Por Juan Jesús Ayala

Cuando la razón no se desentume,  y permanece en una situación de letargo casi total  llegando al sueño, lo que  se produce son verdaderos monstruos .Tuvo que llegar la modernidad para empujando  a la cuneta de la historia creencias  y practicas tradicionales pasando por la religión   se fuera clarificando el pensamiento con la luz de la razón.

El conocimiento técnico científico que ha impulsado el nuevo tiempo es un pilar fundamental y que hay que contar con el para el desarrollo y reajuste de la sociedad actual ,carente por la mediación de la crisis, de recursos suficientes no solo para subsistir como colectividad sino que esta’ desplazando los saberes de la vieja época.

Pero la gran paradoja que se comprueba es que ese avance científico en  el espacio de la información está sometiendo a una desinformación atroz del que asume que  se encuentra informado, así como esa presunción  que las redes sociales que se han impuesto como moda y como modus operandi  construye un mundo desligado, desconectado, donde la razón se escabulle  dando preferencia a estar en todos sitios sin estar en ninguno.

Se puede conectar  China con la Meca y acontecimientos diversos en diferentes redes, pero todo queda ahí, en el entretenimiento, en pasar el tiempo, dejando atrás el libro, la reflexión y  entrando en el campo no del ruido pero si en el retumbo.

La razón tiene que abrirse paso en el marasmo de esa mundialización sórdida que acaba  con las posibilidades de que el ser humano se encuentre así mismo evitando que sea el olvido y la transgresión lo que domina tanto el espacio individual como colectivo.

Si la razón  no tuviese inconveniente alguno en zafarse de la mezquindad instituida  y en el escapismo rampante seguramente el espacio de la comunicación encontraría su sitio y cabria albergar alguna esperanza de cambio que iniciara el repunte de lo que  se encuentra atascado por la  situación  de sordidez intelectual que circula por múltiples ámbitos.

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Con la razón se engrandeceria la acción política porque contaría con la critica y el argumento necesario para salvaguardar los valores que permanecen difuminados, ; ampliaría el circulo de la comunicación eficaz que pusiese a uno delante del otro, en la discusión, no  en la retórica, y se situaría las necesidades enfrente de los que interesados  caminan hacia el encuentro mutuo.

La luz de la razón impulsa, su foco dirige y su intensidad entusiasma., con ella  se apuntalarían  las decisiones, aplaudirían el  éxito y deplorarían el desaguisado, pero no solo con contundencia sino con la eficacia que da saber por donde se camina y mas aun sabiendo que es lo se va a  encontrar en el trayecto.

Y entre todas las “razones” es de máxima importancia la razón política aristotélica. Ya que es la que encarrila el pensamiento en aras de apuntalar los argumentos y que estos despierten posiciones y aclaren situaciones.

La razón política ,tenemos que decir,  es un “avis rarus”, puesto que se lleva mas el impulso inconciente, el bote pronto, que el razonamiento contrastado de donde deducir nuevos posicionamientos  y abrir el abanico del   acontecer   no solo local, sino universal 

La  razón política no solo tiene porque estar acantonada en aquellos que detentan poder,  sino que debe estar instalada en cada uno de nosotros, debe individualizarse para de esa forma estar al tanto de lo que nos quieren suministras y que  no  nos metan  gato por liebre y tengamos nuestro propio y no seamos personajes que pasamos por el mundo  sin criterio, sin enterarnos  y a expensas de los que otros decidan sin tener siquiera un contacto intimo   con el disparate  que tenemos delante

La razón política es quizás la  que deja falta en la sociedad y mas ahora cuando los retumbos y los ruidos apabullan  a las pocas palabras que se dicen  y a los   pocos pensamientos  que emergen.