Por Juan Jesús Ayala.

El Garoé en el espacio de su historia tiene sus leyendas y sus certezas. La mas enigmática de sus leyendas quizás sea la de Teseida, princesa enamorada de  Fernando Espinosa de Herrera hijo de unos señores de la isla. Princesa que estaba prometida al sucesor del rey Armiche, Tabaldon, el cual al verse despreciado en su amor, dio muerte con su onda al caballero castellano. Teseida en ese momento se sintió la mujer mas desgraciada del mundo y volando como mariposa por el mar de lavas del Julan, llegó al mirador de Bascos y se lanzó al vacío, acabando así con su vida.

Desde ese momento el Garoé empezó a resquebrajarse y desde ese día aparecieron por el horizonte nubes borrascosas que presagiaban temporal; nubes que se acercaban a la isla a toda velocidad como siempre lo han hecho, y  a la que cubrió al completo. La lluvia anegó todo y el viento rugió con estridor y el huracán violento hizo que el Garoé fuera arrancado de raíz y se perdiera para siempre. Y todo este acontecimiento final y trágico concluyó con la desaparición del Árbol Santo en el año 1610 y posterior replantación de un tilo en 1949, que se suponía era el árbol primigenio.

Al Garoé se le han rendido homenajes recordando su historia e insertándolo en la bandera de la isla como signo de referencia imperecedero; viniéndonos a la memoria el que le hicimos en la Bajada de 1957 donde una excursión de amigos en nombre del Casino de Valverde colocó en el sitio en que se encuentra una placa conmemorativa. Sitio que en su día fue sometido a interpretación en que se discutía  si estuvo en las albercas de Los Lomos, o  mas abajo asomándose a las crestas de Betenama; o mas lejos aun en un paraje de El Golfo dado que en algunos mapas de la isla se señala una punta de El Golfo con el supuesto nombre de “Garoé”.Sin embargo, a este respecto se inicia la polémica que  motivó  se diera con el sitio exacto de su ubicación histórica.

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Según las crónicas la polémica la inició el Padre Feijóo que consideraba dudosa  hasta su existencia a lo que el conde de La Gomera, Domingo de Herrera ordenara que se practicase en la isla un reconocimiento jurídico del punto exacto donde se encontraba el Garoé recibiendo a tal efecto una prueba testifical. Estas diligencias se le hicieron llegar al alcalde mayor,Acosta Martel, en el año 1753, declarando en las mismas testigos con edades comprendidas entre ochenta hasta  noventa años quienes confirmaron la tradición del árbol y su existencia, llegando a señalar el sitio exacto en el que estuvo plantado, mostrando, asimismo, restos de las albercas en las que se recogía el agua.

Siguiendo con las crónicas de la época, en el antiguo archivo de los Marqueses de Villanueva del Prado hay documentos que se referían al anterior reconocimiento y prueba pericial que  manifiesta que lo referente al árbol no es un invento de la imaginación sino una certeza evidente dado que los mas jóvenes manifiestan que siendo niños vieron parte de sus raíces y que los mayores  oyeron de sus padres como guardaban sus jagos y que los usaban cuando habían temporales creyendo que era el medio para que cesasen los   vientos y que de los fragmentos se formaban cruces que se guardaban como reliquias.

Con todo lo que se refiere al Garoé, tanto sus leyendas que están en el imaginario de  la memoria colectiva de la isla, como paralelamente las  certezas que existen, y que han sido contrastadas, evidencian la realidad de su existencia y el sitio concreto en que el Árbol Santo  vivió y  desapareció bajo la catastrófica  influencia del huracán de el año 1610.