Por Juan Jesús Ayala.

Don Valentín Padrón Espinosa, profesor que fue de matemáticas, de aquellas matemáticas que se empeñó en que supiéramos desarrollarlas para cuando llegaran los profesores a examinarnos pudiéramos obtener el aprobado deseado. Pero no solo fue nuestro maestro sino que en parte también un referente para nuestras vidas que comenzaban a irrumpir en una juventud donde el espacio para la escritura y la lectura para muchos era imprescindible. Y nos sirvió de guía con su actitud en la vida, además, de los libros que nos dejo escritos. Con los cuales me encuentro porque los busco para volver a saborear lo que escribió y sobre lo que meditó.

Sobre todo, “Antología de  Obra literaria” editada por el Cabildo de El Hierro y por el Centro de Cultura Popular en el año 1989.Obra que fue prologada por nuestro recodado amigo, medico herreño de siempre, Juan Ramón Padrón Pérez, libro que abre con la modestia que le caracterizaba diciendo que eran sus “primeros peninos”  pero que los que le sucedieran no serian  mejores.

La modestia de Don Valentín era inconmensurable, ya se aprecia  en su poesía  que abre con unos sonetos donde refleja los sinsabores de los amores. Los versos dedicados como Secretario del Gabinete Instructivo a la isla de El Hierro, donde recrea sus paisajes trasmitidos a la métrica de su verso dándole la esplendencia de su calor poético que mas de una vez avanzaba, transitando  por caminos de desacuerdos, de esperanzas y, sobre todo, de ilusiones que no dejaba se troncharan sino que  regaba con el entusiasmo de su estro siempre apuntando hacia una grandeza posible, la que nunca dejó de soñar.

Donde, así mismo, nos dice de su despedida en el año 1949 de su vida militar  insistiendo que ninguna despedida es buena, que siempre arrastra consigo recuerdos que pone  al día en sus meditaciones hechas poema.

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Nos refirió como sus personajes imaginarios se subiesen al escenario de la comedia; al igual que pasajes de la vida costumbrista del momento se convirtieran en verdaderos paisajes humanos de su literatura en los que su  exquisitez artística se deja sentir en cualquiera de las actuaciones de los diferentes personajes que en ella intervienen. 

Una Antología que no esconde sus poemas más íntimos, sus letras a veces bullangreras para darle ritmo a cualquier isa canaria que se encontrara con la púa de una bandurria o en una mano  que afinara una guitarra.

Don Valentín es uno de esos personajes vivos de la isla y tenemos la suerte  que cuando viajamos por la memoria de la isla hay cuestiones que nos acompaña la nostalgia pero si reencontramos a Don Valentín  entonces estamos de enhorabuena porque hemos llegado a un escenario pleno de vivencias que reafirman la grandeza de su dimensión humana. 

En estos momentos de pregoneo electoral donde salen las palabras a borbotones empujadas con un énfasis inusitado por los ardores mitineros donde las promesas circulan con alegría quedándose, como siempre, a mitad del camino, volver a leer a Don Valentín, recordarlo como personaje insustituible en la historia herreña es no solo una gozada sino que continua siendo una pagina inacabada de templanza y sabiduría.