Por Juan Jesús Ayala

Francisco Fuentes Padrón, don “Pancho el médico “, como se le conocía, fue el médico de nuestra infancia, el que nos curó los primeros catarros y asistió en el sarampión, la varicela y en las reiteradas amigdalitis (las anginas).Estudió en Barcelona y en 1914 se establece en la isla como médico libre, aunque poco más tarde fue nombrado Forense, coincidiendo con el médico titular, Don Guillermo de Paz Cabrera. Pertenecían estos dos profesionales a distintas organizaciones políticas por lo que nunca se llevaron bien , tan es así que don Guillermo se ausentó a la isla de la Palma, de donde era natural, y como no había solicitado el debido permiso ,el ayuntamiento acuerda destituirlo , en el año 1926 .De esa manera don Pancho queda como único médico titular en la isla. Y mas tarde, una vez constituido el cabildo por la ley de cabildos de 1912 se funda un pequeño hospital que nombra a don Pancho, director.

mediopancho
En realidad mas que hospital, era una modesta vivienda ubicada en la que se conoce hoy por calle de Juan Sánchez de La Barreda donde se acogía no tanto a enfermos como a personas menesterosas que pertenecían a la beneficencia, funcionando más como asilo que como institución hospitalaria .

Don Pancho se puede considerar como el primer médico herreño que desarrolló íntegramente su vida profesional en la isla, hasta que se jubiló a los 70 años, aunque continuó unos años mas dirigiendo el hospital. En su tiempo pertenecía al grupo de los “Fuentes” que lideraban durante la Segunda República el partido Liberal Democrático, cuyos contrincantes políticos eran los “Quinteros” pertenecientes al Partido Radical. Por esa circunstancia de la política, Don Pancho, no sólo fue el único facultativo de la isla sino que llegó a desempeñar la Presidencia del Cabildo y la Delegación del Gobierno .

Don Pancho ejerció su profesión en unas condiciones verdaderamente difíciles por la pésima situación sanitaria de la isla y la pobreza de la mayoría de sus habitantes. Muchas de las veces se le presentaron enfermedades complicadas careciendo de los necesarios recursos para abordarlas, aun encontrándose con la dificultad de no poder evacuar a esos enfermos a Tenerife o a La Palma , dado que los barcos solamente llegaban al Puerto de la Estaca dos veces por semana.

Tuvo que transitar por caminos y veredas porque el coche que tenía se quedaba lejos de las casa a las que se trasladaba ayudado de su bastón, pero que una vez que se habían abierto carreteras a la mayoría de los pueblos, lo recordamos conduciendo su flamante Opel Kapitán de color verde que nos impactaba, y producía cierta envidia ya que la mayoría teníamos que recurrir a las bestias de carga para acompañar a nuestros padres a las faenas del campo.

Don Pancho fue un profesional bien considerado, aunque por asuntos de la política tenia sus detractores y se le achaca su reticencia a “mandar a embarcar ” a este o a aquel enfermo, aunque la mayoría de las veces lo hacia para evitar se gastasen un dinero que no tenían si los evacuaba a Tenerife, afrontado él , con sus propios medios terapéuticos, la situación..

Cuando se le llamaba para visitar a un enfermo, como era muy escrupuloso y maniático con la higiene de las casas, estas se limpiaban a fondo, y las que tenían piso de madera el zotal olía en toda su extensión .Fue la suya una época dura por la que transcurrió la sanidad herreña; no obstante si hay que considerar que estas carencias fue lo que motivó en el tiempo y en el animo de las autoridades que se empeñaran tener un hospital que pudiera así denominarse y tras cincuenta años de espera, en 1982 comenzó a erigirse la estructura de un edificio que ya iba camino de ser un hospital .

Don Pancho nos infundía respeto y hasta cierto temor porque sabíamos lo que nos esperaba cuando nos recetaba aquellas ampollas, que aun recuerdo con el nombre de Pulmomade Balsámico , para los catarros bronquiales, que eran puro aceite, que se enquistaban cuando Paulino o doña Rosario nos las inyectaban en la nalga, produciendo muchas veces abscesos que habían que abrirlos, así como las purgas con aceite de ricino que valía para los males de barriga.

El Cabido del Hierro una vez que cesó como director del Hospital en el año 1959 le distinguió como medico- director honorario de dicha institución. Ignoro si existe alguna calle con su nombre, si no fuera así, seria una detalle muy significativo y de plena gratitud que por parte de las instituciones de la isla, Ayuntamientos y Cabildo se registrara alguna con el nombre del médico que durante años recorrió caminos y carreteras haciendo buen o mal tiempo porque ante todo estaban sus enfermos a los que no dejó de cuidar un sólo momento.