Por Raúl Acosta Armas*.

La isla de El Hierro conoce mejor que nadie lo que es la doble y la triple insularidad.

Los que vivimos en la isla sabemos que a nivel personal, empresarial, sanitario, formativo, cultural y en casi todas las facetas de la vida, todo nos cuesta más que a nuestros hermanos de las islas capitalinas. Es el peaje que pagamos por vivir en una isla maravillosa, pero en la que, por desgracia, las desigualdades se acentúan por las diferencias estructurales que ya de por sí padecemos en toda Canarias.

La bonificación al combustible ha sido una conquista pequeña en relación con las grandes desigualdades que soportamos en las Islas Verdes en muchas materias, pero esta reivindicación histórica por fin se ha cumplido. Y cuando la tenemos, nos genera la sensación de que todo sigue igual. Por un lado, aquellos que no lo consiguieron quieren quitarle todo el mérito porque ellos no lo hicieron; los descontentos siempre verán el vaso medio vacío, luego están los detractores que llegan a mentir por razones políticas, afirmando que el precio ha subido veinte céntimos o que los majoreros y conejeros amanecieron el 1 de abril siendo los más pobres de Canarias (obviando que aun con la bonificación, los herreños y las herreñas somos los canarios que más caro pagamos el combustible).

Ante el hastío generalizado que rodea a todo lo concerniente a la política, hasta lo que es bueno, ya nos suena raro. Y es normal. Cansamos a la gente y lo “urgente”, que en algunos casos es lo que conviene a algunos, nos aleja de lo importante. ¿Y qué es lo importante? Conseguir una Canarias de una sola velocidad, donde las desigualdades no estén tan acrecentadas entre unas islas y otras. Por esa razón esta bonificación no es más que un parche: los herreños y herreñas no podemos aspirar a quedarnos con veinte céntimos, tenemos que ir mucho más allá. Pero es verdad que si a una herida no se le ponen parches, el enfermo se gangrena.

Tenemos herramientas que todavía no se han articulado como deberían, como es nuestro Régimen Económico y Fiscal (en adelante REF) para conseguir modular algunas medidas de nuestro fuero canario que nos permitan progresar en nuestra tierra. Y esto no es ciencia ficción, ya los Reyes Católicos entendieron en el periodo de la conquista que Canarias no iba a progresar si no se articulaban medidas potentes, y luego vinieron las primeras exenciones fiscales hasta que en 1852 se aprobó la ley de Puertos Francos de Bravo Murillo incorporando franquicias fiscales a la importación de productos. La historia nos enseña que los estímulos tributarios y económicos son los que han posibilitado un desarrollo económico y social en Canarias.

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Y cuando Canarias sale al exterior lo hace con la bandera de “RUP” (Región ultraperiférica) que otorga el artículo 349 del Tratado de Funcionamiento con todos los beneficios que entraña para compensar la lejanía e insularidad. Pero sucede que de puertas para adentro en Canarias a veces nos olvidamos que hay periferia en la periferia y que El Hierro o La Graciosa son los máximos exponentes de esa realidad.

Por esa razón tenemos que tomar medidas valientes, como en la reciente erupción volcánica de La Palma, donde se ha acordado una bonificación del 60% en el IRPF. Una forma de redistribuir la riqueza y conseguir una mejoría en nuestras islas no capitalinas es modular los tributos, especialmente los impuestos directos y personales como el IRPF o el IS para adecuarlos a la capacidad económica de los contribuyentes, que no es igual en Tenerife que en El Hierro, porque la carestía de la cesta de la compra o los costes de desplazamiento nos lastran nuestros rendimientos haciéndonos más pobres que los otros canarios en las mismas condiciones por las desventajas estructurales que soportamos. A modo de ejemplo, lo vemos con los funcionarios que se desplazan a islas no capitalinas, que tienen un complemento en la nómina en función de su categoría. ¿Qué razón tiene ese complemento en la nómina? Pues el de conseguir compensar en cierta medida los costes que la propia Administración sabe que tendrá ese funcionario y que sin este difícilmente iría a ese destino.

Por cierto, es hora de intentar también cambiar la estructura económica de la isla, donde el 45% del empleo lo genera el sector público. Una economía basada en servicios públicos no será una economía productiva ni competitiva y eso tiene efectos en el desarrollo social y económico, produciendo una gentrificación que hará que en la isla solo queden jubilados y funcionarios.

Así que no solo hablamos de conseguir con estas medidas una mejoría económico-social, sino de atraer y fijar población para evitar la desbandada de jóvenes herreños que no pueden vivir en su propia tierra. Un parche está bien, pero El Hierro ya necesita unos pantalones nuevos y a medida, y eso solo nos lo puede dar la modificación de nuestro REF adecuado a la singularidad de cada isla.

*Raúl Acosta Armas, diputado del Parlamento de Canarias por la Agrupación Herreña Independiente (AHI).