Por Luciano Eutimio Armas Morales

- “¿Comprendes por qué en las próximas elecciones voy a votar por VOX? Escuché el discurso de Abascal en Andalucía. La verdad es que me gustó”.

Mi amiga estaba sentada delante de mi leyendo en el periódico, la noticia de un hombre que volvía a su domicilio en Santa Cruz de La Palma la noche del pasado día 24, cuando fue asaltado por tres delincuentes que le robaron la cartera y el móvil. Me lanzó el comentario como un desafío, como queriendo decir, ¿Y tú que piensas?

Los delincuentes emplearon la técnica del mataleón, que es una maña de estrangulación de artes marciales, que utilizan atacando a la víctima por la espalda para dejarle inconsciente y luego robarle. Huyeron del lugar después de la agresión y el robo, pero fueron posteriormente detenidos y puestos a disposición de la autoridad judicial: dos eran ciudadanos marroquíes y uno dominicano, y tenían antecedentes por hechos similares anteriores. En la isla de La Palma.

- “¿Qué me estás diciendo? ¿Qué vas a votar por VOX?”, le dije.

- “Tú sabes que yo he votado alguna vez por el PSOE, una vez por Podemos … pero esto hay que pararlo de alguna manera, y los únicos que están dispuestos a hacerlo son los de VOX”, ratificó mi amiga.

Para los que siempre hemos creído en unos principios inspiradores de la democracia, la libertad, la justicia y la solidaridad con los pueblos y con los ciudadanos, nos resulta difícil asimilar que personas con cultura y formación, antepongan su seguridad y su bienestar, a toda una serie de valores que han ido conformando el progreso de los pueblos, desde que el hombre vivía en hordas salvajes en la sabana, hasta las sociedades libres, democráticas y solidarias de hoy.

Pero parece que la historia se repite. Casualmente estoy leyendo ahora “El invierno del mundo” de la trilogía de Ken Follet. Ese magnífico retrato de los conflictos del Siglo XX a través de los personajes que lo sufrieron, y estoy justamente en la época de Alemania en los años treinta, cuando el cinco de marzo de 1933, el Partido Nacionalista Obrero Alemán de Hitler obtuvo el 43,91 % de los votos.

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Con el apoyo de los democristianos y los nacionalistas, Hitler consiguió que el parlamento alemán aprobara la Ley Habilitante que le daba plenos poderes, cumpliendo el requisito que exigía mayoría de dos tercios. Obtuvo 444 votos a favor y 94 votos en contra, con los parlamentarios comunistas y algunos socialdemócratas detenidos o huidos tras el incendio del Reichstag.

¿Cómo fue posible, que un pueblo culto y formado como el alemán, cayera por un precipicio que llevó al mundo a una hecatombe con más de setenta millones de muertos y la destrucción de muchos países? No cabe duda de que en las épocas de crisis, los miedo y temores son el caldo de cultivo para la aparición de estos profetas redentores. Ese miedo hay que personificarlo, y para los nazis de aquellos años, había que acabar con los judíos y con los comunistas e incluso con los socialdemócratas, porque eran los que lastraban el progreso de Alemania y representaban todos los males.

La gran crisis derivada de una coyuntura económica que surgió del crac del ´29, algunos la enfrentaron con racionalidad, solidaridad social y medidas correctoras como hizo Roosevelt en Estados Unidos. Pero otros, recurrieron a los sentimientos irracionales de odio, alimentando el fanatismo y la intolerancia, y proyectando todos los males sobre unos colectivos a los que había que exterminar.

Estaba yo haciéndome estas reflexiones, cuando mi amiga siguió con sus razonamientos:

- “Tú sabes que, en biología, se estudia la dinámica de lo que se denomina “especies invasoras”. Son animales o plantas, que salen de su hábitat natural e invaden otro ecosistema en el que habitan otros animales o plantas. Se produce entonces una especie de lucha entre las especies invasoras y las que ocupaban ese espacio de forma natural, y en muchas ocasiones, las especies invasoras acaban con la biodiversidad natural de ese medio y ocupan ellas ese espacio. ¿Es así, o no?”

- “Pues escucha lo que te digo: los pobres negritos que llegan en pateras, salen huyendo de una situación de miseria y opresión por simple instinto de supervivencia, y normalmente son socialmente inofensivos”.

- “Situaciones de miseria, de la que en parte hemos sido responsables nosotros como potencias colonizadoras”, le interrumpí yo.

- “Bueno, a lo que iba, de los negritos me da pena. Pero los marroquíes no tienen ni nuestra cultura, ni nuestra educación ni nuestros principios, y, además, son agresivos. Son una auténtica especie invasora. Parece que es una invasión programada. Y aquí de lo que se trata es de, ellos o nosotros”.

- “Y todo esto porque tenemos un gobierno acomplejado, débil y condescendiente con las bravuconerías de nuestros vecinos marroquíes, que nos humillan y nos chantajean cada vez que quieren, que lo mismo un día invaden el Sáhara, que otro día invaden Ceuta y Melilla, y al otro día pretenden sacar petróleo de las costas de Lanzarote y Fuerteventura. Pero eso sí, pacíficamente”.

- “Lo que necesitamos es un gobierno fuerte que ponga a nuestros vecinos en su sitio, y que a los que nos invaden, los devuelvan a su país de origen. Y eso creo que solo podría hacerlo VOX”.

Me quedé mirando a mi amiga, a quien siempre he tenido por una persona sensible con las injusticias, con sentido de la solidaridad y con una serie de principios, que encajarían en lo que llamamos un perfil progresista. Para entendernos.

Y pensé, que el crecimiento espectacular que está teniendo VOX, solo puede explicarse como la reacción a una situación de temor y de hartazgo social, ante unos gobiernos débiles y dubitativos, y una oposición carroñera y carente de visión de estado y de visión de futuro. Mucha gente asocia los partidos políticos tradicionales con la corrupción, la incompetencia y el afán de poder personal.

Decía José Antonio Primo de Rivera en un discurso el 29/10/1933, que “el ser rotas es el más noble destino de todas las urnas”. No debemos olvidarnos de que, en un panorama que tiene ciertos paralelismos con el actual, muchos jóvenes alemanes se ilusionaban poniéndose la camisa parda de las juventudes hitlerianas, mientras muchos jóvenes italianos se ilusionaban poniéndose camisas negras, y muchos jóvenes españoles se ilusionaban poniéndose una camisa azul.

Alguien ha dicho que el pueblo que olvida su historia, está condenado a repetirla.