E.Hernández/Han pasado 40 años desde que un P3 Orion de la US. Navy se estrellaba en El Hierro pereciendo toda su tripulación, 13 hombres que ese domingo, 11 de diciembre de 1977 nunca debieron subir a su avión cinco horas antes en la base aeronaval de Lajes (Azores).

El informe del accidente que la Marina de Estados Unidos redactó para esclarecer lo ocurrido descarga toda la responsabilidad sobre la tripulación que comandaba Jim Ingles y en varios de sus hombres, concretamente el navegante y el operador de radar, aunque en el momento del impacto no era Ingles el que pilotaba el avión, en ese instante era Frank McKeone un hombre que ese día, vivió una doble tragedia, aquella no era su tripulación, había intercambiado el puesto con su homólogo Tom Miller; y fue de los pocos en cumplir las normas.

jim inglesJames Ingles

Precisamente el cumplimiento o incumplimiento de las normas por parte de la tripulación CAC 6 es donde pone el acento la investigación realizada para esclarecer los hechos, sobre todo, en las horas previas al comienzo de la misión.

Vigilancia y control de buques soviéticos

Las patrullas que los P3 Orion de la Marina efectuaban en aguas próximas a Canarias eran algo habituales, de hecho, el día anterior otro P3 había realizado una misión en la misma zona. El objetivo de estas patrullas, de 8 horas de duración, en horario de 9:00 a 18:00 horas, era controlar los buques y submarinos soviéticos que surcaban las aguas canarias, que en aquella época eran bastante habituales. El Puerto de Las Palmas era base de un impotente contingente de buques de la extinta Unión Soviética, con una amplia flota mercante y pesquera que daba cobertura a actividades de información y espionaje.

Estas labores de vigilancia lanzadas desde de Lajes contaban con un alto grado de dificultad a la hora de establecer la posición exacta de los aviones, por lo que las labores de navegación al sur de Canarias son calificadas por los navegantes como una “putada” (bitch) o por lo menos así lo describe uno de los navegantes de las tripulaciones que volaban esas patrullas.

Causas del accidente

El interrogante de cómo es posible de que un avión acabe colisionando contra en una isla, sin que se produzca algún tipo de fallo mecánico, descarga desde el primer momento, toda la responsabilidad sobre la tripulación y específicamente sobre el máximo responsable Jim Ingles, sobre el operador de radar, Claude Marshall Cantrell y sobre el navegante, Mike Rowe, cuya autopsia reveló problemas cardiacos y abrió la vía de la expeculación si estos se habrían producido durante el vuelo.

Las condiciones atmosféricas en la zona del accidente y aguas próximas eran de baja o nula visibilidad, con un Valle de El Golfo completamente cubierto por una capa de nubes bajas imposibilitando la visualización de la isla. Este factor da pie a otro de los interrogantes, ¿por qué el radar estaba apagado?, una situación que señala directamente el papel desempeñado por un tercer miembro de la tripulación, Claude Marshall Cantrell el operador de radar, ¿se encontraba en condiciones de realizar su trabajo?, ¿dormía en ese momento? son algunas de las cuestiones que el silencio de radar abrió durante la investigación y que nunca obtuvieron respuesta, quedando como conjeturas.

A esta coyuntura, el silencio y las condiciones climatológicas, que suponen uno de los factores principales, al que hay que añadirle la deficiente información geográfica suministrada por la US. Navy sobre la zona de misión, en el mapa proporcionado a la tripulación faltaban las islas de La Palma, La Gomera y El Hierro.

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Sobre este punto, la deficiente cartografía, se señala en los informes del accidente, que el aparato estaba en un lugar equivocado, desviado de su rumbo tanto al norte como al noreste, lo que denota un evidente fallo de navegación, en una zona donde esta era complicada con importantes lagunas en las ayudas con las que contaban los aparatos para ayudar a los navegantes a conocer su posición exacta, poniendo en tela de juicio el trabajo del navegante Mike Rowe y sus condiciones psicofísicas.

Si las condiciones meteorológicas y los datos cartográficos erróneos suponen uno de los factores, el principal se produce horas antes, aunque matizándolo, se podría señalar que se estaba produciendo muchos antes de que le avión despegase, incluso podrían ser calificadas como un “factor viciado”.

Algunos compañeros de la tripulación señalan que el ambiente en el Escuadrón VP-11 en aquellas fechas no era el más apropiado, con un comandante en jefe demasiado “preocupado” por sus méritos y ascensos, así como una falta de mecanismos de control sobre el papel que jugaban las tripulaciones y miembros del escuadrón.
Este punto, la falta de control, dejando aspectos vitales al autocontrol, es uno de las causas más significativas, sino la principal circunstancia que motivó el accidente.

La actitud de la tripulación

Existe constancia de que al menos 10 miembros de la tripulación se encontraban consumiendo alcohol en uno de los clubs de la base donde asistían a una fiesta al menos hasta las 02:00 horas del ese domingo, 4 horas antes del inicio de la misión establecido a las 06:00 horas con el breafing prevuelo, cuando la normativa establecía un mínimo de 12 horas de consumo cero.

Sobre este punto, el consumo de alcohol, y el estado de la tripulación en el momento de comenzar la misión, se centra gran parte del informe del accidente, siendo el principal elemento para achacar a la actitud de la CAC 6 como las causante de su propio accidente, al no haber respetado las normas establecidas sobre el consumo de bebidas alcohólicas antes de volar.

Esta es una circunstancia que abre el debate entre los compañeros de los fallecidos, dejando en el aire un interrogante e incluso parte de la responsabilidad sobre lo ocurrido, al cuestionar el papel desempeñado por la US. Navy como institución que debería haber tenido controles para que situaciones como la ocurrida no tuviesen lugar, y es que, la situación en la que se encontraba la tripulación del “Avión Americano” aquel 11 de diciembre, presumiblemente, no era una caso aislado.