El silbo en El Hierro

El silbo en El Hierro

Desde hace unos pocos años para acá se ha creado una polémica que tiene como motivo la existencia de un lenguaje silbado en El Hierro. Al comienzo, personalmente, no le di mucha importancia pues pensaba que se trataba de uno de los tantos debates un poco pintorescos sobre algo que, por lo menos para mí, no tenía ninguna discusión.  

Desde niño viví la experiencia del silbo ya que mi abuelo paterno Ramón Hernández,que nació en 1890, así  como mi padre nacido en 1919, y mis tíos eran muy buenos silbadores. Eso no tenía nada de particular ni de raro ya que mi abuelo y mi padre habían sido pastores y prácticamente todos ellos, casi sin excepciones, silbaban. Mi padre cuidaba las cabras desde que tuvo nueve años y fue pastor hasta que cumplió los diecisiete y lo detuvieron y cuando cumplió los dieciocho lo reclutaron para enviarlo a combatir en la Guerra Civil. En mi casa, situada en El Mentidero, era normal que mi padre desde el patio, le silbara a mi abuelo, que vivía cerca del pico La Ladera, aproximadamenteunos doscientos metros más arriba.

El lenguaje silbado era eminentemente práctico. Se silbaba, por ejemploRamón ven a tomar un vaso de vino,invitación que casi siempre era respondida por mi abuelo con un: Bueno, ya voy”. Y efectivamente, al poco tiempo llegaba para disfrutar de un gamame.Generalmente, se trataba de almendras molidas con biscocho y azúcar, un pedazo de queso y los correspondientes hijos pasados. Cuando era la temporada de cacería se añadía un pedazo de conejo frito. Por supuesto, todo ello acompañado con los correspondientes vasos del aromático y encendido vino recién sacado de la barricadel que,por supuesto, casi siempre se tomaban más de un vaso

Mi padre conocía a la persona que silbaba por el tono que emitía. Y yo también conocía su silbo cuando me llamaba. Él intentó enseñarnos a silbar a mi hermano y a mí, pero lamentablemente se tuvo que ir para Venezuela cuando yo tenía tan solo ocho años, por lo que no pude aprender a silbarcolocando los dedos en la boca. Por lo demás, se debe decir que casi todos los que se dedicaban al pastoreo, tanto de ovejas como de cabras,así como los cazadores silbaban. También muchas mujeres practicaban ese medio de comunicación tanto en el pueblo como en los demás de la isla. En El Pinar, doñaMaría Fernández González fue una gran silbadora, así como doña Emerenciana Gutiérrez “Chana”,que cuando quería que sus hijos fueran para casa los llamaba con el silbo.  Igualmente recuerdo que cuando iba al Hoyo del Barrio a visitar a mi tía Nieves, su madre María Castañeda también se comunicaba con su familia utilizando el silbo.

Antes de los años sesenta,la cacería se practicaba de noche. Los cazadores, rodeados por el silencio y la oscuridad, ubicaban la posición de sus colegas por los silbidos que emitían y, si era necesario, se comunicaban con ellos por ese medio. Igualmente se comunicaban con sus perros utilizando el silbo. Cuando querían que los podencos se acercaran los llamaban de esa manera y los animales inmediatamente se acercaban al lugar donde los dueños se encontraban, pues ellos los identificaban y distinguían de losotros cazadores por el silbo que emitían.  

Don Din lateral

Un dato curioso y significativo de la importancia del silbo y del dominio que tenían de ese medio de comunicación los herreños lo aporta el Profesor de la Escola oficial d´Idiomes de Valencia, Teófilo Gallega, que ha publicado varios trabajos sobre la guerrilla antifranquista en la región de Levante, y por cuyo motivo ha investigado la vida del piñero Atilano Quintero Morales, que en los años 1946-1947 fue jefe del 5º Sector de dichas guerrillas. Narrando un lamentable incidente que culminó con la muerte de un hombreel profesorGallega Teófilo (2018:79)dice: “Atendiendo a las declaraciones del Manco de La Pesquera podríamos deducir que los disparos contra Roberto Martínez debió efectuarlos Tomás o Jalisco, o quizás ambos. Siguiendo su relato después de que Roberto Martínez cayese abatido, Tomás dio un silbido para reunir al grupo guerrillero en el campamento,”. Atilano era conocidopor el apodo de Tomás el Cubano y ni siquiera sus compañeros conocían su verdadero nombre.Como se puede apreciar, Atilano utiliza el silbo para comunicarse con los miembros de su partida, a los que seguramente les había enseñado el significado de algunas expresiones del lenguaje silbado para comunicarse con ellos. Sin duda, ese medio tenía una ventaja enorme,pues eraper se un lenguaje encriptado para la Guardia Civil, ylas otras fuerzas del régimen que los perseguían, ya que no podían descifrarlo por desconocerlo

El testimonio recopilado por el profesor Teófilo Gallega se une a los aportados por  el antropólogo francés Joseph Lajart, los profesores Manuel J. Lorenzo y Maximiano Trapero. Todos ellos confirmantal como sostienen los miembros de la Asociación Cultural para la Investigación y Conservación del Silbo Herreño, la existencia y el uso continuado de ese medio de comunicación por los habitantes de la isla del Meridiano desde hace más de ciento cincuenta años. 

Dada la documentación que se ha recopilado de la existencia del silbo herreño no se entiende la actitud de algunas personas y su empeño por negarlo. Tambiénresulta difícil entender la polémica, pienso que artificial, que se ha levantado alrededor de esa cuestiónDisputa que considero,además de artificial, cicatera,ya que responde a otros intereses que no tienen nada que ver con los culturales y/o lingüísticos, y que, de paso,deja muy mal parada a la canaridad como elemento estructurante de la cultura y el pueblo canario. 

En las islas menores nos hemos cansado de criticar el comportamiento de las dos mayores y su famoso pleito insular, sin embargo, da la impresión de que no perdemos la ocasión para hacer lo mismo que hemos criticado, cuando creemos que alguien toca lo que consideramos nuestro conuco cultural.Es difícil pensar de manera diferente viendo y observando la conducta de ciertos dirigentes y políticos gomeros con respecto a un elemento tan importante para los herreños como lo es su silbo. Esperamos que el sentido común se imponga, que la aguas regresen a su cauce, y que gomeros y herreños nos silbemos y nos abracemos como los hermanos que siempre hemos sido y somos.

Gallega, Teófilo: La guerrilla antifranquista en la comarca Requena-Utiel (desde sus orígenes hasta 1947) Crónica rural de la posguerra. Valencia, InstitucióAlfons el Magnànim, Centre Valeniàd`Estudis i d`Investigació2018

Armando Hernández Quintero

El Pinar de El Hierro, 21-09-2021