Por Juan Jesús Ayala. 

María  Mérida,  herreña universal.  Rompió  el cerco de la isla, poniendo a esta acompañada de las Canarias  en general  en todos esos mundos en los que su voz se dejó oír enmarcada en un canto de vida, otras veces de esperanza y cuando no de nostalgia. Pero siempre fuerte y entusiasmadora que embelezaba y que en aquellos tiempos que andábamos por tierras de Salamanca, en su Universidad, con el empeño de hacernos médico y conmemorábamos las patronas de las islas ahí estaba, no nos podía faltar en ese encuentro de canarios unidos por su canto que era el lazo, el mas fuerte que en aquellos momentos disponíamos.

Luego mas tarde vino el conocimiento y la conversación y acompañados a a estos el asombro al comprobar como seguía siendo la misma, no había cambiado; el tiempo no dejó nunca que su voz peculiar siguiera sonando como  siempre, lo que propiciaba el que nos alegrara que eso fuera así.

Sabíamos de las vicisitudes  de su vida plena de honores y agradecimientos que se le rindió por donde quiera que fue , de su nobleza y, sobre todo, de su labor  allí donde estuviera y a donde se le llamara, para enseñar, dirigir en el intento que el folclore canario se perpetuara, no decayera y que lo hiciera con la maestría queprodigaba.

Compartimos momentos donde la música fue la protagonista, donde su voz  abarcaba todo el escenario de la reunión o la tramoya de la poesía hecha canción en su característica y única voz. No hacia falta un ruego, siempre estaba  disponible para engrandecer un grupo o una parranda de amigos, desde donde se disfrutaba a plenitud bien en Tacoronte, Valle Gran Rey, acompañada de su sobrina Carmita, en Arure o en nuestra isla de El Hierro. Y era una gozada oírla, que nos llevara con su voz hacia recuerdos que permanecían aparcados y que salían a la conciencia impulsados por el vigor de su voz   y por la emotividad de  un sentimiento hecho  pentagrama musical.

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María Mérida se merece todo y mas, la isla; su isla le ha correspondido en varias ocasiones  pero hay que hacer un nuevo esfuerzo para que no se quede en el olvido como otros muchos herreños que habiendo contribuido a engrandecerla y que su concurso fuera mas allá del puerto de la Estaca o del aeropuerto de los Cangrejos  tenga un sitio en ese libro de herreños ilustres y universales que alguien debe escribir, para que la memoria de aquellos que nos enseñaron los vericuetos de la vida y que nos dispusieron para un mejor empeño queden, no se nos escabullan en los reductos de los recuerdos pasados.

María Mérida debe estar presente en la memoria colectiva de Canarias y mas  en la de la isla herreña, y no debe dejarse pasar sino que las paginas de su historia recoja  el esplendor de una vida que le trascendió.

María Mérida se nos fue, así, calladamente, serenamente, pero ahora cuando su  ejemplo es imperecedero e irrepetible tendremos que seguir sus pasos a través de sus vivencias, de su sentimiento y que este continúe sonando en la grandiosidad de su voz en todo el mundo y mas  en la isla  donde nació, donde vivió y donde muchos tuvimos la oportunidad  de conocerla  y de sorprendernos con la dimensión de su  universal humanidad.