Por Luciano Eutimio Armas Morales.

Cuando los perros de caza ladran al tiempo que mueven la cola, parece que no es buena señal. Y cuando los amos escriben y firman bajo los pinos, es probable que las manchas de resina pegajosa se adhieran al papel y se emborronen las firmas.

Hacia un calor sofocante bajo los pinos, a lo que contribuía el aire enrarecido que se desprendía de la pinocha. El convidado de piedra miraba sin ver. No sabemos si porque carecía de capacidad visual, o si era porque en ese momento no estaba ubicado en ese lugar y circunstancia. Los expertos en lenguaje facial, no se ponían de acuerdo en la interpretación de sus gestos.

Los vientos alisios, parece que se retrasan este año. Algunos hablan de efectos del camio climático. En cualquier caso, la cuenta de explotación de Gorona del Viento   seguro que se resentirá por la baja productividad de uno de los meses clave. Lo que, de rebote, puede afectar a alguna federación de futbol.

Ferreteria El Cabo Pie

La imagen digital es un instrumento de dominio.  O como decía Marshall McLuhan: “The medium is the message”. Los momentos más heroicos, más graciosos, más asombrosos o más infames, si no se graban en imágenes es como si no existieran. Por eso, lo importante no es contenido de un papel emborronado con resina de pino, lo importante de verdad es la imagen del acto de firmar.

Cuando tras una larga caminata, y después de agotar la reserva de agua de la cantimplora, el senderista se aproximaba al claro entre los pinos al lado de la fuente y la caseta de madera, se encontró con una pareja, que se ocultaban tras un pino de gran porte.

Helena estaba detrás de Francisco, que protegido de ser visto por los demás tras unas ramas de pino, disparaba su cámara con teleobjetivo sobre un grupo que, ante una mesa de madera, parecía que participaban en una ceremonia.

 Francisco, por otra parte, sabía que la imagen es un potente instrumento de comunicación y de dominio, y que los restos de resina parecería le conferían cierto hado de ancestrabilidad a los papeles. Pero justo en ese momento, cuando el convidado de piedra estira la mano para coger un trozo de conejo en salmorejo, unas gotas de grasa roja por el pimentón salpican una de las escrituras que se estaban consagrando en ese ritual. El senderista miraba con curiosidad desde cierta distancia.

Lo peor, -pensó el senderista-, es que eso no se puede limpiar con agua. Ni aun empleando agua desalada.

 

La Frontera de El Hierro, 16 de junio de 2.023

PS. Disculpa, estimado lector, pero cuando la realidad supera a la ficción, resulta inevitable tratar de recurrir al esperpento para describirla.