Por: Luciano Eutimio Armas Morales

“Cuatro amigos, dos de izquierdas y dos derechas, entraron en una cafetería, se sentaron a una mesa, y pidieron cuatro sidras y cuatro huevos duros. Cuando el camarero les sirvió, de pronto se suscitó un debate entre los dos de izquierdas, sobre si los huevos duros debían ser sazonados con azúcar o con sal. Mientras los dos amigos de izquierdas discutían, los dos amigos de derechas se comieron los cuatro huevos duros”.

Los términos derechas e izquierdas, referidos a posicionamientos ideológicos o vitales en una sociedad, fueron utilizados por primera vez el 28 de agosto de 1789 en Francia. Se reunía la Asamblea Constituyente surgida de la revolución francesa, en la que se discutía sobre el derecho del rey a establecer un veto a leyes aprobadas por la Asamblea Legislativa.

En esa asamblea, en la que se aprobó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, consagrando los principios de libertad, igualdad y fraternidad y sentando las bases de la democracia moderna y de la soberanía popular, los que defendían el derecho de veto del rey: el clero, la nobleza y las clases privilegiadas, se sentaron a la derecha del presidente de la asamblea; y los que representaban la burguesía y las clases populares, se agruparon a la izquierda del presidente.

El pensamiento dicotómico necesita de conceptos simples. Y a partir de ese momento, se popularizaron los términos izquierdas y derechas, para referirse a dos actitudes contrapuestas ante la realidad política y social de un colectivo. ¿Pero que contienen uno y otro de estos simples conceptos?

Esta dicotomía entre dos puntos de vista y esa bipolarización en la organización de la sociedad, no arranca de la revolución francesa, sino que es connatural en cualquier organización social, e incluso, en cualquier ámbito de la naturaleza.

Todo el universo y toda la actividad de cualquier orden, ya sea material o de seres vivos, se basa en la resultante de dos vectores contrapuestos. Materia y energía. Oscuridad y luz. Humedad y sequía. Entropía y entalpía. Los taoístas llaman Yin y Yang, a dos conceptos que son usados para representar o referirse a la dualidad que esta filosofía atribuye a todo lo existente en el universo. Describe las dos fuerzas fundamentales opuestas y complementarias, que se encuentran en todas las cosas.

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En la mente del ser humano, esas dos fuerzas contrapuestas son la razón y los sentimientos. Las facultades relacionadas con la razón, tales como el cálculo, el lenguaje, el orden, la lógica, el individuo como referencia y la eficacia como paradigma, están alojadas en el lóbulo izquierdo del cerebro. Y las facultades relacionadas con la imaginación espacial, la música, la creatividad, la capacidad de síntesis, la actitud solidaria, la intuición y lo colectivo como referencia, están alojadas en el lóbulo derecho del cerebro.

El mayor desarrollo de uno de los dos lóbulos cerebrales, condicionan las aptitudes, tendencias y predisposiciones de cada persona. Si tiene más desarrollado el lóbulo derecho, tendrá más aptitudes para el arte en general, y para habilidades que requieran imaginación espacial y capacidad de síntesis. Si en cambio tiene más desarrollado el lóbulo izquierdo, tendrá más predisposición para el cálculo, el pensamiento analítico, los negocios, la disciplina y el orden.

Pongamos el ejemplo, que una persona que va caminando por una acera, y se encuentra alguien que viene de frente, a quien reconoce, pero no recuerda su nombre. Ha actuado la memoria visual del lóbulo derecho del cerebro identificando la imagen del rostro, pero ha fallado la memoria verbal del lóbulo izquierdo, que ha olvidado el nombre asociado a esa imagen. Hay quien tiene muy buen oído para la música, y es muy torpe con las manos. Y hay quien puede ser un extraordinario artesano, y no distinguir la música del ruido. Pero todos somos un poco de izquierdas y un poco de derechas, aunque predomine una tendencia sobre la otra.

Esa estructura mental del ser humano condiciona su visión de las relaciones sociales y de la organización de la sociedad, y le predisponen a ser englobado en lo que podríamos llamar tendencias izquierdistas o tendencias derechistas. Porque, aunque es indudable que en el posicionamiento ideológico de la persona depende mucho de factores como el ambiente familiar, la educación, las relaciones sociales u otras circunstancias, no cabe la menor duda de que la configuración genética de su mente, digámoslo así, condicionan en gran medida su adscripción ideológica.

Tras la revolución francesa se popularizó la expresión izquierdas y derechas, pero antes y después, siempre han existido esas dos fuerzas contrapuestas que reciben distintos nombres según países o culturas, identificándose a veces con colores: Rojos, color cálido del fuego, la pasión y el movimiento; o azules, color frio del mar, el cielo y la estabilidad.

Por otra parte, el sol siempre sale por oriente y se pone por occidente. Durante el proceso de madurez del ser humano, en la edad temprana es usual un claro predominio de los sentimientos y actitudes temperamentales, y con el paso de los años, la personalidad del individuo se decanta por un mayor equilibrio, sosiego y racionalidad. De ahí la famosa frase erróneamente atribuida a Winston Churchill, y que algunos atribuyen a Víctor Hugo: “El que a los veinte años no es revolucionario, es que no tiene corazón. Y el que a los cuarenta lo sigue siendo, es que no tiene cabeza”.
Eso contribuye a explicar como muchos de los líderes políticos, comunicadores, y distintas personalidades, que en su juventud estaban adscritos a movimientos de izquierdas, en su madurez se han decantado por movimientos de derechas, y, sin embargo, no suele darse el fenómeno contrario.

El predominio del sentimiento y el espíritu de solidaridad propias del lóbulo derecho del cerebro, que procesa la información de forma global, holística e intuitiva, explica la defensa de los movimientos de izquierda a los derechos de los trabajadores, de la mujer, de inmigrantes, de minusválidos, del ecologismo, y en general, la utopía y defensa de intereses colectivos y del paradigma de la libertad y la solidaridad.

El predominio de actitudes racionales y analíticas, propias del lóbulo izquierdo del cerebro, que se guía por la lógica lineal y binaria, explica en cambio propensión a la defensa de los intereses del individuo ante lo colectivo, la prevalencia del más fuerte ante el más débil, de la iniciativa privada ante la planificación estatal, el realismo, y, en definitiva, el paradigma del orden, el pragmatismo y la seguridad.

Ejemplo de líderes políticos históricos o contemporáneos, que podríamos considerar con perfil de lo que llamamos convencionalmente de derechas, serían Joseph Stalin, Adolf Hitler, Francisco Franco, Ronald Reagan o Donald Trump. Y con perfil de izquierdas, podrían ser Mahatma Gandhi, Patricio Lumumba, Salvador Allende, Olof Palme, John Kennedy, o Joe Biden. Casualmente todos estos fueron asesinados durante su mandato, excepto Joe Biden, que aún no. Los de derechas, normalmente fallecen en su cama.

Cuando los cuatro comensales se sientan a la mesa y les ponen los cuatro huevos duros, los dos de izquierdas se enzarzan en disquisiciones teóricas sobre la bondad de la sal o el azúcar para sazonarlos, mientras los dos de derechas deciden comerlos de inmediato y satisfacer su apetito, porque como dicen un proverbio chino, para el pragmático, lo importante no es que el gato sea blanco o negro, sino que cace ratones.

Dicho esto, no hay que olvidar otra circunstancia que condiciona las actitudes del individuo: nace y vive en una familia, un pueblo, una isla, una región, una nación y un continente. Y de forma natural, prevalece la defensa de los más próximo. ¿Me explico?.