Por Juan Jesús Ayala.

Menciona el filósofo ruso Iván  Islim que “la historia de Rusia es una historia de guerras constantes”. Siloviov, calcula unas 200 guerras e invasiones entre  1240 y 1462 (222 años).Entre el siglo XIV y el XX (525 años) se calcula unos 329 años de guerras; o sea que Rusia ha estado batallando durante las dos terceras partes de su existencia. Eso sin contar la Revolución de Febrero de 1917 cuando se derroca el imperio zarista y se instaura un Gobierno Provisional el cual fue tumbado a su vez en octubre de ese mismo año por un gobierno bolchevique con la instauración posteriormente de una guerra civil entre bolcheviques y ante -bolcheviques que  se cerró el 30 de Diciembre de 1922 con la creación de la URSS por Lenin hasta que se disolvió en 1991 por Gorbachov. Además de la participación en la Primera y Segunda Guerra Mundial, lo que nos pone en pista que el germen maligno de la guerra ha estado inoculado  desde tiempo inmemorial en su código genético, dando la sensación que para reafirmarse como país y como parte fundamental de Euro-Asia no ha tenido otra opción.

Y esta situación y tendencia no ha parado y mas acentuada si cabe desde 1999 en que Putin tras la renuncia de Yeltsin pasó a ser Presidente interino, dónde unos meses ante se venia  arrastrando por  Rusia la guerra con Chechenia   que  tuvo como pretexto para encender la mecha de este conflicto los atentados producidos en Rusia de los que se acusó a  grupos terroristas chechenios.

En 2008 estalló el segundo conflicto en el que Putin se vio envuelto que fue de un lado Georgia y del otro Rusia junto a las autoproclamadas republicas pro-rusas de Osetia del Sur y Abjasia donde se instauró una guerra de nueve días que concluyó con miles de refugiados y numerosas victimas.

Sin contar la presencia rusa en Siria y Afganistán donde contribuyeron, concretamente  a la devastación total de Alepo, la  ciudad mas poblada con 4,6 millones de habitantes hoy desolada y convertida en ruinas, así como su paso por Afganistán que tampoco fue tibio.

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Y la mas actual es la guerra que mantiene desde 2014 con Ucrania, donde Putin aprovechó la inestabilidad de  este país que estaba envuelto en la revolución del Euromaidan para invadir Crimea y prestar su apoyo a los separatistas y a los  prrorusos de la región de Donbás.

El fin de esta guerra lo puso un referéndum que fue rechazado por la comunidad internacional pero que permitió de manera no tan solapada que Putin se anexionara Crimea.

Y ahora desde el pasado 24 de febrero, Rusia inicia una nueva ofensiva contra  Ucrania que ha motivado el éxodo de mas de dos millones de  seres  humanos, muertes de civiles y militares así como desolación en muchos de sus territorios. Y es que a pesar de haber  obtenido la independencia en 1991, Putin, en esa afán  de estirar sus fronteras por el gen de la guerra que llevan dentro no acepta esa independencia y entiende que la palabra ruso se utilizó durante siglos para designar a los ucranianos, bielorrusos y  a los rusos que  provienen de   una patria común que es Kiev donde nació la patria rusa.

Con esta cuestión insertada en la mente o conciencia del mandatario ruso, la verdad que este conflicto y nueva guerra rusa tiene una difícil solución como no sea una claudicación del gobierno ucraniano lo cual de acontecer seria un grave  y peligroso antecedente que se instaure no solo para Europa sino para el  mundo en general.