Por Juan Jesús Ayala

Estamos en tiempos de cambios, de incertidumbre en diferentes escenarios que complican una existencia ordenada y positiva, donde los horizontes por mas que nos digan que todo concluirá felizmente, la duda no nos deja un solo momento donde se ha aceptado como verdadero protagonista de la historia reciente la pandemia que azota al mundo; aunque en los últimos tiempos también la historia se vio atravesada por capítulos donde la inquietud social y política estuvo en el ojo del huracán enmarcado en aquella primera transición donde la calle gano’ la batalla, y se impuso la lógica de la política que había que hacer en contra de lo viejo y rancio que estaba en plena agonía.

Se supo salir de aquel atolladero porque se puso en juego la inteligencia y la prudencia que el momento requería; muchos dejaron sus ínfulas independentistas y exigencias territoriales aparcadas porque antes que nada estaba en juego la democracia y el esfuerzo tuvo que ser común. Como así fue.

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Ahora cuando las instituciones se tambalean y el clamor popular es potente, sobre todo, cuando se trata de increpar la vuelta de muchos a determinadas reivindicaciones territoriales , lo mismo que entonces , se necesita de esa inteligencia que se dispuso en aquel tiempo. Porque si no es así el descalabro esta’ a la vuelta de la esquina, sobre todo, si no se acude a tiempo a plantear con rigor y alarde político una reforma constitucional que recomponga un nuevo modelo de estado. Y ante esto: desajuste por la pandemia y desajuste territorial , los partidos políticos tienen que saltar hacia un nuevo paradigma y remozarse, ya que la ideología no solo camina por los senderos de la derecha o de la izquierda. Las exigencias de la gente son poliédricas y las respuestas tienen que llegar no concretadas en los ámbitos de una ideología o de otra. Las ideas tienen que mancomunarse para fortalecerse y dar salida a los atropellos, a las vejaciones y a los posicionamientos ante cuestiones sociales sangrantes, que se repudian ya que nadie las quiere y todos las protestan cuando se incomoda a la gente con legajos, leyes y disposiciones que circulan en sentido contrario a las carencias sociales y sanitarias.

Se hace necesario de manera imperiosa solucionar cuestiones territoriales pendientes y candentes, de tal maneras que si se plantea un revulsivo que estimule y arbitre situaciones tan peliagudas como las que circulan alrededor del bienestar social y la clase gobernante da la talla y se dejan de estrategias electoralistas , de discursos romos y exentos de sentido con lo cual, si es así, seguramente el tiempo no atrape a la política sino que sea esta la que se adelante al tiempo, la que intuya lo que se aproxima y sea capaz de enderezar los entuertos para alejarse de las calamidades y de las carencias universales que han favorecido, unos desde el quietismo, otros desde el miedo , de la impericia o de mirar para otro lado cuando el tren de la historia pasa raudo como una centella y no se enteran siquiera de su ruido.

Ahora, quizás mas que antes se necesitan políticas y políticos que sean capaces de lograrlo. No se debe continuar en una agobiante incertidumbre tanto social , sanitaria , económica y territorial dando la impresión como si aquí no pasara nada. De ahí que las propuestas pendientes que afluyan- y mañana es tarde- deben dejar atrás la endeblez de sus discursos y trabajar en el espacio de la credibilidad y de la habilidad política.
No solo es la tragedia de la pandemia lo que aflige al ser humano, hay cuestiones sangrantes, insisto, que no deben pasar de largo como si no existieran, como es lo concerniente a los territorios y aquello que conlleve lo relacionado con su cultura, su historia y su posicionamiento en la dinámica de un mundo que mira hacia muchos lados. Y Canarias no debe estar ajena a esta situación.:No debe dejar pasar el tren de su historia porque si eso aconteciera se añadirían mas paginas de incomodidades, y no muy halagadoras, a esa misma historia.