Por Juan Jesús Ayala.
La frase pronunciada en su día por Antonio Machado en plena efervescencia de la Segunda Republica,”España es un país de charanga y de pandereta” es tal actual como entonces, de lo mas acertado, concluyente y definitorio de un país que está gobernado por gobernantes melindres, mediocres que con tal de lograr poder y de no perderlo ponen a los pies de los caballos a todo un territorio.
Mucho progresismo, mucho tirar balones fuera para eludir las responsabilidades propias que lleva el cargo y endosárselas a las comunidades autónomas como se ha hecho con la pandemia. Y todo ello arrastrado por cerca de 7 millones de parados, donde en el caso de Canarias nos estamos acercando peligrosamente al 30 por ciento con las consecuencias que esto puede acarrear de un momento a otro; con un país que lidera la pobreza en la Unión Europea, donde solo el 40 por ciento de los afiliados aporta cotizaciones estables a la Seguridad Social y que no da pie con bola en la gestión de una economía, hoy maltrecha que se ha llevado tras de si innumerables empresas y cercenando la esperanza de millones de personas que componen el cuadro de un país asumido en el espectáculo del desastre.
Y como es el desastre lo que impera se trata de disimularlo, como si aquí no pasara nada, con sonrisas de triunfadores y pendientes, mas que de otra cuestión, de gestionar cambalaches , enjuagues y maniobras políticas de bajo fuste.
Ahí tenemos el espectáculo nacional que se ha desplazado por el mundillo de la mal llamada política donde se intentan y proponen mociones de censura, o se convocan elecciones para salvarse del enemigo que acecha; donde los validos de la Moncloa están pendientes de cómo hacer la agachadilla a esta o aquella organización para obtener la prebenda del poder sin rubor alguno.
Cuando el país se desangra, en el que impera la bancarrota económica, social y hasta sanitaria y lo que necesita es el consenso y que todos arrimen el hombro con el único fin de sacarnos del marasmo que ellos han propiciado con sus incapacidades, eso no importa, No importa que la gente continúe soportando el desahucio colectivo e individual arrastrado la moral por los suelos y que los ciudadanos se asuman en la depresión universal; eso no importa . Además son incapaces de desarrollar políticas para evitar el desalojo de la propia sociedad que se estrangula por unos que se las saben todas y por otros que desde la inoperancia están poniendo a esa sociedad en un disparadero más que preocupante.
País, pues , de charanga y de pandereta , de contubernios y de cambalacheos, de carencia de responsabilidades, donde el engaño y la traición han asumido la categoría del desarraigo y despiste.
País en definitiva para el malestar donde se sienta la mas flagrante frustración y se tenga que ser espectador de malas mañas, de torpezas que van en contra de una situación que nos come, que nos arrasa; y que mientras esto sucede la voracidad por el poder no se detiene encabezando situaciones que son de vergüenza ajena.
Aquí en estos momentos vale todo. Los problemas del país desde la inmigración,, desde el paro galopante, desde la desintegración moral y convivencial de millones de personas poco importa, no es valido, forman parte de lo que llaman la “nueva política”. Pues nada, ante esto lo que se me ocurre decir es que nos guarden un cachorro de esa nueva política.