Por Juan Jesús Ayala

Albert Camus publico’ un año antes que se le concediera el Nobel,1956, “La Caída” donde lo que buscaba desde la intencionalidad ética-social era promover un estimulo intelectual a la sociedad superviviente de los desastres de la Segunda Guerra Mundial, para que jamás se volviera a vivir los horrores de aquellos momentos, empeñándose en reflejar la desesperación del hombre contemporáneo que estaba dominado dentro del mundo del absurdo,  en la clave de poder llegar a saber donde estaba esa felicidad perdida que permanecía emboscada por las inclemencias y dureza de una sociedad  hostil.

“Siempre es demasiado tarde”, remarcaba como final de esa angustia que reflejaba paradójicamente en el relato. Y ahí estriba el pensamiento central. Nos figuramos dentro del espacio de la virtualidad y de la artificialidad que se llega a tiempo de enderezar los entuertos, que tenemos capacidad ilimitada para evitar que las cosas ocurran, que somos dominadores de todo aquello que nos confunde y aturde y que podemos corregirlos aun con la ironía. Pensamos  que somos protagonistas de nuestra propia historia. Y no.  Siempre sucede lo mismo: llegamos demasiado tarde y son otros los que marcan caminos y objetivos, lo mismo con las guerras, catástrofes y ahora con el azote de la pandemia que no nos deja, que la sufrimos ,mientras otros lo único que saben es dar palos de ciego desde las altas direcciones del mando y gobierno. Y lo niegan. Que es lo peor. Todo para ellos va bien. Muy bien.

Y cuando se siente uno poderoso, capaz de componer una sinfonía de miles de sonidos que suenan gratamente en el oído del mundo resulta que no es así que la música se esconde, el lirismo se escapa porque los tiempos no son  propiciadores para ello

Banner Don Din pie

Estamos ante un delirio generalizado de persecución, donde lo imperioso es buscar culpables por todos los lados y es que la seriedad en el  juicio, la candidez en las palabras se han trastocado en rictus  de  ferocidad,  camino del camuflaje para intentar asesinar los argumentos y posponer comportamientos.

Cuando se consume bazofia, y los trozos de la imaginación se convierten en temporales que desarrollan tempestades sociales, y cuando la “caída” se repite no es que Camus haya tenido toda la razón desde su lenguaje certero como deuda pendiente en la contribución de arreglar o al menos denunciar el desaguisado, todo estaba así, y el lo que  intentó fue descubrirlo.

La “caída” se podría haber evitado, como se han evitado pequeñas cosas, pero las grandes, las que mueven el mundo  se encuentran en estos momentos  como si fueran los mismos  que relató Camus, en plena efervescencia y en plena convulsión con una carga de dinamita jamás pensada.

Y  aparece  la palabra fácil de la que los que mandan y gobiernan y nos dicen un día si y otro también que la vacunación, la nueva “caída”,  es la panacea , es la solución y que al final de verano estará  el 70 por ciento de la gente vacunada, y todo resuelto. Y al oír o leer estas declaraciones es para reírse o echarse a temblar. Vamos al caso de Canarias donde  desde  el gobierno se nos dice que se va muy bien. Pues a mi no me salen las cuentas. Si al día de hoy las dosis recibidas de vacunas son 68.000 y las suministradas son 60.200 y la administradas con pautas completas son 8.772. ¿Cómo se puede echar las campanas al vuelo cuando los números son fáciles de hacer y no cuadran por más esfuerzo que se haga?. Si las suministradas son 60.200 por 12 meses nos dará un total de vacunaciones de 722.400 al año, con lo que para vacunar a una población de 2.000.000 se necesitaría invertir cerca, más o menos, de 3 años. ¿Entonces?. Y si a esto hay que añadir  los que una vez pasado su periodo inmunitario tengan que repetir al año la reevacuación se va a producir un cruce de los que no han terminado, con lo que se originará un círculo verdaderamente infernal. Por eso o aceleramos poniendo más sanitarios en esta implicación siempre y cuando también  lleguen las dosis adecuadas, porque si no es así, y parece se va por ese camino, las palabras  entusiasmadoras de nuestros queridos políticos suenan más a música celestial que a otra cosa.

Pero si hay que decir que esta situación no le pasará a  un alto cargo de la administración sanitaria, que estaba  fuera de la prioridad, porque mientras otros esperamos a que nos llamen hay gente con suerte,  y lo han vacunado, además tomándolo como ejemplo; y lo peor es que para muchos esta situación ha pasado desapercibida o han mirado para otro lado mientras a otros por saltarse el protocolo  por vacunarse sin tocarle su turno se les ha caído el pelo Pero, eso es lo que hay. El esperpento no nos abandona. Y  en "La Caída” de Camus no existen los privilegiados, ellos se han  quedado al borde de los barrancos contemplando a los que puedan caerse alfondo.