorio!

Porque la Ley del Suelo 4/2017, que en su exposición de motivos decía que pretendía descongestionar la tramitación de expedientes relativos a ordenación del suelo desmantelando la COTMAC y delegando funciones a los cabildos y ayuntamientos, lo que ha conseguido es el efecto contrario: Es como si en sanidad, ante el colapso de los hospitales deciden derivar los enfermos a los ambulatorios, donde ante la carencia de medios y de especialistas, a los pacientes les esperaría un negro panorama. Pues ese negro panorama es el que ha provocado la Ley del Suelo en Canarias. El desarrollo del los planes generales e instrumentos de ordenación del territorio se atascan, y solo parece que se agilizan los proyectos de Interés Insular, a la medida de algunos especuladores, claro está. En realidad, esta ley no se hizo para tratar de ordenar el territorio, sino para permitir que algunos lo desordenaran a la carta.

Y en esto, llegó la vivienda vacacional

Esta figura, nació con vocación de generar una renta complementaria para determinado segmento de pequeños propietarios. La intención parecía buena, pero como sucedió con el desarrollo de los complejos de apartamentos en los años setenta y ochenta, los grandes han visto la tarta, y ya hay algún propietario que posee más de quinientas viviendas vacacionales acogiéndose a la opacidad fiscal que esta figura permite, y provocando un crecimiento espectacular de este tipo de alojamiento.  Si esto no se regula adecuadamente, crecerá como un monstruo que devorará parte del mercado turístico, y provocará inevitables tensiones por carencia de viviendas en alquiler y elevación de la renta de las mismas. 

Gran parte de estas viviendas vacacionales han sido compradas por extranjeros, y esto necesita ser regulado. Hay países que han prohibido a los extranjeros no residentes comprar una vivienda, como Canadá, Nueva Zelanda o Andorra, y otros como Portugal, han aumentado considerablemente el impuesto a la propiedad para los propietarios no residentes. Pero en este país, como somos tan generosos, si un extranjero invierte quinientos mil euros en la compra de una vivienda, lo que llaman la Golden Visa, le regalamos la condición de residente y el derecho a vivir y trabajar en España. ¡Increible!

La situación de Canarias y la dependencia de la Unión Europea, en la que entramos por la puerta de servicio, no permiten seguramente implantar unas restricciones que si pueden hacer algunos países para hacer frente a la codicia especulativa del suelo y de la vivienda, pero posiblemente si se puedan implementar medidas fiscales como ha hecho Portugal, que contribuyan a frenar o disuadir este fiebre, que podría tener efectos muy negativos en el mercado turístico en general y en el acceso a la vivienda en particular.

Y una forma de rebajar esa fiebre, podrían ser efectivamente instrumentos fiscales: Que las viviendas vacaciones, dada la dificultad de controlar su nivel de ocupación, paguen una cuota mensual de tasas turísticas por la capacidad alojativa de la misma, pues el no pagarla, sería una forma de competencia desleal para los hoteles. Además, como obtienen mucha más rentabilidad que con el alquiler convencional, sería justo que tributaran más en IBI o en otras figuras fiscales.

¿Es beneficioso el turismo para Canarias?

Si el turismo es una industria, es la industria de los pobres. De los que tienen poca o ninguna cualificación profesional. De los que ni fabrican ni producen, sino que venden lo que han heredado para sobrevivir. Y si bien es una actividad económica que genera beneficios económicos y que ha permitido ayudar a salir de un crónico subdesarrollo a algunos países o regiones, también es cierto que cuando el turismo se convierte casi en un monocultivo, como ocurre ahora en nuestras islas, los efectos pueden ser negativos.

Tenemos en Canarias los peores indicadores en educación, en sanidad, en paro, en precariedad laboral y casi ochocientas mil personas en riesgo de pobreza o exclusión social. ¡Y eso con cifras récord de turistas! 

!Y todavía algunos se afanan en calificar más suelo para construir más camas turísticas, que traerán mas precariedad laboral, mas demanda de servicios, mas saturación de infraestructuras, mas contaminación, más presión sobre el territorio y las costas… y más miseria!

Pero no se trata de demonizar el turismo, como algunos dicen para descalificar a los que se oponen a esta demencial espiral de crecimiento. El turismo es una actividad económica beneficiosa para las sociedades que la promueven, cuanto está regulada y orientada a mantener y revalorizar los valores patrimoniales de esa sociedad, como sus paisajes, sus costas, su cultura y su equilibrio medioambiental. Pero cuando esa actividad está orientada a un crecimiento desmesurado promovido por especuladores y depredadores del suelo, se produce una destrucción de esos valores y una consiguiente pérdida de valor como destino turístico.

Pero eso a los buitres financieros no les preocupa. Después de exprimir, saturar y quemar a Canarias como destino turístico, se llevarán los beneficios a República Dominicana, a Los Cabos, en la Baja California, a Cancún o a Panamá. Con la complicidad de los Reyes Midas, claro está.

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Por Alejandro Luaces*.

El valor de la música como herramienta de construcción de salud comunitaria con las personas mayores.

Desde el origen de nuestras sociedades, la música en vivo y el canto son una herramienta clave de consolidación de las relaciones humanas y de intensificación de las mismas, de construcción identitaria y emocional.

También fuente primordial de salud mental, teniendo especial valor las músicas tradicionales y populares propias y foráneas, por ser estas interpretadas o experimentadas en conjunto y en común, eje fundamental de celebraciones y ritos de paso, de expresión individual y colectiva.

En la reciente visita a Echedo, La Restinga y El Pinar, en colaboración con la Consejería de Derechos Sociales, Bienestar Social y Dignidad Personal del Cabildo Insular de El Hierro, se evidencia el valor patrimonial y el activo de salud en la isla.

Más allá del valor consolidado y reconocido de la música como herramienta de intervención clínica u hospitalaria, es radicalmente prioritaria la implementación y recomendación de proyectos de salud comunitaria donde estén presentes la música en vivo y el canto, vinculados a nuestra historia de vida, a la historia colectiva y la cultura popular, poniendo voz así también a un sector silenciado y con mucho que decir: el de los hombres y mujeres mayores. Clave sería recuperar y adaptar la función social de estas músicas y esos músicos, amparándonos en su propia transmisión y escapando de las intervenciones puntuales, anecdóticas y voluntaristas.

En la gira que estamos desarrollando por Europa -"La vida sigue igual"- compartiendo las canciones con personas de edad, hemos comprobado que esta capacidad de la música para crear espacios positivos de relación sigue intacta, pero necesitada de espacios dignos. La evolución de nuestras sociedades en los últimos años incapacita, desde el paternalismo, la participación del ocio y la cultura propia en esta franja de edad, desprestigiando también profesionalmente el oficio de músico popular, gremio fundamental en nuestras culturas a pesar de no ser valorados con condiciones de trabajo dignas y espacios de música cercanos, regulares y accesibles económicamente, aun siendo reconocido por nuestras sociedades como una figura inherente a la vida.

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Ahora qué artistas como Rodrigo Cuevas -Premio Nacional de Músicas Actuales- triunfan entre la modernidad como herederos directos y legítimos de un patrimonio de valor incalculable, devolverles a las personas mayores esos espacios musicales que nos reclaman a gritos sería importante, espacios que serán sin duda herramienta fundamental de diversión y mejora vital, de ahorro de presupuestos públicos cargados de gastos farmacológicos prescindibles, al servicio de planteamientos sanitarios de intereses opacos, con propuestas narcotizantes en lo político, en lo humano y en lo emocional.

Empujar para construir espacios de intervención social y promoción de salud más amables y humanos, en colaboración con los trabajadores y trabajadoras de los centros, asociaciones y organizaciones, debiera ser una prioridad para las administraciones y también para los músicos, sacando lo mejor de cada uno de nosotros y nosotras, poniéndolo al servicio de la sociedad como trabajadores de esta disciplina artística: la música como un actor más. Aunque sería importante medir el riesgo de crear únicamente espacios artísticos de intervención, valorando positivamente la prioridad de vincular el desarrollo al tejido asociativo y comunitario ya existente. De no hacerlo, una parte de los nuevos profesionales de la música o de la musicoterapia, pueden caer en planteamientos que nos trasladen a espacios de intervención similares a los que pretendemos eliminar, asistencialistas y con complicidades amplias entre las tendencias biologicistas o farmacológicas.

En este mismo sentido, intentar acotar la definición de lo que debe ser el trabajo comunitario, trabajando sobre el marco real -real- de aislamiento de las personas de edad, en colaboración con las estrategias comunitarias ya activas y desde una teoría que debata su red multicausal. Luchar a través de las canciones contra el envilecimiento de la vida en la vejez. Pondremos así, inevitablemente, en valor la importancia de los determinantes sociales en su salud, con un alto índice de pobreza estructural y marginalidad. También el impacto positivo que la música supondría para aquellos que no pueden tener acceso a un ocio de pago.

Podemos cantar únicamente porque tenemos las canciones, no las soluciones a los problemas estructurales de soledad ni a las patologías que de ahí derivan, tal y como informa recientemente en sus estudios la Organización Mundial de la Salud (OMS). Es este un problema de salud pública que debemos abordar entre todos y todas, mucho más en contextos residenciales o domiciliarios en los que la vida fluye con emociones y ritmos complejos.

Apropiémonos una vez más de los itinerarios de salud, recetémonos canciones y música. Dignifiquemos nuestras vidas, porque vivir no es durar.

*Alejandro Luaces, Músico.

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Por Juan Jesús Ayala.

Da la impresión, si nos dejamos llevar por aquellos que tienen que tomar decisiones de alto calado político que  dicen está   todo controlado, que iremos  mejor, si no es mañana, será el día  siguiente; y si por alguna causa, bien sea  un fenómeno atmosférico imprevisto que lo dificulte u otra cuestión, no importa, seguirán esperando mejor oportunidad, y así al menos tendrán fabricado el pretexto de no poder llegar ni siquiera al lindero de lo que habían  prometido.

Si los linderos afectan a diferencias importantes sobre las competencias de  costas transferidas a Canarias, que se pondrán en evidencia en la próxima comisión bilateral prevista para el 22 de abril, no importa, llegará con  el debido énfasis establecido un día cualquiera con todo el arrebato de una ley que permitirá aprovechar las ideas para que esa transferencia  sea realidad, para, al menos, se pueda decidir  en toda su amplitud en lo concerniente a las costas de las islas 

Si decidimos empujar la costa más allá y llegar a las aguas de las islas para no considerar solamente como “aguas canarias” las que están dentro del perímetro del archipiélago delimitado de acuerdo con el polígono de líneas que unan los puntos extremos de las islas, sino que incorporarán las 12 millas del mar territorial que ahora es de competencia estatal, así como la Zona Económica Exclusiva  de 200 millas a partir de la línea de base  de la  costa, veremos que  las islas en esta cuestión están como anteayer, como ayer, como un día cualquiera.

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Para que esto suceda, no existe inconveniente alguno que estas líneas en parte se solapen por la nueva delimitación de las aguas territoriales de Marruecos, y ZEE, así como su plataforma continental de 350 millas, como aprobó el parlamento marroquí en enero de 2020. Aunque estas líneas se hayan trazado en parte desde un territorio que no le pertenece como es el Sahara Occidental, que el rey alauí considera como "nuestra querida provincia autónoma del sur" Lo cual, sin encomendarse a parlamento alguno ni acuerdo de gobierno español, el presidente Sánchez aceptó sin más, eludiendo la legalidad vigente  de considerar al Sahara  Occidental  como un territorio  al que hay que someter a un referéndum de autodeterminación, qué visto lo visto dormirá el sueño de los “injustos” en los almohadones  de los palacios de ambos mandatarios.

Y la reforma legislativa que dictamina la ley de extranjería y el reparto de menores inmigrantes aún está, nos dicen, en un texto pseudo definitivo donde el contar con la solidaridad de otros territorios españoles como europeos ha quedado bien patente que forma parte de las promesas que se hacen y que dicen, pero como un día cualquiera, Canarias seguirá esperando y más aún la isla más castigada por esta ley actual y la tardanza de su adecuación que es la de El  Hierro para que ese reparto se haga  por solidaridad y librarla en parte de ese compromiso humanitario que ejerce con plena dedicación cuyos recursos sociosanitarios no crecen a la vez que la llegada de aquellos que hay que socorrer y se hace sin ningún tipo de reparo, pero que hasta ahora se le ha dejado con una evidente sensación como lo de “séptima isla”, como decía nuestro recordado José Padrón Machín continúe funcionando muchas veces  en la conciencia colectiva de algunos que deben tomar decisiones y la ponen en lista de espera.

 

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