Por Juan Jesús Ayala.

Es esta una fiesta del nacionalismo vasco que se celebra el Domingo de Resurrección de cada año, principalmente en las comunidades autónomas españolas del País Vasco y Navarra, así como en el País Vasco Francés, en el departamento de los Pirineos atlánticos de Francia, además, por la diáspora  vasca repartida en el mundo. Fue creada por el Partido Nacionalista Vasco  en 1932 cuya primera celebración se realizó en Bilbao, fue prohibido tras la guerra civil , comenzándose a celebrar de nuevo en 1964.

El PNV por medio de su Presidente, Andoni Ortuzar y el Lehendakari, Iñigo Urkullu reivindicaron una vez más el derecho a decidir del pueblo vasco  invitando a los participantes en el acto a sumarse a la exigencia de del  derecho  que tiene Euskadi a ser una nación que decida libremente su futuro para  construir un nuevo marco de autogobierno que tenderá a involucrar a la población vasca a definirse desde un condicionamiento democrático que vaya camino de una soberanía al menos compartida con el estado español que concluya con un nuevo modelo contractual  que implemente un confederalismo donde se respeten las singularidades del País Vasco y de España.

En este día se suman en un acuerdo común todos los partido vascos nacionalistas  para ir juntos hacia la construcción de una nueva realidad política  sostenida, eso si, democráticamente, cual es la nación vasca dotada de las Instituciones políticas-administrativas como cualquier Estado que integre la Unión Europea.

Cuando uno que es nacionalista y que ha estado más de una vez invitado  a esta celebración, así  como otros partidos políticos  nacionalistas europeos, y en representación del Partido Nacionalista Canario (PNC) no tiene por más que   sentir envidia patriótica ante la visión de conjunto que tiene el País Vasco en vías decididas hacia la unificación nacionalista para lograr desde el convencimiento pleno e interiorizado, por supuesto, la consolidación de Euzkadi como nación.

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Ante esto haciendo un paralelismo entre el nacionalismo vasco y canario la diferencia es ostensible, uno con una visión amplia de como pretende  gestionar políticamente su territorio y otro, el canario, arrinconado, atomizado, cada uno en su capillita como si esta fuera un bastión inexpugnable. Los vascos lo tienen claro, además ,desde hace tiempo: unión y consolidación. Y el  nacionalismo canario, también desde hace tiempo lo tiene claro: desunión y cada cual por su lado. Nada tenemos que ver unos con los otros. Unos desprenden entusiasmo colectivo aun desde la otra orilla del Atlántico y otros, que  pudiéramos transitar por el mismo camino somos  un nacionalismo  sin evolucionar sin progresar, por más que se titulen “progresistas” (progresar en nacionalismo es caminar hacia la construcción nacional de un pueblo y no   estar con majaderías terminológicas culturales-comerciales como el “canarismo” o la “canariedad” de algunos).

Toda esta situación deshilachada, inconexa, rupturista dentro del nacionalismo canario tendrá sus réditos el 28 de mayo y no muy halagadores, por que unos tienen una ideología, otros una pseudo ideología, unos se quedan en la isla, no quieren saber nada de Canarias como un Todo, otros un poco mas allá o algo mas acá, pero eso si sin un leguaje común y con la carencia de una idea definida  sobre que es el nacionalismo canario y que se pretende hacer desde esa categoría política. Y sobre todo, ante posibles pactos post electorales (CC-PP) hay que quitarse de encima aquellas organizaciones políticas que tengan en su ideario, soberanismo, autodeterminación o confederalismo (PNC), que pudieran comprometer este posible pacto.

Al final entre ruptura y ruptura el 29 de mayo encontraremos las mismas mezquindades ideológicas, con los repetitivos discursos y cada cual por su lado mientras Canarias camina  dando tumbos  no como el nacionalismo  vasco que saben que hacer con su pueblo mientras a nosotros se nos escapa de las manos por la inercia de un nacionalismo asténico e inconsecuente.